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Las revueltas en Libia no cesan. Más de 75 mil personas han tenido que salir de ese país a causa de las protestas. | Foto: Girette Benjamin

ANÁLISIS

Revueltas en mundo árabe: ¿ola de democratización?

Para Eduardo Pastrana, director de Relaciones Internacionales de la U. Javeriana, las protestas del mundo árabe tienen un carburante que las hace distintas a las de otras épocas: las TIC. No obstante, la transición a la democracia no es fácil.

1 de marzo de 2011

Para el profesor Eduardo Pastrana Buelvas,,director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, “se ha derrumbado el mito de la sumisión de los pueblos árabes-musulmanes y su incapacidad de rebelarse”.
 
Lo que está ocurriendo en los países árabes tras la “Revolución de los jazmines” es muestra de que el proceso de democratización llamado “la tercera ola” por el politólogo Samuel Huntington sigue vigente.
 
Pastrana, sin embargo, aduce que las potencias occidentales asisten a las revueltas sin tener clara su posición, pues “la doble moral de Europa y Estados Unidos los llevó a tolerar por décadas el despotismo y la corrupción de estos gobiernos”.
 
En su artículo “Rebelión en contra del autoritarismo árabe-musulmán: ¿Ola de democratización?”, asegura que una de las preocupaciones de Occidente es que el proceso de democratización sea capitalizado por los grupos “integristas” como el Frente Islámico de Argelia o Hamas en Palestina.
 
El autor también explica de qué manera las nuevas tecnologías han servido como vehículo para ampliar la caja de resonancia de las demandas en contra de las “gerontocracias” árabes. En su criterio, la población inconforme es joven y sus reivindicaciones no son el poder para la comunidad religiosa sino la “autonomía del individuo”.
 
Pastrana también expone cuáles son los principales obstáculos del proceso democratizador en Medio Oriente como la tradición de los regímenes dictatoriales, la religión y las demandas sociales.
 
“En fin, parece que las sociedades árabe-musulmanas están llegando a su mayoría de edad y sus gritos de libertad los convierte en protagonistas de su ingreso a su propia modernidad al despuntar el siglo XXI. El tiempo tendrá la última palabra”, concluye.
 
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