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El ‘Brujo’ López Rega, Perón e Isabelita (María Estela), saludan al pueblo poco a ntes del deceso del Presidente. Ella lo sucedió, y el poder efectivo quedó en manos del extraño personaje, que organizó la Triple A

ARGENTINA

También había asesinos

El pedido de extradición de Isabel Perón pone en el banquillo a la Triple A y el peronismo, que desarrollaron una guerra sucia antes de la llegada de los militares.

20 de enero de 2007

La orden de captura internacional contra la ex presidente María Estela Martínez, viuda de Juan Domingo Perón, depuesta por el golpe militar de marzo de 1976, rompe la impunidad que cobijó por más de 30 años los crímenes de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), cometidos durante su gobierno.

Cuando murió Perón en 1974, a pocos meses de asumir la Presidencia por tercera vez, fue sucedido por su esposa, la vicepresidenta. Fue entonces, y no cuando llegó la dictadura militar, cuando surgió en el país el terrorismo de Estado, auspiciado por 'el brujo' José López Rega, ministro de Bienestar Social y secretario de Perón e Isabel. Entre 1974 y 1975, la Triple A puso bombas, atacó sedes partidarias y redacciones de medios, y asesinó entre 600 y 1.500 personas, no solo jóvenes y sindicalistas y activistas políticos.

López Rega era un oscuro ex policía que logró introducirse en 1965 como mayordomo en la casa madrileña donde Perón vivía exiliado desde el golpe de 1955. 'Lopecito' se había ganado la confianza de María Estela Martínez, una ex bailarina que mitigaba la soledad del general en su exilio de Panamá y Venezuela, y que a punta de insistencia logró convertirse en su tercera esposa.

'Lopecito' e Isabel, como la llamaba Perón, amaban las ciencias ocultas. Varios historiadores han narrado que en 1971, cuando Perón recuperó el cadáver de su esposa Evita -que dio vueltas por el mundo durante 16 años-, Isabel se acostaba al lado del cuerpo mientras 'Lopecito' hacía conjuros para pasar el espíritu de Eva a su sucesora.

Cuando Perón fue electo de nuevo en 1974, el peronismo estaba desgarrado entre la derecha y la izquierda. El líder, que había navegado entre las dos aguas, se inclinó contra la izquierda de su partido, la Juventud Peronista (JP), y los Montoneros.

Apoyándose en ello, López Rega fue creando una base de ex policías y amigos, la Triple A, que en pocos años sembró el terror. Al morir Perón en 1974, 'Lopecito' logró lo que tanto había esperado: su protegida Isabel asumió la Presidencia.

Una de las pruebas contra Isabel es el testimonio del teniente coronel Sosa Molina, jefe de la Guardia de la mansión presidencial en Olivos, donde vivía López Rega. Sosa Molina declaró que los atentados se organizaban allá, a donde entraban decenas de hombres armados que descansaban mientras esperaban órdenes.

El poder de López Rega se basaba en su control absoluto de la Presidenta. Cuando 'el brujo' advirtió que su poder llegaba a su fin, en un país destrozado por las huelgas y los preparativos de golpe en los cuarteles, se recluyó en Olivos con 50 hombres armados. Contra su voluntad, Isabel tuvo que destituirlo. López Rega sería detenido en Miami en 1986 y murió en 1989 en prisión.

Hasta ahora, la justicia sólo se había ocupado de investigar los crímenes de la dictadura militar a partir del golpe de 1976. "Lo que hoy se rompió es el pacto político del 83 de no investigar los crímenes de la AAA ni las desapariciones en el gobierno constitucional", dijo a SEMANA Marcelo Larraquy, autor de una biografía de López Rega.

Lo novedoso es que la investigación ha sido promovida por el gobierno, también peronista, de Néstor Kirchner. La investigación puede desnudar la responsabilidad del propio Perón y develar la relación entre la organización paramilitar y el aparato peronista.

Por eso, varios dirigentes del justicialismo (peronismo) han saltado, temerosos del peligro para la figura de Perón y para el partido: "Es una persecución política a Isabel y, a través de ella, al peronismo todo. Quieren hacer aparecer al gobierno de entonces como el responsable por la Triple A, y no fue así", protestó Jerónimo Venegas, titular de las 62 Organizaciones Peronistas, una de las principales corrientes sindicales del país.

Isabel espera, nerviosa, en Madrid, mirando oculta tras las cortinas de su residencia, mientras el justicialismo se agita sabiendo que, con la cabeza de Isabel, se puede hundir el prestigio de Perón y de su partido, que durante más de 60 años condujo la política argentina.