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¿PISTA DESPISTADA?

Confusión sobre los autores intelectuales del atentado al Papa

10 de junio de 1985

Un mercenario que venía del frío, del ancho altiplano de la Anatolia; con cuerpo atlético, voz ronca, ojos amenazadores, seco, calculador y decidido. Es la descripción del terrorista que en mayo de 1981 disparó a Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro en Roma.
Alí Agca nació en 1958 en Yesiltepe un pueblito de Turquía cerca a Halatyya, cuna de mafiosos y contrabandistas de gran calibre. Alí creció con dos obsesiones: volverse rico e importante. En 1976 se graduó de bachiller y como la mayoría de los estudiantes fue a Ankara, la capital, a estudiar en la universidad, donde inició sus complicados enlaces políticos, concretamente en la "Casa del estudiante". De orientación neonazi, vinculada al Partido Nacional de Accion, la "Casa del estudiante" manejaba mucho dinero. Dentro de la organización, Alí apoyó la lucha armada y abrazó el terrorismo negro o de derecha.
La relación con los grupos neonazis lo acercó a viejos amigos provenientes de su tierra natal, entre ellos Oral Celik, quien tuvo mucha influencia en su vida y quien lo acompañaba el fatidico 13 de mayo del 81 en la Plaza de San Pedro. Celik, menor que él, conocido por sus osadas acciones terroristas, vio un buen futuro para su pupilo y decidió hacerlo un dirigente de la organización, dándole "responsabilidades importantes": robo de bancos, extorsión, ganancias en el tráfico de droga, (se dice que el mercado negro de dos importantes plazas de Estambul estaban en sus manos).
En el complejo mundo de la delincuencia turca, tierra de contrabando de todo tipo, desde heroína y armas hasta cigarrillos y relojes, Alí conoció a Abuzer Ugurlu, también proveniente de su tierra natal y padrino importante de la mafia turca. Sus camiones trasportaban "mercancia" desde Turquia, a través de Bulgaria, cruce geográfico con el occidente, a todo el mundo. Ugurlu le proporcionaba "trabajitos" de contrabando con los que Agca comenzó a enriquecerse, cuando sólo tenía 19 años.
Se cuenta que cuando visitaba a la madre, se presentaba con vestidos nuevos, paquetes de billetes y regalos.
Para justificar su enriquecimiento mostraba contratos de trabajo falsos.
Así empezo su misteriosa doble vida: documentos, pasaportes, nombres falsos. Y a través de Ugurlu, Agca amplió sus contactos políticos.
Según algunas fuentes italianas, como el diario 11 Corriere de la Sera, que hizo una larga investigación sobre el atentado al Papa, Agca tuvo conversaciones y diálogos con la guerrilla de izquierda turca por intermedio de Ugurlu quien los abastecia de armas. De Agca se ha dicho también que la izquierda turca lo envió a Siria, para realizar cursos de adiestramiento en lucha cuerpo a cuerpo, conocimiento y uso de armas y explosivos, resistencia fisica y psicológica, y técnicas todavía más sofisticadas como "métodos en desinformación", "despistaje", "fingir colaboración", etc. Mafia turca, neonazis y guerrilla de izquierda son, pues, el triángulo que conduce a la llamada "pista búlgara" y lo que Agca en sus acusaciones ha llamado "nuestra organización". Son tres elementos que conducen a Sofía: la mafia, que prospera por la benevolencia bulgara que consiente el paso de la mercancia por su territorio los terroristas de derecha, que se procuran armas y dinero a través de él, y la izquierda, que mantiene relaciones con los búlgaros, interesados en la inestabilidad del pais fronterizo.
Un día, de 1979 apareció asesinado el periodista turco Abdi Ipekci en una calle de Estambul. Cuando cinco meses después del atentado detuvieron a Agca en un café, éste se entregó tranquilamente y confesó el crimen, porque "quería indicar nuevos objetivos a los grupos armados" crimen que en Turquia se paga con la pena de muerte. Durante el proceso que no tuvo indicios previos en contra de él, se presentó todos los días con trajes nuevos y distintos, con calma y serenidad. Un buen día se levantó y declaró: "no maté yo al periodista". Esa misma noche Alí escapó.
Por otro lado, la evasión de la cárcel y la condena a muerte (el caso de Abdi Ipekci lo cierran, para satisfacción de la mafia turca que consideraba al periodista una pieza incómoda para ellos ), lo conducen fuera de su país, concretamente a Bulgaria. Allí, por intermedio de la mafia, conoce a Bekir Celenk, un próspero hombre de negocios turco, con una enorme riqueza hecha gracias al contrabando, de quien la periodista Claire Sterling, inventora de la "pista búlgara", afirma que fue quien le pagó a Agca para realizar el atentado al Papa. Según ella, Celenk es un agente de los servicios secretos de los países del Este; para otros, éstos son sólo conjeturas y para los búlgaros, ficción. Celenk, está hoy libre en Sofía, aunque con la limitación de no poder salir del país.
El gran traficante es una pieza importante en el proceso paralelo que se está llevando a cabo en Sofía contra Agca por difamación a la República Socialista. Según las acusaciones de Agca, cuando Celenk le propuso eliminar el Papa, cumpliendo la promesa que había hecho Agca a través de los diarios antes de la visita del Pontífíce en Turquía, pensó que "sería la culminación de mi carrera, un gesto histórico ".
El plan para asesinar al Papa, en medio de terroristas sirios, funcionarios de la embajada búlgara, organizaciones internacionales, dinero en abundancia, un tejido de personajes misteriosos, inventados o no, se ha convertido en un misterio más de la historia. Mientras tanto en la cárcel, Ali Agca recibe paquetes de cartas de todas partes del mundo: de jovencitas atraídas "por su perverso encanto", que le proponen matrimonio, le dibujan corazones negros y le dicen que es bellisimo; de una anciana holandesa que lo define como el "salvador del género humano" por tratar de eliminar "al anticristo"; de quienes lo invitan a la penitencia y lo inundan de imágenes de santos; de su familia que le escribe: "hermano, haz hecho de nosotros unafamilia conocida y grande... Tu pensamiento nacionalista hará el mundo turco más fuerte".
Solo, aislado, con un cocinero a su disposición, Alí Agca repasa en la prisión toda su vida, preparándose para el proceso que se iniciará el proximo 27 de mayo. -
Kelly Velásquez, corresponsal de SEMANA en Roma