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REGRESO A LAS ARMAS

Cierran las embajadas tras escalada violenta en Beirut.

17 de abril de 1989

El ruido de los cañones y el tableteo de las ametralladoras se han vuelto a tomar la capital del Líbano, y la escalada de la violencia, que alcanzó niveles extremos la semana pasada, ha hecho que las pocas delegaciones diplomáticas que quedaban en Beirut, hayan resuelto abandonar lo que queda de la ciudad. Ese, a juicio de algunos observadores, es el mejor indicativo para entender que, en el Líbano, la situación tocó fondo.
Los rivales en esta contienda caótica son, por un lado, los cristianos, bajo el mando del general Michel Aoun, llegado al poder en septiembre del pasado año, tras el cumplimiento del periodo constitucional del también cristiano presidente Amín Gemayel, y las fuerzas islámicas, por el otro, que reúnen una confusión de sectas fundamentalistas unas y un poco más moderadas otras, pero todas apoyadas directamente por el ejército sirio.
El recrudecimiento en los días pasados dejó, hasta los últimos reportes, un saldo de 70 muertos y cientos de heridos. El aeropuerto de Beirut, que venía operando normalmente, quedó cerrado desde el pasado martes 14 de marzo. Las fuerzas del autodesignado primer ministro, Selim alHoss, quien tiene como consejero y mano derecha al famoso dirigente de las milicias drusas Walid Jumblatt, venían ocupando el aeropuerto de la capital mientras aseguraban que "su funcionam¿ento era normal". Sin embargo, la aerolínea estatal Middle Eastern Airlines (MEA) ya habia suspendido sus vuelos sobre la base de que las aseguradoras internacionales no las estaban cubriendo. MEA transporta el 90 por ciento de los pasajeros que llegan y salen del Líbano, por lo que su suspensión significó, de hecho, que la ciudad quedara sin comunicaciones aéreas de ninguna naturaleza.
Los cristianos bajo el comando de Aoun, se han propuesto "limpiar al Líbano de las fuerzas extranjeras", según ha declarado el general a un grupo de periodistas extranjeros. Para asegurarse de que sus afirmaciones tuvieran eco, el militar lanzó un ataque a través de la línea divisoria en Beirut, con lanzacohetes y fuego artillado de metrallas y tanques, mientras las fuerzas islámicas, con Jumblatt y el líder guerrillero de las milicias shiitas, Nabhi Berri, devolvían el tiroteo. En este cruce de balas sobre una línea trazada por dos religiones, quedaban los cadáveres de varios niños de una escuela, en el vecindario cristiano.
Gran Bretaña optó, hacia el final de la semana, por cerrar su oficina diplomática, situada en el sector oeste de la ciudad. Es por allí precisamente donde se supone, están recluidos los cuatro británicos secuestrados, entre los que se encuentra Terry Waite, enviado del arzobispo de Canterbury hace tres años para rescatar a sus compatriotas.