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Temen que inocentes sean blanco de secuestros en Phoenix

JACQUES BILLEAUD (AP)
8 de mayo de 2009

Una niña de 13 años que se encontraba frente a su casa fue encerrada por la fuerza en una camioneta por secuestradores mexicanos que la confundieron con la sobrina de un pandillero que les había robado 25 kilos (55 libras) de marihuana.

La niña les dijo que no era la muchacha que buscaban, pero de todos modos le pegaron en la cabeza, la ataron con cinta adhesiva y se la llevaron, mientras sus familiares observaban indefensos.

Phoenix soporta una ola de secuestros y este caso ilustra algo que inquieta a las autoridades: la posibilidad de que los secuestros trasciendan el submundo del narcotráfico y el tráfico de personas y se enfoquen en ciudadanos respetuosos de la ley.

"Ya tenemos bastantes problemas con los secuestros entre ellos mismos", declaró el jefe de la policía local Jack Harris. "Pero si comienzan a secuestrar a personas normales, ajenas al bajo mundo, no tenemos personal como para hacer frente a esa situación".

En el 2008 se denunciaron 368 secuestros, lo que hace de Phoenix la capital de la nación en materia de raptos. Los secuestros se han convertido en un problema tan grande que la policía creó una unidad especial para combatirlos.

Las autoridades esperan evitar los errores de la policía mexicana, que ignoró los secuestros entre pandilleros. Hay quienes creen que eso estimuló a los secuestradores a que empezasen a raptar gente ordinaria para cobrar rescates, incluso personas de pocos recursos.

Las autoridades mexicanas generalmente no le dan importancia a un secuestro "si no involucra a alguien importante, una persona rica o famosa", según José Luis Velasco Cruz, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México y experto en el narcotráfico.

En los últimos años los secuestros involucraban a pandilleros rivales, sus asociados o parientes de ellos. Eran una herramienta para cobrar deudas, robar dinero a otros pandilleros o tomar represalia por otro secuestro.

Los secuestradores generalmente piden rescates de entre 30.000 y un millón de dólares, y a veces exigen drogas también.

Dos víctimas de secuestros fueron asesinadas el año pasado. Otras fueron torturadas con hierros calientes o se les quebraron los dedos a ladrillazos. Ha habido llamadas en las que parientes de secuestrados escuchan los gritos de dolor de sus familiares.

En mayo del 2008, pandilleros le dispararon a un traficante de personas en la cabeza, llevaron su cadáver a un callejón y le prendieron fuego. Luego llamaron a la novia del individuo y le dijeron que viese el noticiero por televisión.

Al aumentar los secuestros, los investigadores de Phoenix se sintieron tan desbordados que no hicieron las preguntas necesarias como para comprender que había surgido un nuevo patrón.

"No dábamos abasto. Empezábamos a investigar un secuestro y, a mitad de camino, surgía otro", expresó el teniente Lauri Brugett, que supervisa la unidad especial antisecuestros creada el año pasado.

Si se ubica un secuestrado, son necesarios 60 agentes para ensayar un rescate, incluidos comandos especiales SWAT.

Cuando el blanco de un secuestro es una persona inocente, generalmente se debe a un malentendido.

En el caso de la niña de 13 años secuestrada en marzo del 2008, los traficantes buscaban conocer el paradero de un presunto pandillero que vivía cerca de la casa donde se encontraba la muchacha. Ella no lo conocía ni sabía nada de él, pero de todos modos se la llevaron.

Un hermano y un medio hermano de 16 y 17 años intentaron impedirlo, pero retrocedieron cuando los secuestradores les apuntaron con sus armas. Vieron cómo la niña era metida en una camioneta y se la llevaban.

Fue liberada horas más tarde en un suburbio de la ciudad, luego de que los secuestradores se dieron cuenta de que tenían la niña equivocada.

Las autoridades aseguran que los residentes de Phoenix no tienen nada que temer pues no hay indicios de que los pandilleros se propongan secuestrar ciudadanos comunes para pedir rescates pues no quieren generar revuelo.

De todos modos, no obstante, la policía se muestra preocupada.

"No podemos ser inocentes", dijo Brugett. "Uno tiene que estar preparado para lo peor, fijarse objetivos y buscar la forma de conseguirlos. Uno de esos objetivos es hacer que no les resulte tan fácil secuestrar gente común".

El procurador del condado de Maricopa, Andrew Thomas, quien es el fiscal más importante de Phoenix, creó una unidad especial de tres personas para que lidien con los casos de secuestros.

"Si estos pandilleros están dispuestos a maltratar a otros seres humanos de la forma en que lo hacen, no veo por qué no estarían dispuestos a maltratar también a ciudadanos inocentes si consideran que es lo que más les conviene", dijo Thomas.

Desde junio, la policía hizo unos 300 arrestos de gente relacionada con secuestros e invasión de propiedad, y desarticuló 35 comandos de secuestradores. Las autoridades aseguran que ahora se secuestra a menos familiares de delincuentes.

La policía dice que la mayoría de los secuestradores provienen del violento estado mexicano de Sinaloa, por donde pasa gran cantidad de la droga que va dirigida a Arizona.