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TIRE Y AFLOJE

A pesar de las tensiones crecientes, Noriega sigue haciendo esfuerzos para mantener el poder.

31 de agosto de 1987

La cuerda se ha tensionado tanto en Panamá que está a punto de romperse. Al menos eso es lo que parece indicar el tono in crescendo que han ido tomando los acontecimientos del vecino país, donde el hombre fuerte, el general Manuel Antonio Noriega y su presidente, Eric del Valle, hacen lo que los observadores han llamado desesperados esfuerzos por mantenerse en el poder luego de 7 semanas de revueltas y conmoción general a raíz de las denuncias públicas del coronel retirado Roberto Díaz Herrera.
Mientras se acercaba el paro general convocado para el lunes 27, el general Noriega puso a disposición del presidente Del Valle todos los cargos desempeñados por militares, a excepción de aquellos relacionados con la jerarquía castrense. El gesto fue presentado como el inicio del repliegue militar prometido por el gobierno. En carta a Del Valle, Noriega expresó que "ese ofrecimiento corresponde al deseo de colaborar con usted al máximo en su empeño por fortalecer el funcionamiento de las instituciones civiles". A pesar de todo, la Cruzada Civilista, que comanda la oposición, siguió adelante con el paro, con declaraciones de que las concesiones eran demasiado insignificantes y tardías.
Sin embargo, la orden de paro, considerado exclusivamente patronal, fue rechazada por el poderoso Consejo Nacional de Trabajadores Organizados (Conato) cuyo presidente, Ricardo Monterrey, ordenó a los trabajadores presentarse a sus puestos de trabajo. Recordó el dirigente sindical que en marzo de 1986, cuando Conato hizo una huelga general de 10 días para protestar por reformas del Código Laboral, muchos patronos aprovecharon para despedir obreros, pero ahora "cuando son ellos los que quieren obligarnos a parar, nos amenazan con despidos por no querer parar". Según la Policía, pequeños comerciantes se presentaron ante las autoridades a denunciar que habían sido amenazados por la Cruzada Civilista para que cerraran sus negocios. Aunque la comprobación de esto es difícil, la realidad es que el diario opositor Extra advirtió que la Cruza da Civilista publicaría la lista completa de los comerciantes que no se acogieron al paro, con el fin de que los ciudadanos "sepan quiénes son".
El domingo 26, la muerte de un estudiante a manos de la Policía en la población de Valle de Antón, vino a acrecentar las tensiones y a agregar motivos para los disturbios estudiantiles, que han llevado al cierre de la Universidad de Panamá. El lunes, día de comienzo del paro, se produjo la esperada detención del coronel retirado Roberto Díaz Herrera, tras un espectacular operativo militar que rodeó su residencia. Aunque voceros gubernamentales afirmaron que no hubo heridos en el tiroteo que precedió a la toma, el carismático arzobispo Marcos Mc Grath dijo haber presenciado personalmente la evacuación de un vehículo lleno de personas ensangrentadas.
El gobierno de Estados Unidos,que suspendió la ayuda económica y militar a Panamá, se negó hacer comentarios sobre el arresto de Díaz Herrera, pero en cambio criticó el cierre, el día anterior, de los tres principales diarios de oposición. El vocero del Departamento de Estado, Charles Redman, demandó al presidente Del Valle que "termine de inmediato la censura o la interrupción de los informes de prensa". Por otro lado, Redman denunció que un diario progubernamental publicó el lunes una fotografía de John Maisto, jefe adjunto de la embajada, a quien se acusa de instigar a los grupos opositores a la violencia: "Rechazamos cualquier acusación de que haya intervenido en asuntos internos de Panamá"
Mientras los empresarios de la Cruzada Civilista reclamaban el éxito total del paro, el gobierno insistía en sus esfuerzos por reagrupar el conglomerado de fuerzas que constituyó el "Proceso revolucionario Torrijista", en un esfuerzo por ampliar su respaldo popular contra lo que llama una conspiración de la oligarquía panameña. A las reuniones celebradas por el propio Noriega la semana anterior con la Coordinadora de Organizaciones populares, se sumó la manifestación, cuidadosamente preparada, que se realizó el viernes ante la Casa del Recuerdo y en la que unas 100 mil personas entre militares, partidarios de la coalición gubernamental y empleados publicos con Noriega y Del Valle a la cabeza, trataron de hacerle contrapeso a los disturbios antigubernamentales. Las fuerzas,pues, se radicalizan: la Cruzada Civilista no quiere oir ni hablar del general Noriega y éste no parece haber considerado su retiro, y entre tanto, la temperatura sigue subiendo en el ya recalentado ambiente del país centroamericano.