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A RITMO DE SAMBA

Con la ventaja obtenida en San Paulo, Collor se convierte en el presidente de la octava economía mundial.

22 de enero de 1990

Después de nueve meses de campaña y una dura y apasionante disputa por la Presidencia de la República, Brasil eligió a su presidente número 30. Media hora después de comenzados los escrutinios el pasado 17 de diciembre, los tres institutos especializados en encuestas divulgaban los datos de las entrevistas realizadas a la salida de las cabinas electorales, que daban como ganador a Fernando Collor de Mello por una ventaja de 3 a 4 por ciento. Doce horas después, las cadenas de televisión que realizaban un escrutinio paralelo confirmaban la tendencia. Fernando Collor de Mello, del Partido de Renovación Nacional, superaba a su adversario Luis Ignacio Lula Da Silva, del Partido de los Trabajadores, por 5 millones de votos. El Tribunal Superior Electoral, por su parte, divulgaba lentamente los primeros boletines. Sólo tres dias más tarde se conocerían los datos oficiales casi definitivos, escrutado el 96.7% de los votos en todo el país, que indicaban una ventaja de 3.4 millones de votos a favor de Fernando Collor de Mello, con el 42.6 por ciento de estos, es decir 34 millones, y daba a Lula 30 millones y medio de votos, es decir el 38 %.

Para los 82 millones de brasileros, que pudieron por primera vez en 29 años escoger al presidente de la República, la sucesión de 1989 pasará a la historia como una dé las elecciones más democráticas, con una participación altísima de la población. Muchos, sobre todo las generaciones de menos de 40 años, el 70% de la población, era la primera vez que ejercían ese derecho. Después de 20 años de régimen militar y cuatro de transición, el país escogió por una estrecha mayoría una figura políticamente ambigua, definida como "un neoconservador"
De los 24 estados del país, Collor ganó por lo menos en 20. "Ese resultado me da más ánimos para cumplir mi misión", declaró. El más joven presidente de Brasil debe su victoria, sobre todo, al increíble éxito electoral que logró en el estado de San Paulo --el más grande colegio electoral: 18 millones de electores--y la zona más industrializada del país, donde barrió a su adversario con una ventaja del 12 por ciento. Un dato significativo, si se tiene en cuenta que la alcaldía de San Paulo está en manos del Partido de los Trabajadores, que tuvo siempre su base histórica allí.

Lula tuvo que rendirse ante la frialdad de los datos y los números. La violencia verbal de la campaña electoral, tanto política como personal, dejó de todos modos caldeados los ánimos. Collor ahora intenta romper e] aislamiento causado por la campaña que, aunque victoriosa, dejó heridas que deberán cicatrizar de ahora en adelante. A pesar de ser el candidato preferido por los industriales, los terratenientes, los hombres de las finanzas (la bolsa tuvo alzas vistosas inmediatamente después de conocidos los resultados y el oro y el dólar paralelo bajaron), Collor es también el candidato más votado en las regiones pobres y atrasadas del norte y nordeste del país, que ven en él al "héroe" de las telenovelas, capaz de resolverles los problemas de miseria y hambre.

Antes de la primera ronda electoral del pasado 15 de noviembre, Collor desarrolló un discurso socialdemócrata con el que se presentó como el candidato de la modernidad. No pudiendo sensibilizar a muchos sectores de las clases medias y altas de los grandes centros urbanos--con excepción de San Paulo, Lula ganó en la mayoría de las capitales de los estados, comenzando por Rio, donde obtuvo el 73%--, optó en la segunda fase electoral por convencer a los sectores conservadores y más marginalizados de la sociedad, a quienes asustó con el horror del comunismo representado por su adversario.

Por su parte, Lula, que había llegado virtualmente empatado en las encuestas, con un aumento en 15 días de 10 puntos en las preferencias de voto antes de la segunda vuelta electoral del 17 de diciembre, no logró convencer al 6% de indecisos que le habrían permitido superar a Collor. Una serie de golpes negativos y desaciertos, como el de haber propuesto el aborto a su ex amante, utilizados por su adversario en las propagandas gratuitas de televisión, así como los titubeos durante el segundo debate televisivo faltando 4 días para las elecciones, visto por casi 60 millones de brasileros, derrumbaron el sueño presidencial de este obrero metalúrgico, destinado en su juventud, por su humilde origen, a ser uno más de los 90 millones de brasileros condenados a vivir por debajo de la línea de subsistencia. Le queda ahora delinearse como el líder de la oposición. En su primera conferencia de prensa como derrotado, declaró que formaría un gobierno "paralelo" para fiscalizar cada acto del nuevo gobierno .
Un gobierno que encontrará en su horizonte problemas gravísimos como una inflación del 50% al mes; la más alta deuda externa de un país de Tercer Mundo y la absoluta necesidad de una reforma agraria.-

QUIEN ES COLLOR
La primera vez que Fernando Collor de Mello pensó en la posibilidad de candidatizarse a la presidencia de Brasil fue en una comida en Pekín, China, en 1987. La decisión fue celebrada al otro día con otros dos diputados amigos, con un brindis "en honor del futuro presidente". Así nacio el llamado grupo de Pekín, que inventó las estrategias para llevar a Collor a la presidencia de Brasil.

A los 40 años, joven, elegante, rico, hijo de una familia prestante de Alagoas que posee, además de tierras, una cadena de televisión afiliada a la cadena O Globo, la más importante del país, y considerada la tercera en el mundo, es el representante de las llamadas "oligarquías" de América Latina: abuelo ministro, padre senador, hijo presidente.

Las primeras huellas de la trayectoría política del recién elegido presidente se remontan a la época del regimen militar, cuando fue nombrado, a los 29 años, alcalde de Maceio, la capital de su estado, por el partido Arena, el partido de los militares. En 1986, en plenos años de transición democrática, Collor obtiene un sorprendente éxito con sus vehementes promesas de cambio y gana las elecciones para gobernador de Alagoas, con el 42% de los votos. Durante sus primeros días de gobierno sorprendió a la opinión pública nacional anunciando una serie de medidas y decretos, quitándole las prerrogativas a funcionarios superprivilegiados del Estado, llamados "marajás", quienes llegaban a ganar 100 veces el salario mínimo como pago de sus servicios al país.

Las medidas de moralización convulsionaron el estado de Alagoas y tuvieron impacto en todo el país. Collor, que ya tenía aspiraciones en la política nacional, encargó una encuesta de imágen sobre los primeros 100 días de administración de los gobernadores. Tenía la delantera sobre los demás. Esa fue la primera de una serie de encuestas que serían utilizadas por Collor para sus iniciativas políticas. A través de ellas, el equipo de marketing elaboraba estrategias ganadoras para su campaña. Para lanzarse a la sucesión de José Sarney tuvo desde el comienzo el apoyo del Partido de la Juventud, más tarde llamado Partido de Reconstrucción Nacional. Dijo que no pretendía tener la ayuda de políticos comprometidos con las estructuras arcaicas del pasado y se lanzó en una campaña abierta contra el presidente, acusándolo de corrupción e incapacidad.

La televisión fue también decisiva para que este alagoano de 40 años aumentara de popularidad en las encuestas. Dicen que los creadores de su imágen se inspiraron en la campaña que en 1976 llevó a un desconocido político de la provincia norteamericana, Jimmy Carter, a la Casa Blanca: la cara limpia del hombre común contra la máscara de los políticos profesionales, que prometen y no cumplen, que corrompen y se dejan corromper. Se forjaba así el fenómeno político de las elecciones brasileras de 1989. No importaba que en torno a su candidatura se reuniera una buena parte de los estratos más reaccionarios de la política brasilera, comenzando por los militares y la clase empresarial. Un ejemplo de ello es el apoyo de uno de los magnates más poderosos del país, el dueño de la red de televisión O Clobo, Roberto Marinho.-