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Su desconsolado novio, el carpintero Giuseppe Tempini, con quien compartía un apartamento en Brescia, cerca de Milán

intolerancia

Por ser libres

Conmoción en Europa por ola de muertes de jóvenes musulmanas, asesinadas por sus padres y hermanos por atreverse a vivir como europeas.

23 de septiembre de 2006

El caso en Italia de Hina Salem, hija de inmigrantes paquistaníes degollada y enterrada por su padre en el jardín, ha disparado en Europa la alarma por los crímenes 'por honor'. Los musulmanes más radicales asesinan a sus hijas o sobrinas que se apartan del Corán, llevan vidas 'a la europea' y se niegan a obedecer las órdenes de los varones de la familia.

Estos crímenes afectan a toda Europa. En Alemania han cobrado la vida de 50 mujeres en la última década y en Turquía la cifra se eleva a 200 por año. Italia está conmocionada no sólo por el asesinato de Hina, sino por la actitud de su padre, Mohamed Salem, de 55 años, quien aseguró: "La maté porque vivía con un italiano, era una puta y no me obedecía".

Hina, de 20 años, convivía con su novio, el carpintero Giuseppe Tempini, en Brescia, cerca de Milán. Trabajaba en una pizzería, fumaba, se había hecho un tatuaje y se negó a casarse con un primo en Pakistán, como se lo exigía su familia. Tempini denunció la desaparición de Hina el 11 de agosto. Para entonces, los varones Salem la habían secuestrado, la mantenían encerrada y habían decidido asesinarla. Al día siguiente su padre la degolló, y junto con el tío y el cuñado de la muchacha sepultaron el cadáver en el huerto, con la cabeza en dirección a la Meca.

"Lo más difícil para combatir esta pesadilla es que las comunidades musulmanas en Europa tienden un velo de silencio", dijo a SEMANA Patrizia Pinotti, de la Unión Femenina Nacional de Italia. Los musulmanes de Brescia ocultaron durante dos días al padre de Hina, y ante la presión de las autoridades le ordenaron entregarse. La madre de la víctima, Bushra Salem, culpó de todo a Hina. Lo que más tiene asombrada a la sociedad italiana es que la comunidad musulmana de Brescia respalda la actuación del padre. "Prácticamente lo animaron a matarla", comentó Pinotti.

Alemania es el país de la Unión Europea que más sufre esta lacra. En abril, un tribunal de Berlín condenó a nueve años de cárcel a un joven de origen turco que mató de tres balazos a su hermana mayor, Hatun Surucu, en febrero de 2005. La muchacha, criada en Alemania, fue forzada a casarse cuando tenía 16 años con un primo en Turquía. Allí fue maltratada y regresó a Berlín un año después para dar a luz a su hijo, y se negó a volver junto a su marido. Estuvo seis meses con sus padres, hasta que terminó la secundaria. Luego se marchó a vivir sola, a trabajar y a ocuparse de su hijo. Este fue su 'pecado': vivir "independiente como una occidental". Alpaslan y Mutlu, los dos hermanos mayores, planearon el crimen para 'lavar' el honor, pero decidieron que el ejecutante sería el hermano menor (cuyo nombre permanece en reserva por las leyes alemanas).

A lo largo del proceso la Fiscalía trató de probar la participación de los hermanos mayores, pero estos quedaron libres por falta de pruebas. El caso hurgó a fondo en la llamada 'integración intercultural', y el líder socialdemócrata Ehrhart Körting alegó que "si realmente (los familiares de Hatun) tuvieran honor deberían abandonar Alemania. Claramente, con su escala de valores, no pertenecen a este lugar".

En junio pasado, nueve varones de una familia paquistaní fueron condenados en Dinamarca por el asesinato de Ghazala Khan, quien se rehusó a cumplir con un matrimonio arreglado cuando era niña. Sus tíos la atrajeron con engaños a una estación de tren en Copenhague, y allí, a pleno día, sus hermanos la lanzaron al suelo y la mataron de dos balazos. Este es el primer caso de crímenes 'de honor' en el que la justicia europea condena a otros miembros de la familia que no perpetraron el asesinato. Así, tíos, tías, padres y hermanos fueron sentenciados a penas de entre los cinco años y la cadena perpetua.

Naciones Unidas estimó que en 2000 más de 5.000 mujeres fueron víctimas de crímenes 'de honor' en el mundo, principalmente en países musulmanes, pero también en Brasil, Ecuador e Italia. Según varias organizaciones, la presión de la familia sobre la joven no siempre termina en que sea asesinada sino en el suicidio. "En la zona kurda de Turquía se les llama 'suicidios de vírgenes' y ocurren para 'lavar la deshonra' de enamorarse de un joven desconocido por haber ido al cine", explicó a SEMANA Petra Meier, investigadora de la Universidad Libre de Bruselas.

Ante el recrudecimiento en Europa, la Unión Europea ha pedido aplicar la ley a los culpables y poner en marcha programas educativos para erradicar esta lacra. "Los límites del Estado de Derecho valen para todas las culturas, pues los inmigrantes deben ser acogidos, pero las leyes también valen para ellos", aseguró Meier. Y en materia de condenas, las organizaciones feministas piden seguir el ejemplo de la justicia danesa.