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REVELACIONES A LO HITCHCOCK

Mientras "Time" afirma que USA está tras la invasión a Nicaragua, un agente hondureño declara que Tegucigalpa también apoya a los somocistas.

2 de mayo de 1983

"Seria pero no grave" fue la formulación que el ministro nicaraguense del Interior, Tomás Borge, empleó el 28 de marzo para calificar la situación militar en los departamentos de Matagalpa y Jinotega, afectados por la reciente incursión masiva de comandos antisandinistas. "Persisten las fuerzas enemigas. No han sido aniquiladas pero han sido neutralizadas": explicó. "Estamos en proceso de hacer un esfuerzo mayor desde el punto de vista militar y desde el punto de vista global, para pasar de la neutralización al aniquilamiento", agregó.
En esa segunda fase señalada por el dirigente sandinista se ubicarían al parecer los primeros raids, efectuados al día siguiente de las declaraciones de Borge, por parte de la Fuerza Aérea Sandinista (FAS), que bombardeó al norte del país una pista de aterrizaje que servía de vía de aprovisionamiento a los infiltrados, y atacó a algunas concentraciones de contrarrevolucionarios cerca de la desembocadura del río Bocay, justo en la línea fronteriza con Honduras. "Fue un golpe considerable y extraordinario" explicó el 29 Tomás Borge, advirtiendo que aún quedaba otra pista en territorio hondureño donde también aterrizan helicópteros y pequeños aviones que apoyan a los somocistas.
Pero las noticias de esta guerra que cobraron mayor relieve la semana pasada fueron más bien las revelaciones que hicieran en Managua un guatemalteco capturado por los nicaraguenses al norte del país, por una parte, y las afirmaciones de la revista norteamericana "Time" en su edición del 4 de abril, que en opinión dada a SEMANA por June Erlick, corresponsal de "Time" en Colombia, y quien recientemente estuvo en Centroamérica, "admite la participación de los Estados Unidos" en las actividades fronterizas contra el gobierno nicaraguense.
José Gregorio Nájera es el nombre de un guatemalteco capturado por los sandinistas y quien fuera presentado el 27 de marzo por el jefe de la seguridad de Estado de Nicaragua, Lenin Cerna, ante un centenar de periodistas nacionales y extranjeros, reunidos en Managua. Nájera admitió allí "ser un agente del servicio de inteligencia del Ejército de Honduras".
Agrónomo de profesión, 48 años de edad, dijo haber sido "reclutado por la inteligencia hondureña por el capitán del G-2, Pío Flórez". Explicó que un militar guatemalteco amigo de él, el coronel Juan Leonel Bolaños, lo invitó a trasladarse a Honduras, "donde podría ganar más dinero".
Capturado en Nicaragua cuando se había desprendido de la agrupación somocista con la que se infiltró al país, no ahorró epítetos para con los que hasta hace poco eran sus compañeros de lucha: son "criminales bestias que siguen manteniendo los vicios del pasado", dijo.
Ante las preguntas de los periodistas sobre los objetivos de su misión en Nicaragua, señaló: "Yo, otro oficial de inteligencia hondureño llamado Miguel Angel Pérez y cuatro cuadros bien entrenados teníamos la tarea de llegar hasta Managua y preparar atentados contra dirigentes sandinistas y hacer sabotajes". Aseguró que dicho plan "fue decidido en diciembre pasado cuando se reunió el estado mayor del Ejército hondureño con un agente de la CIA de apellido Talloni, quien fue mi instructor. Más tarde, explicó, fue entrenado por Pío Flórez, el capitán Antonio Benitez y el teniente Alfonso Cruz, todos miembros del G-2 hondureño". "Ellos recibían instrucciones de dos agentes de la CIA de nombres Stevensony Smith", agregó.
Nájera también declaró que había trabajado igualmente con una mujer de la CIA, Margaret Vanderesten, y que había entrado varias veces al departamento fronterizo de Nueva Segovia, para hacer reconocimiento de inteligencia.
Capturado el pasado 10 de febrero, Nájera dijo haberse infiltrado a Nicaragua el 31 de enero en un grupo de 200 hombres comandado por el ex militar de la Guardia Nacional somocista Benito Centeno. Pero solo dos días después de pasar la frontera fueron emboscados por los sandinistas, desbandándose todo el grupo.
Acompañaba a Nájera en la rueda de prensa, Frey Sandino Vidaurre, otro ex militar de la escuela militar de Somoza, quien había huído de Nicaragua en noviembre de 1981, reingresando al país el pasado 16 de febrero como parte de otro contingente de 200 hombres bajo el mando del ex capitán somocista Ramón Castellón.
Nájera y Sandini Vidaurre aseguraron que el Ejército hondureño se había "comprometido a enviarnos apoyo logístico, armas y hasta ofciales para montar escuelas una vez nuestras fuerzas se hubieran asentado en territorio liberado".
Por su parte, la revista norteamericana "Time" reveló que el embajador norteamericano en Honduras, John Dimitri Negroponte, es uno de los principales dirigentes de los grupos antisandinistas en Honduras. Explicó además que "un grupo compuesto por agentes de la CIA y representantes del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en Panamá, constituye el cerebro de la operación, aunque no intervengan directamente en ella". Basándose en fuentes de la antisandinista "Fuerza Democrática Nicaraguense" (FDN), la revista neoyorquina afirma que la contrarrevolución "opera con una estructura de tres comandos independientes": el primero está integrado por norteamericanos, que da órdenes a un segundo, "formado por militares hondureños y un representante del Ejército argentino", quienes a su vez lo transmiten al comando de los somocistas. El embajador Negroponte", según "Time", "lleva la coordinación entre los tres estados mayores y se encarga de asegurar la participación del Ejército hondureño".
Hasta la fecha, el gobierno de Honduras había rechazado toda participación en el conflicto bélico en Nicaragua, negando incluso que en su territorio se entrenan militarmente los somocistas.
El gobierno norteamericano, por su parte, había guardado silencio hasta el 30 de marzo sobre las acusaciones de "Time". En una rueda de prensa, en Washington, el presidente Reagan se negó a comentar las informaciones que vinculaban a la CIA en las actuales operaciones contra Nicaragua, explicando que ellas se debían más bien al descontento de algunos de los que derribaron a Somoza, ante la "toma del control" del país "por las facciones de extrema izquierda". Y el mismo día, refiriéndose a las revelaciones de "Time", el jefe de información de la embajada norteamericana en Tegucigalpa, Cresencio Arcos, dijo a periodistas de esa ciudad: "No tenemos comentarios. Ni siquiera hemos leído ese artículo". "Aunque leyera ese artículo no variaría mi posición", añadió.
El gobierno de Buenos Aires, en cambio, sí negó que tuviera participación alguna en el entrenamiento de los somocistas en Honduras. "Si hay algún argentino por allá, está en condición de mercenario, pero no recibe órdenes de ningún comando militar, por lo tanto su misión no es oficial", declaró a una agencia de prensa "una alta fuente diplomática" en Buenos Aires.
Pero lo que al parecer sería una segunda fase de la ofensiva contra Nicaragua, estaría tomando forma al verificarse el martes pasado los primeros choques entre grupos de militares hondureños y unidades sandinistas, en territorio nicaraguense.
En efecto, contra dos puestos fronterizos, en los parajes denominados La loma del Suspiro, y Loma del Espino, en el departamento de Chinandenga, soldados hondureños dispararon morteros y fusiles, siendo obligados por el Ejército Popular Sandinista a retirarse hacia Honduras.
Tal ataque ocasionó una nueva nota de protesta del gobierno nicaraguense y unas declaraciones del canciller Miguel D'Escoto en las que señaló que Honduras "es un país intervenido" porque "se ha convertido en base de operaciones militares de Estados Unidos" contra su país.
En el campo diplomático, la ofensiva de la cancillería nicaraguense ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas obtuvo el respaldo de más de 50 representantes de países de los cuatro continentes. No obstante,el presidente Reagan expresó que el "relativo aislamiento de Estados Unidos durante el debate del Consejo de Seguridad no era perjudicial para el prestigio o la credibilidad" de su país.
Aún está lejos, pues, la posibilidad de que cristalice una mediación de la ONU en el conflicto nicaraguense.--