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PORQUE TE QUIERO TE APORRIO

La solución negociada parece ser la única salida al problema palestino.

14 de marzo de 1988


La táctica bien podría llamarse "la de los huesos rotos". Al comenzarse el tercer mes desde que empezaran las protestas de los jóvenes palestinos en los territorios de Gaza y Cisjordania ocupados por Israel, el Ejército judío está utilizando una táctica que probablemente le habría servido a Maquiavelo para El Principe: "si no quieres matar a tu enemigo, quiébrale un hueso".
Esa, en resumidas palabras, es la conclusión de una misión de médicos norteamericanos que la semana pasada estuvieron visitando los hospitales del área. En opinión de la doctora Jennifer Leanning las heridas encontradas "indican que hay una política sistemática de romper un miembro, sin que el tipo de fractura produzca la muerte". Los horrorizados integrantes de la misión constataron que hay "una epidemia de violencia incontrolada de parte del Ejército y la Policía que ha alcanzado un grado de dureza que la opinión israelí no sospecha (...). Las palizas a las personas aprehendidas (...) son prácticamente la norma".

Semejante veredicto volvió a conmover a la opinión pública internacional, al cabo de 7 días más de violencia. A pesar de la intención de Tel Aviv de hacer aparecer la situación como normal, lo cierto es que las tensiones entre palestinos y judíos siguieron aumentando. La semana pasada, el manifestante número 50 cayó abatido por las balas del Ejército israelí y el promedio de bajas pasó de 4 por semana a casi 3 por día. La edad de los palestinos siguió siendo la misma: entre los 14 y los 18 años. Tal como anotara un articulista del diario Le Monde haciendo referencia a la edad de los combatientes de bando y bando, "se trata de David contra David".

Esa comparación bíblica, sin embargo, no es del agrado de todo el mundo. Mientras los palestinos atacan con hondas, garrotes y lanzan piedras a la distancia, los militares judíos lo hacen fusil o bolillo en mano.

El clima de violencia generalizada está empezando a calar en los habitantes de este pequeño país de 4 millones de habitantes. La mano fuerte del gobierno ha dividido a la población y le ha ganado a Jerusalén la crítica de la comunidad diplomática internacional. Las mociones de censura a Israel en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU se han vuelto cosa de todas las semanas, y tan sólo el veto de los Estados Unidos ha impedido que el Estado judío se vea fuertemente regañado. La semana pasada, los doce cancilleres de los países miembros de la Comunidad Económica Europea emplazaron duramente a Israel y pidieron una solución negociada del conflicto.

Es ésta la que aparentemente se demora. A pesar de la buena disposición de países árabes como Egipto y Jordanía, de la invitación de Yaser Arafat de la Organización para la Liberación de Palestina, y de Richard Murphy, enviado de la Casa Blanca al cercano oriente, Israel se resiste a discutir el tema. Con las elecciones a pocos meses de distancia, el primer ministro Yitzakh Shamir sabe que debe mantener la política de mano dura, aún a pesar de que el canciller Shimon Peres ha declarado estar a favor de las negociaciones.

Esa división entre el propio gobierno se está transmitiendo al resto del país.

En contraste con las voces que piden cordura, en Cisjordania algunos de los 70 mil colonos que se encuentran allí asentados han comenzado a tomarse la justicia por su propia mano. En el Ejército parece estar sucediendo lo mismo. Obligados por sus superiores a actuar violentamente, los jóvenes conscriptos se dividen--según reportes de prensa--entre aquellos que ejecutan la orden a regañadientes y aquellos que lo hacen con sevicia. Los informes de la comisión de médicos de los Estados Unidos, parecen indicar que estos últimos están ganando. En cuanto a los palestinos, todo demuestra que el espíritu revoltoso de los manifestantes sigue inquebrantado. Los disturbios se concentran ahora en Cisjordania en ciudades como Nablus, Jenin, Ramallah e inclusive Jerusalén. Si bien la táctica de "combate" sigue siendo la misma, los incidentes son mucho más numerosos que en un comienzo.

El entusiasmo de los adolescentes palestinos trató de ser igualado la semana pasada por la OLP. Al igual que los judíos que hace 40 años trataron de romper el bloqueo naval británico a la que en ese entonces era tan sólo la tierra prometida, un centenar de palestinos trató de embarcarse en su propio "Exodo". El esfuerzo, sin embargo, falló cuando los pasajeros (acompañados por cerca de 200 periodistas) no pudieron fletar un barco que los condujera a su destino. De manera amenanzante, Tel Aviv había anunciado que ninguna embarcación podría entrar en aguas territoriales sin su permiso.

El fracaso de la iniciativa la semana pasada, convenció una vez más a los observadores de que la solución tiene que ser negociada. Ese remedio, pleno de sentido común, no tuvo ningún eco, lamentablemente, en las zonas de conflicto donde el odio y la desconfianza mutua están a la orden del día. Por ahora lo más probable es que pasarán semanas y meses con la misma tónica de violencia de hoy. A pesar de estar enyesados, muchos jóvenes palestinos saben que su recuperación y regreso al campo de batalla es tan sólo cuestión de tiempo.