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Se vende menos contaminación

Dos proyectos colombianos ilustran cómo el negocio de ser ecológico paga.

10 de febrero de 2007

Quién hubiera creído hace un tiempo que una organización como Fedepalma, enfocada en la extracción y venta de aceite vegetal, pudiera tener un flujo de caja adicional por un servicio muy particular: el de reducir las emisiones de gases efecto invernadero en la atmósfera. Pero eso es lo que está a punto de suceder en este gremio.

En las plantas de producción de palma en el país se pondrá en marcha un proyecto que busca captar el metano que se emite en uno de los procesos, limpiarlo y reutilizarlo como fuente de energía para otras actividades que antes se realizaban con diesel. Con esto, dejaran de emitir 520.000 toneladas de C02 en el primer año, cifra que se incrementará de 5 a 8 por ciento en los siguientes 21 años. Esta iniciativa les permite recibir unos certificados que se venderán en el mercado internacional al cliente que ofrezca el mejor precio, que muy probablemente será alguno de los grandes países contaminantes del norte. "Ha sido la sensación en Europa y es interesante porque en él participa todo un sector económico", dice Thomas Black, director del Centro Andino para la Economía en el Medio Ambiente. Con este tipo de proyectos, que se denominan Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), el protocolo de Kyoto busca incentivar la reducción de emisiones. Consiste en una fórmula sencilla: países con altos grados de emisiones podrán cumplir con las metas propuestas en Kyoto, ya sea disminuyendo en sus propios países con proyectos amigables con el medio ambiente o comprando certificados en cualquier lugar del mundo, como Colombia. De esta forma, todo el mundo gana, tanto el empresario como el planeta que deja de contaminarse.

Otro caso colombiano es el de la planta de Santa Ana de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. En el túnel de Usaquén, que transporta agua tratada de la planta Wiesner a la ciudad, se debía reducir la presión del agua. En lugar de construir una nueva estructura para lograrlo, el acueducto diseñó un proyecto para colocar una turbina que produce energía limpia, la cual se interconecta con la red eléctrica del país. Con esta simple acción se reducirán anualmente aproximadamente 23.960 toneladas de C02 por el primer año, emisiones que se certifican y se venden en el extranjero al mejor postor. Cada certificado podría tener un precio de venta de 16 euros. El incentivo ha hecho que el acueducto vaya a replicar el proyecto en tres puntos de su sistema en donde se requiere también reducir la presión. Con el ingreso de este dinero, la entidad adelantará otros proyectos que permitan conservar el recurso hídrico. "Uno sería un corredor biológico entre Chingaza y Sumapaz para proteger el bosque andino y el páramo", dice Martha Cruz, de la gerencia ambiental de esta empresa.

Como ellos, en el país cada vez más empresas buscan una oportunidad de negocios en estrategias que eliminen o reduzcan las emisiones. Según Martha Patricia Castillo, del Ministerio de Medio Ambiente, hay aproximadamente 80 proyectos en Colombia en proceso y en el mundo se observa cómo las cifras de las transacciones han aumentado en apenas tres años (ver recuadro).

El tema está tan vigente, que en marzo se realizará en Cartagena una feria para promover los proyectos MDL en el país, al cual asistirán más de 500 personas entre líderes empresariales, inversionistas y compradores de certificados.

Estos casos demuestran que Kyoto podrá tener muchas falencias, pero que sus soluciones son un marco de referencia interesante para nuevos acuerdos en el que todos los países trabajen en equipo.