Los ataques de las tropas vietnamitas a lo largo de la frontera entre Camboya y Tailandia y los enfrentamientos militares parciales entre la China y Vietnam, han acabado con varios meses de relativa calma en el sudeste asiático.
Según el "Cotidiano del Pueblo" principal periódico del PC chino, los bombardeos efectuados por la China contra el Vietnam, el 16 y 17 de abril, son "simples réplicas" a las "provocaciones intolerables" llevadas a cabo por el ejército vietnamita en varios puntos fronterizos entre los dos países.
Con esta afirmación la China parecía descartar que su "contraataque" se convirtiera, de hecho, en una "lección" semejante a la de 1979 cuando invadió el norte de Vietnam, impresión que fue corroborada por las declaraciones del primer ministro Zhao Ziyang durante su visita a Australia.
Vietnam, por su lado, después de haber atribuído la responsabilidad de los incidentes a la "política expanionista de Pekín" anunció, el 18 de abril, haber replicado a los ataques chinos. Se ignora de qué manera y si hubo o nó choques directos entre los soldados chinos y vietnamitas.
En realidad, los bombardeos chinos que, según Hanoi, mataron o hirieron a 17 civiles, fueron interpretados como una respuesta directa a los ataques perpetrados por el Vietnam en Camboya, cerca de la frontera tailandesa.
Nadie olvida que en enero pasado, en Bangkok, el jefe del estado mayor del ejército chino había prometido que su país estaría "hombro a hombro con Tailandia si los soldados vietnamitas se atrevían a invadirla".
Iniciada el 31 de marzo con unos doce mil soldados, la ofensiva vietnamita tenía por objetivo destruir los campamentos guerrilleros polpotiano-nacionalistas situados a pocos kilómetros de la frontera tailandesa.
"Múltiples indicios nos habían permitido saber que Vietnam tenía la intención de acabar con toda la resistencia durante esta estación seca. Nosotros nos habíamos preparado para cualquier ataque" declaró a SEMANA Son Sann, el "primer ministro del gobierno de coalición" a su llegada a París.
Resultado: los vietnamitas lograron ocupar rápidamente el campamento "sihanukista" de O'Smach y el de Phonom Chat dirigido por los Khmeres Rojos sin haber obtenido la confrontación deseada con los guerrilleros .
El ataque causó, en cambio numerosos muertos, heridos y desaparecidos entre la población civil que se había refugiado en esa zona, así como un nuevo éxodo, que supera las cincuenta mil personas, hacia Tailandia. Este hecho y el "derecho de persecución" invocado por los vietnamitas en territorio tailandés, crearon graves incidentes con ese país.
Por primera vez, la aviación tailandesa intervino, en varias oportunidades, lanzando inclusive bombas de napalm contra grupos de soldados vietnamitas que habían penetrado en su territorio.
Entretanto, nos comentó Son Sann, los vietnamitas se preparan a atacar los campamentos de Bang Snagae y Nong Samet en los que se encuentran unas ciento treinta mil personas. El jefe nacionalista nos informó que en caso de ataque sus combatientes lucharán hasta permitir la evacuación de la población civil pero, enseguida, se diseminarán. Este método permitirá hostigar a los vietnamitas sin exponerse a sufrir graves pérdidas o a ser literalmente destruidos.
En su opinión, Vietnam ha cometido un error político al atacar a Tailandia. Los países de la ASEAN (Tailandia, Singapur, Indonesia, Malasia, y Filipinas) reforzarán más su cohesión y rechazarán con mayor fuerza, la "negociación regional" que propone Vietnam a favor de las resoluciones de la ONU que prevén la retirada de todas las tropas extranjeras y la organización de elecciones en Camboya. Tal no es, naturalmente, el sentimiento del gobierno vietnamita.
Convencido de haber parado "el genocidio perpetrado por los Khmeres Rojos" desde 1975 y de permanecer en Camboya "para ayudar al gobierno revolucionario", Hanoi piensa que las actuales operaciones militares a lo largo de la frontera con Tailandia son tareas "legítimas" para "acabar con la contrarrevolución". Paralelamente, el gobierno vietnamita ha hecho saber a Tailandia que las "hostilidades podrán ser evitadas" si resuelve abstenerse de cualquier ayuda a los "contrarrevolucionarios" y no ofrecer "santuarios a los bandidos de Pol Pot" para sabotear el gobierno revolucionario de Camboya.
Vietnam ha hecho saber igualmente, que "no habrá solución del problema camboyano" si no hay una solución al problema del sudeste asiático. Dicho de otra manera: la solución del problema camboyano depende de la relación que se establezca entre Laos, Camboya, y Vietnam con la China Popular.
En lo inmediato, Vietnam propuso, el 12 de abril, abrir las negociaciones a nivel regional (con los países de la ASEAN) y declaró que, retiraría, en mayo próximo, una parte de sus tropas que oscilan, según las fuentes, entre 150 y 180 mil soldados. Hanoi permanece, sin embargo, abiertamente opuesta a las resoluciones de la ONU.
Por considerar que las Naciones Unidas no deben sostener un gobierno representado por los Khmeres Rojos y porque la propuesta de retirar sus tropas y celebrar elecciones libres no conviene al actual gobierno que fue "elegido por el pueblo camboyano", "esa propuesta es una intromisión de la ONU en los asuntos interiores camboyanos" nos declaró un alto diplomático de la embajada vietnamita, en París. En definitiva, las nuevas intervenciones militares del Vietnam no parecen haber cambiado los fundamentos del problema del sudeste asiático pero han agravado singularmente sus términos. En efecto, atacada por Vietnam, Tailandia pidió a los Estados Unidos nuevos armamentos, así como un incremento de su ayuda militar. Solicitudes que fueron aceptadas inmediatamente como lo prueba la entrega, el 11 y 12 de abril de misiles "Redeyes", de ocho cañones 155 de largo alcance y el anuncio hecho por Paul Wolfowitz, asistente del secretario americano para Asia, de que los Estados Unidos estaban estudiando la posibilidad de aumentar, en un 50%, la ayuda militar, que alcanza, en este momento 66 millones de dólares.
La URSS, por su lado, se activa en la región, agregando a la presión militar vietnamita, su influencia política. Así, el vice-ministro de Relaciones Exteriores, señor Kapista, previno en una reciente gira a los países de la ASEAN: si la resistencia camboyana continúa recibiendo ayudas, Vietnam podría distribuir armas a las guerrillas de los países concernidos.
José Hernández, corresponsal de SEMANA en París