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TIRON DE OREJAS

Las visitas de Mubarak y Shamir permiten a Bush insistir en su plan de paz.

8 de mayo de 1989


Los asesores de Bush dicen que Reagan tenía muy mal acostumbrados a los israelíes. "En el conflicto del Medio Oriente, la última palabra para el gobierno norteamericano era dicha por el Estado de Israel. Lo único que hacía entonces la administración Reagan era endosarla". Y parece que Bush, sin pecar de exagerado, también empieza en esto a divorciarse de su carismático antecesor presidencial. La semana anterior, después de su reunión con el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, el Primer Mandatario de los Estados Unidos dijo por primera vez lo que nunca había dicho Reagan: "Que Israel deje de ocupar los territorios conquistados desde la guerra de 1967".

Por su parte, en su visita esta semana a Washington, el primer ministro israelí, Yitzhak Shamir, fijó de una vez por todas la posición de su gobierno sobre el problema más candente de todos: la cuestión palestina. Shamir le dijo al presidente Bush lo que ya le había dicho tres días atrás al secretario de Estado norteamericano, James Baker III, y que se resume en los siguientes puntos:

1. Que bajo la supervisión de Israel, los palestinos ocupantes de la margen occidental del rio Jordán y de la franja de Gaza lleven a cabo elecciones, después de suspender sus levantamientos.

2. Que los palestinos elegidos entren a negociar con los israelíes la solución de un asentamiento autónomo para Palestina.

La OLP ha rechazado en numerosas ocasiones ambas sugerencias. La organización que comanda Yasser Arafat no acepta la supervisión de Israel sobre ningún tipo de solución; en cambio si, por ejemplo, la de las Naciones Unidas. En cuanto al asentamiento, los palestinos exigen que el mismo Arafat participe directamente de las negociaciones.

En la mitad de ambos extremos (no necesariamente extremistas) se encuentra hoy el gobierno norteamericano. Para Bush y su séquito, lo que se debe hacer es lograr simplemente que tarde o temprano israelíes, palestinos y Estados árabes involucrados se sienten a discutir en forma directa las condiciones de un acuerdo. Estados Unidos manifiesta no estar ni por la soberanía de Israel en la margen occidental del Jordán (que es seguramente donde concibe el asentamiento para los hermanos de Arafat) ni por la creación de un Estado palestino. Pero Bush, al contrario de Reagan, ha manifestado respaldar si es necesario la celebración de una cumbre internacional (eso si, sin participación soviética), idea con la que de plano tampoco simpatizan los israelíes.

Para los norteamericanos y los países árabes involucrados, la primera acción la debe realizar, sin embargo, el mismo Israel, devolviendo los territorios ocupados desde la guerra de 1967. Entonces Israel tomó control de las alturas del Golán, que pertenecían a Siria; del Sinaí, que era egipto; de la franja de Gaza, que era administrada también por los mismos egipcios; y de la margen occidental del río Jordán, incluida la parte oriental de Jerusalén, que era manejada entonces por Jordania. En 1979, Israel devolvió el Sinaí a Egipto, mediante la firma de un acuerdo de paz.

Por su parte, la comunidad judía norteamericana, que cuenta entre sus miembros más activos a celebridades como Woody Allen, Carl Bernstein, Allen Ginsberg, Arthur Miller y Betty Friedan, envió a los gobiernos en conflicto y a los medios de comunicación un mensaje en el que expresa su rechazo a la posición de Shamir, mientras le sugiere negociaciones directas con la OLP.

Algunas buenas acciones, en pro de un clima menos belicoso, ya se están tomando. El miércoles pasado, por ejemplo, el ejército israelí liberó 250 árabes que habían participado en el levantamiento palestino. Pero, eso sí, dijo no haberlo hecho por esa razón sino porque era la semana de la fiesta musulmana. De todas maneras, el tira y jala de la discusión apenas comienza. Y eso, tratándose de protagonistas tan soberbios y tan tercos, ya es mucho. Que la sensatez humana se dé por bien servida.--