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REGRESO A CASA

Por primera vez desde su separación, un líder de Alemania Oriental visita la RFA

5 de octubre de 1987

Aun para un curtido dirigente que comenzó su carrera desde muy temprana edad, la escena debe ser lo suficientemente conmovedora como para producir, por lo menos, una lagrimita. Por eso, cuando este jueves 10 de septiembre, una limosina negra se detenga enfrente de número 38 de la Kuchenbergstrasse en la ciudad oestealemana de Neun kirchen, y allí se apee el presidente del Consejo de Estado de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, para visitar la casa donde nació hace 75 años, muchos de los asistentes van a estallar en llanto. No es para menos. Muchos años después de haber abandonado Occidente, Honecker se parará enfrente de la casa pintada de verde que construyera su abuelo hace un siglo y recordará aquellos tiempos en que la vida era más difícil, pero no había sino una Alemania.
Es precisamente ese reencuentro con el pasado, el que va marcar indeleblemente la primera visita oficial de un funcionario de Alemania Oriental a la República Federal de Alemania, después de 38 años de mutua existencia. En lo que es definitivamente una prueba más de que algo está cambiando del lado de allá de la Cortina de Hierro, la visita de Honecker servirá para recordarle a 80 millones de germanos el sueño de una patria unida, que hoy se encuentra separada--entre otras cosas--por una antipática cerca de alambre de púas con garitas ocupadas por guardias armados, que se extiende a lo largo de 1.300 kilómetros: desde el mar Báltico, hasta Checoslovaquia.
Bajo la mirada expectante del Kremlin, la Casa Blanca y los países europeos, los gobiernos de Berlín y Bonn estarán sellando un proceso de acercamiento que ha sido interrumpido muchas veces. Baste recordar que los dos primeros intentos de viaje de Honecker fueron cancelados (el último con menos de un mes de anticipación a la cita) debido a las tensiones entre Oriente y Occidente.
Y es que la cuestión alemana no es fácil, comenzando por los propios germanos. Desde el 23 de mayo de 1949 y el 7 de octubre del mismo año fechas en las cuales entraron en vigor la ley que fundó la RFA y la constitución de la RDA, respectivamente, el camino ha sido espinoso, con algunas aristas más agudas que otras. En la memoria quedan los disturbios de 1953 reprimidos por el ejército rojo, la construcción del Muro de Berlin en 1961 o los escándalos periódicos de espionaje, como el que "tumbó" a Willy Brandt de la cancillería de la RFA el 7 de mayo de 1974.
Aún hoy en día, a pesar de que las relaciones están en su punto más alto la RFA no reconoce a la RDA como estado independiente. Es por esa razón que la de Honecker es una visita de "trabajo" en la cual éste no recibirá los honores correspondientes a un jefe de estado. Habrá izada de banderas con los mismos colores, pero no himno nacional (supuestamente sólo hay uno) y el jefe de gobierno de la RDA será escoltado por 17 y no 21 motociclistas, como le ocurre normalmente a los jefes de estado.
Pero aparte de esos detalles, el hecho es que la visita de Honecker constituye el paso más definido hacia la normalización de relaciones entre las dos Alemanias. A pesar de las diferencias que existen entre ambas, el hecho de tener un pasado común las obliga a tratar de entenderse en los mejores términos. Es por esa razón que los especialistas destacan los últimos avances. Este año, se cree que cerca de 3 millones de ciudadanos del este visitarán a sus familiares del Oeste, la cifra más alta en muchos años.
Así mismo, con ocasión de la visita Berlín anunció la liberación de cerca de 2 mil presos políticos a partir de octubre y la eliminación de la pena de muerte. A cambio, la RFA le ha mantenido créditos a la RDA por casi 2 mil millones de marcos y le tiene una legislación arancelaria preferencial para el comercio de sus productos. Tantas son las ventajas, que el ex ministro francés Jacques Delors llamó a la RDA "el miembro clandestino número 13 de la Comunidad Económica Europea".
Son esos detalles los que hacen que el encuentro de cinco días entre las dos Alemanias produzca una mezcla de alegría y preocupación en Europa Occidental. Por una parte está el punto de la normalización de relaciones, lo cual es satisfactorio para la mayoría. Sin embargo hay inquietud sobre si ese acercamiento sea demasiado. Aunque nadie se atreve a pronosticar una reunificación dadas las circunstancias actuales, si se teme que la cooperación ponga en peligro la "estabilidad" europea. En el lado económico, la colaboración entre la primera nación exportadora del mundo (la RFA) y la nación más desarrollada del bloque socialista, puede inclinar la balanza en contra de los países de Europa Occidental que se encuentran hoy en niveles similares de competitividad. En el lado político se ha llegado a pensar que la RFA podría asumir una posición de neutralidad en contra de los intereses de los países de la OTAN y, en particular, de Estados Unidos.
Aunque es muy posible que el Kremlin esté preocupado por lo mismo--en sentido inverso--lo cierto es que no lo ha dicho. Todo lo contrario. Se cree que la llegada de Gorbachov al poder fue definitiva para que la URSS accediera al viaje de Honecker.
Claro que todavía hay muchas piedras en el camino para que las cosas entre Berlín y Bonn se normalicen. Puntos como la "recompra" de los presos políticos de la RDA por parte de la RFA, el hostigamiento a que son sometidos los oestealemanes que pasan al lado oriental, las altas tasas de peaje para el transporte terrestre que sale o llega a Berlín Occidental por la RDA, la prima que recibe cada ciudadano del este por cruzar la frontera, y otras asperezas similares, deben ser resueltos para que las dos Alemanias comiencen a entenderse.
No obstante, es innegable que el primer paso en ese sentido se da esta semana. La visita es un triunfo tanto para Honecker, el número uno del Este, como para Kohl, el canciller del Oeste. Para el primero, aparte de las implicaciones personales, la visita debe traducirse en un afianzamiento de sus políticas y en mayor asistencia por parte de la RFA. El segundo, continúa proyectando su imagen de líder moderado y está consolidando su imagen ante los electores germanos. Después de la concesión sobre los misiles Pershing que allanó el camino para un tratado sobre el control de armas nucleares entre Rusia y Estados Unidos, este evento fortalece sustancialmente la posición del canciller Kohl.
Sin embargo, es seguro que esos pensamientos se olviden esta semana en Neunkirchen, al menos por unos minutos. Después de ser recibido por su hermana, Gertrud Hoppstaedter, ciudadana de la RFA, y de saludar a sus amistades de hace medio siglo, Erich Honecker escuchará los últimos acordes de la banda de Werner Zins y se irá con los ojos rojos en busca de la ruta que caminó cuando Alemania era sólo una.