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Ruta sin destino

El proceso de paz vuela en añicos entre las bombas de Israel y los palestinos. Muchos temen el estallido de una guerra total.

15 de junio de 2003

Hasta el martes pasado el nuevo plan de paz para Oriente Medio, bautizado como la 'hoja de ruta', parecía encarrilar a Palestina e Israel en un nuevo esfuerzo por terminar con la segunda Intifada después de 32 meses de violencia y cerca de 3.500 muertos. Pero ese día las fuerzas militares israelíes desplegaron en Gaza un ataque aéreo, con helicópteros artillados, cuyo objetivo era el automóvil de Abdel Aziz al Rantisi, uno de los principales jefes del Movimiento de Resistencia Islámica, Hamas. El atentado no logró su objetivo de asesinar a Al Rantisi pero desencadenó una ola de violencia que tiene al plan de paz prácticamente destruido.

Hamas se había declarado abiertamente en contra del plan de paz y había sido precisamente Al Rantisi quien anunció el viernes anterior el fin de todos los contactos para lograr una tregua con el primer ministro palestino, Abu Mazen. De acuerdo con Israel, no se trataba sólo de un líder político sino de uno de los principales 'jefes terroristas' del grupo.

El resultado no pudo ser peor. Al Rantisi sólo resultó herido, tres personas murieron -un guardaespaldas, una niña y una mujer- y el miércoles se produjo la primera respuesta. En Jerusalén un atacante suicida causó la muerte a 16 personas en un autobús. Tres ataques aéreos de Israel en 24 horas fueron la respuesta. En el último un helicóptero disparó varios misiles al automóvil de otro miembro de Hamas con saldo de siete personas muertas, incluyendo a su esposa y su hija de 2 años. En dos días las víctimas sumaron por lo menos 35 personas entre israelíes y palestinos.

Al cierre de esta edición Israel había ordenado a su ejército "aplastar" a Hamas y declarado a todos los integrantes del grupo islámico, desde su líder, Sheikh Ahmad Yassin, hasta el miembro de rango más bajo, objetivos militares legítimos. Hamas, por su parte, prometió venganza, aconsejó a los extranjeros abandonar Israel inmediatamente para salvar sus vidas y describió el atentado de Jerusalén como "el primero en una serie de nuevas operaciones cuyo blanco es cualquier sionista usurpando nuestra tierra".

La pregunta obvia es qué motivó el operativo del martes, cuando hace poco más de una semana el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y Abu Mazen ponían en marcha el 'mapa de ruta' en Agaba con un fuerte apretón de manos, el presidente norteamericano George W. Bush como testigo y una declaración en la cual instaban por el cese inmediato de la violencia de lado y lado. La respuesta no es del todo clara, pero muchos acusan a Sharon de sabotear los acuerdos al mostrar dos facetas contradictorias y un comentarista israelí llegó a llamarle "Míster Ariel y Doctor Sharon" en alusión al Doctor Jekyll y Míster Hyde, esa metáfora de las dos caras de un mismo individuo, una amable y la otra monstruosa.

En desarrollo de la nueva iniciativa de Washington las dos partes declararon el derecho de la otra a existir, pero sus palabras quedaron en retórica. Israel se limitó a levantar algunos asentamientos de menor importancia, incluso deshabitados, y la débil autoridad de Mazen no consiguió mayores avances en controlar a los extremistas. Por eso que la situación desembocara en violencia no parecería sorpresivo. En ese sentido, "se trató de un intento deliberado para evitar una solución política. Israel quiere llevar el conflicto al campo militar porque sabe que ahí va a ganar", dijo a SEMANA Mark Lance, profesor de la Universidad de Georgetown.

El gobierno israelí sostiene que su intención era, por el contrario, impulsar la paz al sacar del camino a Al Rantisi y se defiende al argumentar que en Agaba nunca se mencionaron los "asesinatos selectivos" de líderes radicales aunque, a juzgar por el número de víctimas civiles, los operativos israelíes de "selectivos" tuvieron muy poco.

Las críticas contra Sharon crecieron cuando fue citado por las agencias de prensa llamando "llorones" a los dirigentes palestinos y comparando a Abu Mazen con "un pollito al que no le han crecido las plumas" por su incapacidad para combatir eficazmente a los grupos radicales. Pero si Mazen llegó al cargo de primer ministro fue gracias a la presión internacional y al guiño de Israel, que se negaba a cualquier negociación mientras Yasser Arafat, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, estuviera a cargo. Pero a juzgar por las palabras de Sharon, no tiene precisamente un socio para la paz sino un antagonista para la guerra.

Eso contribuye a hacer precaria la situación de Mazen, atacado por Sharon y desconocido por sus propios paisanos. "Abu Mazen es un líder impuesto desde afuera, que nunca tuvo el respaldo popular y nunca ganaría en unas elecciones. A los palestinos también les gustaría negociar con alguien distinto a Sharon, pero no por eso exigen un cambio de gobierno", explicó a SEMANA Simona Sharoni, profesora de política en Oriente Medio del Evergreen State College.

En medio de la actual crisis, y con un Abu Mazen contra las cuerdas, Arafat vuelve a surgir como una figura clave. Después de la bomba en Jerusalén el presidente de la ANP hizo un llamado público al cese al fuego, anticipándose incluso a Mazen, y recordando, de paso, que su presencia es necesaria para respaldar cualquier proceso de paz así la idea no les simpatice a muchos.