Home

Mundo

Artículo

SOMBRAS NADA MAS

Tras las elecciones, y con el país al borde de la disolución, la pregunta es dónde están los demócratas que lo liberaron del comunismo en 1990.

13 de julio de 1992

LA VIEJA CHECOSLOVAquia está herida de muerte. Sólo 30 meses después de que la llamada "Revolución de Terciopelo" democratizara el país, las dos regiones históricas que lo integran produjeron resultados tan antagónicos en las elecciones parlamentarias, que la secesión está a la vuelta de la esquina.
La fundación de Checoslovaquia se remonta a la terminación de la Primera Guerra Mundial, cuando los naciolalistas checos y eslovacos encontraron en su unión la frmula para independizarse del imperio Austroúngaro. Ya para entonces la parte checa tenía un desarrollo mayor y mejores amigos en occidente, pero ello no era un inconveniente sino un estímulo para la unión. Hoy esos factores atentan contra su supervivencia, combinados además con la aplicación de un programa de reformas económicas que causa más escozor en Eslovaquia.
La semana pasada el resultado reflejó esa situación. En la república checa, los votantes favorecieron al ministro de finanzas Vadav Klaus, un economista que obtuvo el 33 por ciento del Parlamento nacional . En Eslovaquia el vencedor fue el izquierdista Movimiento por Eslovaquia Democrática de Vladimir Meciar, un ex comunista que quiere iniciar el proceso hacia la secesión de su tierra.
El presidente Vaclav Havel encomendó a Klaus la formación de un gobierno, pero al final de la semana las partes no habían reconciliado sus posicionés. El propio Havel, el dramaturgo que sufrió cárcel por su disidencia anticomunista, tiene su futuro en entredicho.
El puesto de presidente es ceremonial y simbólico y Havel, con su prestigio en occidente y la autoridad moral que tiene en todo el país, se había convertido en símbolo de la nueva Checoslovaquia. Pero ahora Meciar ha advertido que encabezará la oposición reelegido en el parlamento el 3 de julio, para favorecer a Richard Sacher, otro excomunista.
La salida de Havel y la eventual división del país, confirman la tesis de que los movimientos este europeos hacia la democratización no han logrado sobrevivir en el nuevo ambiente político. El Foro Cívico reunía en 1989 cientos de miles de personas para presionar por elecciones libres, pero esta vez su heredero el Movimiento Cívico no consiguió el tres por ciento mínimo para acceder al Parlamento. Su contraparte eslovaca, Gente Contra la Violencia sufrió un proceso semejante. Ambos se dividieron en más de 80 partidos de grupos como gitanos, excomunistas, madres y hasta bebedores de cerveza.
Ese es un fenómeno que parece darse a través de Europa del este, y otro ejemplo es lo sucedido en Polonia, donde Solidaridad se dividió en 29 partidos diferentes. Un analista británico escribió recientemente que "los partidos políticos de Europa oriental no proporcionan la fuerza cohesiva requerida para el funcionamiento de la democracia. A pesar de sus plataformas, esos partidos suelen terminar abrazando estrechos intereses económicos o derechos regionales, religiosos o étnicos". En el caso checoslovaco, esa situación ha dado paso a una pugnacidad mutua entre los líderes que podría ser el comienzo del fin para el país.
EL DRAMA DE LOS HUNGAROS
LA POSIBLE DIVISION DE CHEcoslovaquia en sus dos sectores históricos tiene angustiados a los 500 mil húngaros que viven en el país y podría ser el germen de un conflicto internacional de consecuencias imprevisibles.
La razón es que el dirigente eslovaco Vladimir Meciar, al anunciar que convocará a un plebiscito sobre el tema, no ha ocultado sus intenciones de borrar del mapa político de su país a la minoría de ese origen. Meciar afirmó que "la alternativa de soberanía es solamente para los eslovacos y no para las nacionalidades", mientras hizo la salvedad de que los líderes de los partidos de origen húngaro "no representan a todos los húngaros ".
Miklos Duray, presidente del partido húngaro minoritario "Coexistencia", aseguró que la elección de Meciar al Parlamento es "una circunstancia peligrosa" y anunciaron que pedirían "autonomía territorial" para administrar los 13 distritos, dos ciudades y 508 poblaciones que ocupan en la parte sur de Eslovaquia, a orillas del Danubio.
Meciar ha rechazado esa reivindicación y ha dicho que estaría dispuesto a enviar tropas a su frontera sur. Su vicepresidente Duka Solyiomi dijo que si "se presenta una catástrofe, tendríamos que pedir ayuda al gobierno húngaro para que nos defienda ".
Ese tono pugnaz descubre la gravedad del tema de las minorías en Eslovaquia, donde viven desde la fundación del Estado, además de los húngaros, alrededor de 300 mil gitanos, 21 mil ucranianos, 62 mil polacos y 93 mil alemanes, entre otros. Meciar se opone a que esas minorías tengan derechos especiales y ya se ha pronunciado a favor de prohibir completamente el húngaro, porque "necesitamos sólo un idioma quenos una, el eslovaco". Por lo que parece, en esa región del mundo se combinan los ingredientes para una nueva explosión.