De refugiados a salvadores

Los jóvenes, cuyo nombre se reservaron las autoridades por cuestiones de seguridad, hospedaban al prófugo en su casa cuando se enteraron de sus intenciones. Entonces decidieron esperar a que se durmiera y lo ataron al sofá. “Nos ofreció 1.000 euros si lo liberábamos”, dijo uno de ellos al diario Bild, pero no podían “permitir que les hicieran algo a los alemanes que nos han tratado tan bien”, por lo que lo entregaron. Sin embargo, Albakr burló una vez más a las autoridades y se suicidó en su custodia. Muchos comentaristas criticaron el descuido de las autoridades, pues para las investigaciones era vital conseguir el testimonio del sujeto. Consideran que su suicidio deja muchos cabos sueltos y una amenaza latente.