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El candidato René Préval denunció fraude de sus opositores. Miles de manifestantes se volcaron a las calles para apoyar su victoria

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Préval en la encrucijada

Entre disturbios y denuncias de fraude, Haití estrena un Presidente de tendencia izquierdista. El mundo espera una nueva era para el país más pobre de América.

19 de febrero de 2006

Miles de personas salieron a las calles a protestar. Esta vez no reclamaban por lo mucho que carecen, sólo pedían el reconocimiento de René Préval como su nuevo Presidente. Y sus súplicas fueron escuchadas: después de nueve días de incertidumbre y denuncias sobre fraude electoral, el candidato de 63 años fue proclamado ganador de las elecciones presidenciales en Haití.

Con 51,15 por ciento de los votos, Préval amaneció el 16 de febrero como el nuevo mandatario de los haitianos. La decisión requirió de la intervención de organismos internacionales como la OEA y Minustah (Dependencia de las Naciones Unidas que desde 1993 se dedica a garantizar el orden en el país), que persuadieron al gobierno interino y al Consejo Electoral Provisional haitiano de la necesidad de conceder el triunfo a Préval, del partido L'Espwa (La Esperanza).

La decisión estuvo motivada, además, por la acusación del candidato ganador sobre un "fraude masivo" que le impedía alcanzar el 50 por ciento necesario para no ir a una segunda vuelta. Los reclamos hicieron que los haitianos se volcaran a las calles y varios medios registraron el miércoles la muerte de por lo menos una persona. Además, una cadena de televisión transmitió las imágenes de cientos de urnas y bolsas con tarjetones esparcidas en un basurero, lo que aumentó la intensidad de las manifestaciones.

Después de haber sido pospuestas sus elecciones cuatro veces, el 7 de febrero los haitianos pudieron ejercer su derecho al voto y lo hicieron masivamente. Según representantes del Consejo Provisional Electoral, unos 2.800.000 haitianos accedieron a las urnas; esta cifra es descomunal si se tiene en cuenta que las elecciones anteriores tuvieron una abstención del 90 por ciento. Pero la tensión en el país más pobre de América creció de inmediato, debido a la tardanza de los escrutinios. "El 7 de febrero el pueblo tomó una decisión. Es un día histórico", dijo Michel Brunache, funcionario del gobierno interino, al anunciar finalmente el triunfo de Préval. Sin embargo, las posibilidades de un fraude siguen abiertas y el presidente provisional, Boniface Alexandre, anunció una investigación para esclarecer los hechos. El ambiente tenso no es un clima nuevo en Haití, que vivió durante décadas uno de los gobiernos más brutales del siglo XX, de manos de François 'Papa Doc' Duvalier y su hijo, conocido como 'Baby Doc'.

Préval participó en los 70 en el movimiento para derrocar a 'Baby Doc' y ocupó la Presidencia entre 1996 y 2001, en reemplazo de su mentor, el dos veces derrocado Jean Bertrand Aristide, de quien fue primer ministro en su corto primer período en 1991. Por eso, la nueva llegada de Préval a la Presidencia es para muchos el preámbulo del regreso de Aristide. Fue esta posibilidad la que le garantizó al nuevo mandatario la acogida entre las clases pobres de Haití, y su triunfo.

Sin embargo, la sombra de Aristide también representaría dificultades para Préval. Expertos aseguran que el Presidente deberá lidiar con la presión popular para que acepte el regreso de Aristide, algo que rechazan Francia y Estados Unidos, que acusan a este de favorecer a las mafias y de haber caído en el totalitarismo. Pero no hay que olvidar que ese ex mandatario sigue afirmando, y muchos le creen, que fueron sus ideas izquierdistas las que llevaron a que Estados Unidos, que lo había reinstalado en el país en la invasión de 1994, lo sacara a la fuerza en su último período.

Por eso, si Préval admite su cercanía con Aristide, podría perder el apoyo económico de dos países claves para garantizar el fin de la crisis social. Pero si Préval no apoya el regreso del ex presidente, se enfrentaría a muchos de sus votantes que sólo lo respaldaron por esa perspectiva. Como sea, el futuro de Haití está en manos de Préval, y las posibilidades de un futuro mejor para los ocho y medio millones de haitianos dependen de un nuevo mandatario de corte izquierdista en América Latina.