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Dilma está tratando de enderezar el rumbo después de que sus principales socios comerciales en Mercosur, Venezuela y Argentina, están haciendo agua. | Foto: SEMANA.

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Portazo de Dilma Rousseff a la Kirchner

Las políticas chavistas y las roscas kirchnerianas acabaron con el Mercosur. Qué queda.

Fanny Kertzman
6 de junio de 2013

La última reunión entre la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y su homóloga de Argentina, Cristina Kirchner, terminó en un portazo. El 25 de abril se reunieron las presidentas de los dos países más importantes del Mercosur en Buenos Aires para avanzar en un memorial de agravios que Brasil le había presentado a Argentina en materia comercial. Pero la falta de respuestas concretas por parte de Cristina ocasionó que Dilma perdiera la paciencia y regresara a Brazilia el mismo día, cortando a la mitad la agenda prevista y haciendo el gesto de no pasar la noche en Argentina.  

Dilma está tratando de enderezar el rumbo después de que sus principales socios comerciales en Mercosur, Venezuela y Argentina, hacen agua. El modelo chavista ha dejado a estos países sin divisas para pagar importaciones, con inflación de dos dígitos -las autoridades argentinas ocultan la verdadera cifra-, controles de precios y desabastecimiento de artículos de primera necesidad. Parece que  Dilma Rousseff también trasladó un mensaje y advertencias de Washington, señalan en la Cancillería argentina.

Entre las razones está el freno al comercio a causa de restricciones impuestas a las importaciones, las cuales requieren de permisos cuya aprobación es totalmente arbitraria. El gobierno está teniendo que importar energía lo que absorbe gran parte de las divisas disponibles. Lo que era una unión aduanera murió en el momento que Cristina impuso permisos a las importaciones y dólares diferenciales.

Más grave aún han sido las trabas a las inversiones brasileñas. El caso más notable es el de Vale, la mina de sales de potasio más grande del planeta, situada en Mendoza. A nivel de volumen, Vale es la segunda minera del mundo. Después de invertir 2.500 millones de dólares en una operación que incluye un puerto y un ferrocarril de 790 kilómetros, Vale suspendió operaciones en marzo. La inflación y los controles cambiarios hicieron el proyecto inviable, doblando su costo total, llegando a 11.000 millones de dólares, cuando el presupuesto inicial era de 5.800 millones de dólares.

El proyecto empleaba 8.000 trabajadores que debían ser despedidos, pero Cristina prohibió los retiros aun cuando Vale no estuviera funcionando, aumentando las pérdidas. Argentina teme que Vale simplemente abandone el proyecto, lo que provocaría una revocatoria de la concesión. No es posible encontrar compradores bajo las actuales condiciones económicas de Argentina, con controles de precios, imposibilidad de adquirir dólares y controles a las importaciones.

Otra molestia ha sido la actuación de los empresarios Lázaro Báez y  Cristóbal López, muy cercanos al kirchnerismo, al punto que son conocidos como los empresarios K. Báez es un reconocido testaferro del matrimonio Kirchner que se enriqueció con contratos de obras públicas. Entre 2005 y 2008 compró 300.000 hectáreas de tierra en la Patagonia, en una zona que va a ser anegada por la obra de ingeniería más grande del país, la represa Condor Cliff. Báez no solo va a revender la tierra a precio de oro, sino que participa en uno de los tres grupos finalistas para realizar la represa rebautizada como "Nestor Kirchner". Desde hace seis años se está realizando la licitación, que arrancó en 8.000 millones de dólares y ahora va en 24.000 millones.

Báez está asociado con la china Sinohydro, que está acusada de corrupción en Ecuador, donde cobra exorbitantes sobrecostos al gobierno ecuatoriano en la construcción de la represa Coca Codo. Por cada metro de construcción la subcontratista Sakot recibe 179 dólares y Sinohydro le factura a su vez 800 dólares al estado ecuatoriano. Ya Máximo Kirchner, hijo único del matrimonio presidencial es el presidente de Construcciones Austral, que ha desbancado en la carrera a la brasileña OAS, que estaba participando con la coreana Hyundai y la local CPC y se retiraron del proceso por falta de garantías. Se da por sentado que van a ganar la licitación.

Ya en 2008 se había licitado el proyecto como una iniciativa privada que favoreció a empresarios brasileños. Los oferentes tenían que aportar como mínimo el 51% del financiamiento. En esta ocasión ganaron Impsa (Pescarmona), Corporación América (Eurnekian) y el grupo brasileño Camargo Correa. Después de adjudicar y firmar contrato, la Nación no cumplió con la creación de un fideicomiso de administración, ni aportó los fondos para iniciar las obras. El proyecto fracasó.

Para rematar el mal estado de las relaciones, a mediados de la semana pasada se supo que Petrobras decidió no vender su sucursal argentina, Petrobras Argentina, a  Cristóbal López, el otro empresario K que pasó de ser un estudiante de clase media a un potentado dueño de la industria de casinos en el país. Néstor Kirchner era un gran aficionado a las salas de juego. La oferta económica era alta pero no gustaron sus vínculos con el kirchnerismo. No obstante, en 2010 ya Petrobras le había vendido una red de 330 estaciones de servicio y una refinería por 110 millones de dólares. Lo cierto es que Dilma vetó el nombre del empresario K.

El último acontecimiento fue que el gobierno argentino anunció esta semana que rescindirá los contratos de dos concesiones ferroviarias a la empresa brasileña de logística ALL, el mayor operador ferroviario de Brasil, al que acusó de incumplimientos de un programa de inversiones. ALL-América Latina Logística- maneja las líneas que conectan a Buenos Aires con la provincia de Mendoza y con las fronteras con Brasil y Paraguay.  "Si quieren reclamar que vayan a la vía judicial (...) No cumplieron con los objetivos propuestos (...) Aquellos que no cumplen se tienen que ir",  dijo Florencio Randazzo, Ministro del Interior y del Transporte.

Por su parte, las relaciones de Uruguay con Argentina "empeoran día a día" en materia comercial debido a decisiones que toma el Gobierno argentino, que también están generando que el Mercosur viva "la peor etapa de su historia", en palabras  del vicepresidente uruguayo, Danilo Astori. Y después de las elecciones paraguayas, donde ganó Horacio Cartes, este país vuelve a entrar a la moribunda unión aduanera, donde no tiene mayor producción que aportar diferente a la agricultura de exportación.

En últimas, lo que más está afectando las relaciones comerciales es el manejo macroeconómico. Para los brasileños es imposible traer divisas a Argentina que serán vendidas a la tasa oficial de cinco pesos, cuando en el mercado blue -así llaman al dólar negro- se llega al cambio Nessi, diez pesos por dólar. Lo mismo sucede en Venezuela. El desabastecimiento de materias primas y la imposibilidad de conseguir divisas para importar insumos han hecho que la inversión brasileña en Argentina haya caído 7.000 millones de dólares en el último año. Y las medidas que está tomando Cristina como controles de precios, ahuyentan aún más la inversión extranjera. Es la consecuencia de la aplicación del chavismo en materia económica, que tiene a Venezuela al borde del racionamiento y a Argentina en una crisis similar a la del 2001, cuando declararon el default de la deuda.