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SAQUE DE BANDA

Extraditados a Bélgica los hooligans de la matanza del estadio

12 de octubre de 1987

Son suficientes como para jugar un partido de fútbol con todas las de la ley, con árbitro y jueces de línea incluídos. Sin embargo, es poco probable que alguien se les enfrente. Al fin y al cabo, este grupo de 25 hombres que llegó el miércoles pasado a Bruselas, a bordo de un avión Hércules de la fuerza aérea belga, constituye lo más "granado", los hooligans, los temidos hinchas ingleses de fútbol.
Son pocos los aficionados al balompié que se pueden preciar de llevar su pasión deportiva a los extremos que lo hace este grupo. Según las autoridades belgas, son estos 25 hooligans los principales responsables de la tragedia del estadio de Heysel, ocurrida el 29 de mayo de 1985 en Bruselas, cuando se enfrentaron los clubes Liverpool de Inglaterra y Juventus de Italia. En esa ocasión, un error de las autoridades encargadas de la distribución de los puestos dentro del estadio, ocasionó que la "barra" del Liverpool quedara vecina a la del Juventus. Los roces entre ambas comenzaron antes del juego y en un momento dado los ingleses aprisionaron a los italianos contra una de las barreras del coliseo. Como resultado, 39 aficionados perdieron la vida y cientos más resultaron heridos.
Los estudios posteriores de los video tapes que registraron la tragedia, confirmaron la impresión generalizada de que habían sido los hooligans británicos los causantes de todo. Al cabo de un proceso de revisión de las cintas y contando con la ayuda de la policía británica, las autoridades belgas pudieron identificar a 26 personas que fueron paulatinamente arrestadas en Inglaterra. Fue este grupo el que en su mayoría fue extraditado a Bélgica la semana pasada. Con la excepción de un hooligan que tiene delitos pendientes en Gran Bretaña, los demás ya estuvieron en el Palacio de Justicia de Bruselas y fueron interrogados por un juez de instrucción encargado del caso. Tal como están las cosas, el juicio debe comenzar a finales de este año y los acusados enfrentan una pena máxima de 10 años de prisión, si son declarados culpables.
Pero independientemente del resultado del proceso, el tema de los hinchas detenidos ha producido conmoción a ambos lados del Canal de la Mancha durante las últimas semanas. Por una parte, ha habido protestas en la Gran Bretaña por la decisión del gobierno de extraditar a los hooligans para que sean juzgados en otro país. El hecho -amplificado por la prensa sensacionalista de Londres- se volvió el tema de moda en los últimos días, ya que los británicos desconfían de la calidad de la justicia belga. "Tenemos el mejor sistema judicial del mundo. Por qué no damos a nuestros jóvenes la posibilidad de tener un proceso justo?", preguntó la hermana de uno de los acusados. A su vez, la conmoción en Bélgica tiene que ver con el tratamiento que están recibiendo los acusados. Estos van a pasar sus días de reclusión en lo que la prensa ha llamado "una Prisión de cinco estrellas". Los 25 hinchas están instalados en celdas relativamente espaciosas en la prisión de Lovaina, y pueden mirar la televisión (incluída la BBC), escuchar la radio, recibir libros y periódicos, aceptar la visita de hasta tres personas al día y, si lo quieren, jugar microfútbol en los patios de la penitenciaría.
Esas condiciones especiales son el resultado de la presión de Jean Gol, el ministro de Justicia belga, cuyo apellido le queda perfecto al caso. Obsesionado por las protestas inglesas sobre la justicia de su país, el funcionario acabó anotándose todo un autogol. A pesar de que los ingleses quedaron tranquilos por el lado del trato a los hinchas del Liverpool, los que no quedaron nada contentos fueron los reclusos belgas.
El lunes 7 de septiembre se presentó un motín en la prisión de Saint Gilles en el centro de Bruselas, cuando cientos de reclusos se tomaron un ala de la penitenciaría e incendiaron todo lo que era combustible, en protesta por el trato preferencial dado a los hooligans. En los disturbios, controlados al cabo de varias horas por la policía, acabó muriendo asfixiado un inmigrante ilegal camboyano, como prueba de que el sino trágico de Heysel no termina.
Y la cosa no para ahí. 27 meses después de los acontecimientos en el estadio belga, lo equipos ingleses continúan vetados para jugar partidos oficiales dentro del continente europeo. La más reciente prueba de fuego se dio, curiosamente, el mismo día en que los hooligans eran conducidos a Bruselas en medio de las más impresionantes medidas de seguridad. En esa misma fecha, el equipo inglés de fútbol se enfrentó en Dusseldorf a la selección de Alemania Federal, en un partido amistoso en el que lo que menos importó fue el resultado.
En efecto, a pesar de que a petición británica las boletas para el encuentro no fueron vendidas en Inglaterra, algunos hinchas del Reino Unido viajaron por sus medios a la ciudad germana y fueron cuidadosamente observados a toda hora, dentro y fuera del estadio. A pesar de la lección de Heysel, se tiene la impresión de que las cosas siguen siendo muy parecidas. El martes en la noche, horas antes del juego, nueve hinchas ingleses fueron arrestados por la policía cuando, absolutamente borrachos, intentaron destruir un restaurante de Dusseldorf. 24 horas más tarde, otros treinta quedaron "a la sombra", después de violentos incidentes. Según los hinchas, no era para menos. En el partido amistoso, Inglaterra perdió 3 goles a 1.