TEMPESTAD DE "NIEVE"
Las investigaciones sobre la coca salpican cada día más alto
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Hay un principio de síntesis en el Perú, luego de los formidables laboratorios de coca descubiertos en el Amazonas: la selva tenía tanto de verde como de blanco. Eso en cuanto al narcotráfico. Y en lo tocante a la corrupción policial la conclusión no es más alentadora, tras la destitución de 37 generales en una semana: sí había soles más devaluados que el monetario.
Fue una semana en la que los narcos, materialmente, perdieron de pronto más que cuando el diluvio.
Cerca de dos mil uniformados colombo-peruanos, en desarrollo de h Operación Cóndor, se tomaron primero, en la localidad de Caballococha, sobre el río Amazonas, un laboratorio que procesaba semanalmente 250 kilos de clorhidrato y tenía un flujo diario de diez aviones que los recogían rumbo a Colombia y Estados Unidos. En la acción,se encontraron en la pista vecina al laboratorio cinco avionetas: tres colombianas, una boliviana y la quinta de matricula norteamericana. Luego los militares, en otro golpe a sangre y fuego, tomaron en la misma zona un segundo laboratorio, donde el procesamiento se hicía con recursos electrónicos, y del que se remitían 500 kilos de coca todos los santos dias a Estados Unidos, segun el viceministro del Interior peruano, Agustin Mantilla Campos. Y para cerrar la faena, el lercer golpe en Caballococha puso al descubierto un laboratorio subterráneo, también dotado de modernísimos equipos, donde se hallaron 1.500 kilos de pasta básica. En total, resumió el jueves Mantilla desde Iquitos, a donde terminó por trasladarse en vista de la magnitud de los golpes, se desbarató el engranaje que controlaba el tráfico de la tercera parte de la pasta básica que salía del Perú con destino a Estados Unidos. Mantilla estaba satisfecho, dijo a los periodistas en Iquitos.
Más satisfecho aun, estaba en Washington Ronald Reagan, y el miércoles su departamento de Estado hizo pública la satisfacción del mandatario, revelando los mensajes de fe licitación que envio a los Presidente de Colombia y Perú. Pero casi que dan mensajes de autofelicitación.
Ocurre que, contra lo que se pensó en un principio, las tomas de las once pistas clandestinas y los tres laboratorios de Caballococha no fueron consecuencia de los documentos y vestigios que se encontraron un mes antes en Lima, cuando estalló en el exclusivo sector de Surquillo un laboratorio que estaba conectado a las casas de media manzana a la redonda. No: las fuerzas de la Operación Cóndor lograron sus éxitos guiadas por los mapas de 250 pistas clandestinas que satélites de la DEA habían fotografiado con anterioridad sobre la selva del Amazonas. Eran mapas del mismo corte de los que publicó El Tiempo en octubre de 1984 y donde los departamentos de la Costa Atlántica colombiana estaban salpicados de punticos, a manera de referencia de los lugares en que la DEA, a través de sus satélites autónomos, detectó las pistas sospechosas. De manera que la DEA, uno de cuyos agentes estuvo presente durante las incursiones en Caballococha, fue la verdadera punta de lanza contra el tráfico en un país que se estima produce el 50 por ciento de la pasta básica de coca que se procesa a nivel mundial.
CONDOR COBRA VUELO
Aparte de ser un agudo observador, el agente de la DEA que acompaño por el Amazonas a los hombres que se tomaron los laboratorios,nada tuvo que ver con las actividades selváticas de la Operación Cóndor. Tuvieron sí mucha participación los mandatarios Betancur y Garcia, desde el final de la tarde del 28 de julio pasado cuando se posesionó este último. A medio discurso, con Belisario ahi frente, el jefe de Estado peruano pidió que Colombia lo acompañara en la cruzada antidrogas que se proponía. Betancur, tan dado a sorprender, escuchó la petición de Garcia súpito y con el ceño fruncido. Podría tratarse de una insinuación en el sentido de que Colombia no había sido lo bastante diligente en la lucha contra el narcotráfico y que allí el tremendo auge que el cultivo y procesamiento de coca habían adquirido en Bolivia y Perú.
Pero cualquier suspicacia quedó resuelta con la decidida colaboración de Colombia en las recientes incursiones en el Amazonas. Un contingente de uniformados colombianos, al mando del coronel Jaime Ramírez--tal vez el más informado oficial del país en cuestiones de droga--inició labores conjuntas con la policía peruana, hasta lograr los éxitos que merecieron la felicitación de Reagan.
Esos éxitos, que se materializan en la captura de los más sofisticados equipos que se conozcan para el procesamiento de droga, dieron entonces lugar a toda una serie de cábalas. En principio se dijo que los narcos peruanos habían decidido superar la etapa de simples proveedores de materia prima en la red del tráfico, y de ahí la presencia de semejantes laboratorios. Pero luego surgió en los diarios limeños la versión de que, a raíz de la persecución desatada contra los capos colombianos desde la muerte de Lara Bonilla, estos optaron por trasladar el epicentro de sus actividades a la región amazónica peruana, desde donde podrían operar con igual facilidad que cuando lo hacían en las selvas colombianas, región en la que instalaron el célebre laboratorio de Yarí, considerado el más grande del mundo hasta la semana pasada.
Este anílisis condujo a pensar que era cierta la confesión del colombiano Porfirio González, un morocho cedulado en Tumaco y único detenido durante el primer golpe de la Operación Cóndor. González señaló que la organización trabajaba para Carlos Ledher y Pablo Escobar y que su misión era la de ayudar a cuidar las pistas adyacentes a los laboratorios. Sin embargo, las autoridades colomboperuanas no aportaron más pruebas que afianzaran la sindicación contra los dos capos, señalados tambien como dueños del 80 por ciento de las acciones de la "Ciudadela de la Coca".
El otro veinte por ciento se le ha adjudicado a los hermanos vallunos Arcesio y Omar Rico, el primero dueño de importantes propiedades en Palmira y el segundo en Buga. Hasta ahora los Rico no habían sido vinculados al tráfico de estupefacientes.
Pero sus nombres fueron vinculados a los descubrimientos de Caballococha en calidad de capos, y entonces se hicieron pesquisas sobre ellos en sus zonas de influencia en el Valle. Sin embargo, salvo el reconocimiento de sus propiedades, sólo se pudo saber que desde hace algunos meses habían desaparecido de por allá. En esas condiciones, apenas un puñado de trabajadores menores en los laboratorios está en poder de las autoridades, entre ellos varios indios Ticuna del Brasil, quienes habrían sido tratados por sus antiguos patronos con rigor esclavista. Esa es la gente que se tiene para iniciar a fondo las averiguaciones sobre los más grandes laboratorios de coca descubiertos hasta ahora, y que por sus características deben conducir hasta altísimos eslabones en la espiral del narcotráfico.
GENERALES A DISCRECION
Pero si la semana pasada estuvo movida en el Amazonas peruano, no menos convulsiva fue la actividad en Lima. Y allí sí tuvo mucho que ver el laboratorio descubierto en Surquillo.
Mientras el ex ministro del Interior Luis Percovich, asociado también al narcotráfico, hacía su aparición en el Palacio de Justicia, entre los chiflidos de un centenar de peruanos, para responder por los cargos y anunciar que demandaría a los medios de comunicación que pusieron sobre el tapete su nombre, la cúpula de la Policia se resquebrajaba sin remedio. Puesta en tela de juicio desde la posesión de Garcia, trató de reaccionar contra la intención del nuevo Presidente de fusionar, mediante la ley, las cuatro fuerzas policiales en una sola. Entonces se reunieron cuarenta generales en Lima, pero sus pataleos fueron fulminantemente ahogados por la irritación pública, ocasionada por las revelaciones de Surquillo. Por todos lados aparecieron luces conducentes a encumbradisimos militares del régimen anterior, entre ellos Eduardo Ipinze, ex director de la Policia de Investigaciones Peruana --PIP--, el más implacable perseguidor de colombianos en el Perú durante los últimos años. Ipinze, valido entre otros recursos de la disposición que le permitia encarcelar durante quince días a los sospechosos para interrogarlos, fue reiteradamente acusado de maltratos por los colombianos victimas de su "diligencia" para combatir el tráfico.
Ahora resulta que, junto con otros 37 generales destituidos, figura como una de las cabezas más visibles en las actividades del Pablo Escobar peruano, Reynaldo Rodríguez, dueño de la media manzana podrida de Surquillo.
Con las cosas en ese estado. Los cuarenta generales adversos al proyecto de ley gubernamental que integra las fuerzas policiales, apenas salieron con un timido comunicado en el que daban a entender que hasta podrían respaldar la iniciativa aprista. Pero es un respaldo que no ha sido tomado en cuenta. Están tan mal parados que uno de los argumentos básicos de Percovich para sacudirse de encima las dudas, fue el de que obró con tanta rectitud en el ejercicio de su ministerio que dio de baja a 550 policias y a 70 oficiales corruptos. El problema parece ser que dejó a muchos con sus soles intactos. Y en el Perú hoy el sol está por el piso. --