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Populista o prócer

Chávez vuelve a sorprender, al poner 370.000 millones de barriles de petróleo a disposición de Latinoamérica. Guste o no, su liderazgo continental se afianza.

24 de julio de 2005

La cumbre del Consejo Presidencial Andino, que se celebró la semana pasada en Lima, tuvo un protagonista claro: el presidente venezolano Hugo Chávez. Con su grandilocuencia habitual, el coronel cautivó a muchos de sus colegas, al proponer la creación de una petrolera andina. Con ello lanzó un nuevo capítulo en la ofensiva, comenzada este año, por expandir su proyecto bolivariano en América Latina. El asunto ya trasciende el campo del discurso oficial, para convertirse en una realidad que merece la atención del subcontinente.

Nunca en la historia se había visto que un gobernante venezolano pusiera a disposición de Suramérica y el Caribe más de 370.000 millones de barriles de petróleo. El Presidente está dispuesto a usar su inmensa chequera como el motor de su proyecto integracionista, destinado a hacer contrapeso al tan nombrado "imperialismo salvaje" de Estados Unidos.

Su estrategia comenzó con Petrosur, en el extremo meridional del continente y siguió con Petrocaribe hace menos de un mes, para seguir la semana pasada en Lima. Chávez no sólo está dispuesto a entregar petróleo físico, sino a usar parte de sus utilidades para comprar la deuda de sus vecinos, algo que no tiene antecedentes. En marzo pasado, el gobierno de Venezuela compró 500 millones de dólares de deuda de Argentina. A la misma negociación, y por un monto casi idéntico, está por llegar con Ecuador, todo lo cual implica una forma distinta de interdependencia a la del trueque petrolero.

El tercer apoyo de su estrategia es comunicacional, con el lanzamiento de Telesur. Con un capital mayoritariamente venezolano (también invierten Argentina, Cuba y Uruguay), este canal ya es visto como una amenaza para Estados Unidos. De hecho, la Cámara de Representantes de Estados Unidos acaba de aprobar una reforma para transmitir informaciones que contrarresten "el antinorteamericanismo" de Telesur.

"Desde el primer momento en que la revolución se define como bolivariana, se plantea como continental", explicó a SEMANA el analista político venezolano Alberto Garrido. En medio de una crisis energética global, esta diplomacia -insistió Garrido- se ha transformado en un arma estratégica efectiva contra la hegemonía estadounidense. Así, resaltó, la revolución chavista va dando sus pasos a nivel regional. "No es que la mayoría de los países del continente comulgue con las ideas de Chávez, sino que ante este déficit mundial y los altos precios del petróleo, se utilizan los beneficios que aportan los acuerdos energéticos. El Presidente ofrece petróleo a cambio de que no se metan con la revolución".

Otra línea de acción ha sido apoyar movimientos sociales importantes del continente como los Sin Tierra (Brasil), los Piqueteros (Argentina), el Frente Sandinista (Nicaragua), el Farabundo Martí (El Salvador), los cocaleros (Bolivia), los indigenistas, entre otros. Garrido recordó que la primera etapa de este plan de unión regional se comenzó a gestar en Colombia hace una década, y en 2003 tomó la forma del Congreso Bolivariano de los Pueblos con la fuerza que le dio el gobierno venezolano.

Este proyecto, que el analista llama "revolución bolivariana y socialista radical", busca una emancipación continental, con bases hacia la igualdad social y cambios radicales. "Estados Unidos ha subestimado lo que ha ocurrido en el continente, en un contexto donde se plantean los fracasos del Alca, del Plan Colombia, del bloqueo a Cuba y varias derrotas de la OEA". Y en vista de estos fracasos políticos y diplomáticos, Garrido acotó que Washington está comenzando a reaccionar con mecanismos de contrapropaganda, en un intento por combatir esta emancipación chavista.

El trasfondo del plan de Chávez en el continente es, según la internacionalista Elsa Cardozo, modificar el mapa de la integración latinoamericana. "Una propuesta distinta a la CAN o Mercosur, que son planes inspirados en el modelo europeo", dijo a SEMANA.

En este sentido, Venezuela aparece como país salvador, "pero de allí a que se esté extendiendo la revolución bolivariana hay un trecho". "Hay países que siguen buscando otras formas de financiamiento, incluso con Estados Unidos. Centroamérica, Ecuador, Brasil. No creo que Argentina se enrede en un proyecto como el Alba (Alternativa Bolivariana para las Américas) o que Brasil ponga en peligro su base industrial, ni Chile ni México".

Cardozo reconoce que Chávez está afianzando su liderazgo en la región y analiza el fenómeno como un "populismo proyectado a escala internacional", con un discurso movilizador de masas, promesas de beneficios para todos, política redistributiva basada en los recursos petroleros, vías institucionales debilitadas.

Estas técnicas persuasivas han convencido a muchos de que la revolución chavista se inscribe en el viraje hacia la izquierda de Latinoamérica. Sin embargo, para analistas políticos y ex dirigentes socialistas como Teodoro Petkoff, urge hacer una diferenciación: en la región conviven dos izquierdas bien diferenciadas. En su libro más reciente, Dos Izquierdas, contrasta los movimientos "borbónicos" que lideran Chávez, Fidel Castro, el Fmln o el MAS de Evo Morales, con los gobiernos de Tabaré Vázquez, Ricardo Lagos, Kirchner o Lula da Silva. "Chávez, dijo a SEMANA, parte de un concepto falso, propio de la vieja izquierda: con Estados Unidos no existe posibilidad de convivencia. Para la nueva izquierda, el asunto se plantea en términos mucho más complejos: tensiones probables, pero convivencia inevitable".

Petkoff, uno de los fundadores del partido Movimiento al Socialismo, confía en que los países suramericanos no van a cambiar sus políticas porque le compren petróleo a Venezuela. "El chavismo todavía mantiene influencia política y emocional. Pero, y sobre todo cuando el precio del petróleo baje, van a comenzar a estallar las burbujas políticas y económicas".

En cualquier caso, Chávez está cumpliendo sus propósitos declarados hace más de una década, y nadie sabe a dónde llegará su aventura integracionista, visionaria para unos, sectaria para otros. Chávez sigue sorprendiendo con actitudes impensables en el pasado reciente, y sólo el paso de los años podrá decir si es un charlatán irredimible o un prócer del futuro.