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A SANGRE Y FUEGO

Durante la última jornada de protestas, el régimen chileno se defendió a bala

11 de agosto de 1986

"Viva Pinochet", fue la frase que individuos no identificados escribieron con fuego en la piel de un estudiante de la Universidad de La Serena en Chile Pareciera ser que el fuego es precisamente uno de los últimos recursos que le van quedando al dictador chileno para imponer su supremacía. A medida que la oposición toma fuerza, el régimen afina su metodología del terror.

Durante los dos días del primer paro general contra la dictadura bajo el lema "Jornada de reflexión por la democracia", la semana pasada, salieron a la calle miles de soldados vestidos para la guerra, con las caras pintadas de negro y armados con ametralladoras más sofisticadas que antes y con nuevos gases lacrimógenos, tan penetrantes que hacían a la gente vomitar.
Además de los heridos y detenidos, ocho personas resultaron muertas.
También, de acuerdo con testigos, en el barrio de Qulicurá, uniformados arrojaron gasolina a los jóvenes Carmen Quintana y Rodrigo Rojas. Este último, que murió luego en el hospital. era fotógrafo, residente en los Estados Unidos-país que ahora ha pedido una investigación exhaustiva sobre lo sucedido.
La represión también se hizo sentir contra los organizadores del paro: la justicia ordenó el arresto de 17 dirigentes de la Asamblea de la Civilidad.
Estos se escondieron y asumió el mando una dirección improvisada.
Este frente opositor, que convocara al paro, fue creado tres meses atrás por organizaciones gremiales y sociales y cuenta con el apoyo de los partidos políticos.
Teniendo en cuenta el desafío que representaba para la oposición llevar a cabo la huelga a pesar de sus propias divisiones internas y de la brutal represión del régimen-que llegó a suspender la transmisión de los noticieros de cuatro radiodifusoras independientes, entre ellas la Chilena de la Iglesia Católica-esta tuvo relativo exito .
"Las FF.AA. no deben seguir arrastrando su destino con el de Pinochet", dijo Germán Correa, presidente de la alianza izquierdista Movimiento Democrático Popular, el cual ya presentó una propuesta de transición a los demás partidos: renuncia de Pinochet y gobierno de emergencia con una personalidad de consenso que llame a elecciones en un plazo de seis meses. Este proyecto tuvo acogida tanto en la otra gran coalición opositora Alianza Democrática, como en la misma Asamblea.
Según algunos observadores, hay, en efecto, cierta reticencia por parte de algunos militares, de seguir el cronograma impuesto por la Constitución de 1980, cuyo artículo transitorio 27 estipula que los comandantes en jefe de las tres armas y de carabineros nombran un candidato y la ciudadania lo aceptará o rechazará por plebiscito. Esto muy probablemente terminaria con la reelección de Pinochet hasta 1997.
Es por esto que la oposición parece ahora, después del paro, más unida detrás de la convicción de que Chile se deshará del dictador con una movilización popular que obligue al régimen a transigir. Sobre todo cuando las únicas respuestas que ha tenido a sus llamados al diálogo han sido las Balas. --