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Desde los tiempos de la dictadura no había tantos militares patrullando Río de Janeiro. En sus calles, abundan los soldados armados hasta los dientes y los simulacros terroristas. | Foto: A.P.

BRASIL

Terrorismo de Isis alerta los Olímpicos

Tras el atentado en Niza, las autoridades brasileñas han elevado la alerta terrorista ante la posibilidad de que haya ataques en Río de Janeiro.

23 de julio de 2016

La hipótesis de un aten-tado terrorista durante los juegos de Río de Janeiro tiene a las autoridades brasileñas con los pelos de punta. Y las noticias de las últimas semanas no han hecho nada por despejar ese temor. El jueves, la Policía Federal detuvo a diez personas sospechosas de tener vínculos con Estado Islámico (EI), las cuales estaban buscando armas para cometer un ataque terrorista.

Esa célula constituye apenas el 10 por ciento de las personas monitoreadas por la Policía Federal, según reveló Folha de São Paulo, de una lista elaborada por las autoridades a partir de la vigilancia en las redes sociales, y que hasta ahora no habían disparado las alarmas. De hecho, antes de los arrestos de esta semana, las autoridades habían descartado que los monitoreados fueran “una amenaza inminente”, pues no encontraron elementos que comprueben un vínculo directo con grupos terroristas internacionales.

Sin embargo, ya había indicios de que los yihadistas tenían al gigante suramericano en la mira. Días antes, a través de la red social Telegram, un grupo denominado Ansar al Khilafah Brazil y vinculado a EI ya había divulgado en portugués un listado con 17 técnicas para atacar durante los juegos. Estas incluían atentados a los aeropuertos y otros medios de transporte público, envenenamiento, secuestro de rehenes, falsas amenazas, así como la acción de ‘lobos solitarios’.

Pero eso no es todo. El viernes 15 de julio, un día después del atentado en Niza, las autoridades brasileñas expulsaron del país al físico y profesor franco-argelino Adlène Hicheur, quien dictaba clases en la Universidad Federal de Río de Janeiro. Las autoridades francesas lo habían condenado a cinco años de cárcel en 2012 por supuestos vínculos con Al Qaeda. Sin embargo, tras cumplir algunos años de prisión preventiva y tras solicitar exitosamente que se le rebajara la pena, llegó a Brasil. Aunque la razón de su expulsión fue que su permiso de trabajo había expirado, es sabido que la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin) le seguía la pista de cerca.

Y hace un mes, un informe de esa entidad, publicado por Veja, concluyó que la amenaza de atentados llega al nivel 4 en una escala de 1 a 5. “La diseminación del ideario radical salafista entre los brasileños, junto con las limitaciones operacionales y legales para monitorear a los sospechosos y la dificultad de neutralizar los actos preparatorios de terrorismo, apunta a un aumento –sin precedentes en Brasil– de la probabilidad de atentados en los juegos de Río de 2016”, dice el informe, que se refiere sin citar la huelga de policías y bomberos de esa ciudad, que reclaman sus sueldos atrasados.

La hipótesis de que haya ‘lobos solitarios’, como el que realizó el atentado de Niza, es la principal preocupación de las autoridades, que se extiende a los países vecinos, como Uruguay y Argentina. Según Noticias Urbanas de Argentina, la Agencia Federal de Inteligencia de ese país y la Abin le siguen el rastro a una célula de EI en la provincia argentina de Corrientes, fronteriza con Brasil. El gran temor es la facilidad que existe para trasladarse libremente por la región gracias a los acuerdos migratorios.

“Van a ser los juegos más vigilados de la historia”, dijo a SEMANA Guido Nejamkis, director del sitio web Brasil247.com en español. “Lo que pasó en Niza provocó una revisión general del plan de seguridad, con nuevas reglas en los aeropuertos, y el refuerzo de las medidas tomadas en Río de Janeiro, que hoy por hoy es una ciudad supervigilada, lo cual es ostensible desde la llegada al aeropuerto internacional Galeão, con los perros y soldados presentes en cada puerta”, explicó.

El ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, quiso bajar el temor a los atentados, afirmando que “la criminalidad preocupa más que el terrorismo”. Sin embargo, el temor al robo celulares y cámaras fotográficas no se puede comparar con el miedo a perder la vida por la acción de un ‘lobo solitario’, al mejor estilo Niza. A poco más de diez días del comienzo de las justas, Brasil enfrenta el mayor desafío de seguridad en toda su historia.