El ataque perpetrado en Trípoli el 8 de mayo pasado, por un comando de quince personas contra el cuartel Dab Azizia y la propuesta hecha por el coronel Khadafi a Francia para que los dos países retiren simultáneamente sus tropas del Chad hacen pensar que el jefe libio atraviesa en estos momentos por serias dificultades. La acción militar del ocho haría parte de una campaña de hostigamiento organizada por el opositor Frente Nacional para la Liberación de Libia (FNLL) que dirige, desde su creación en octubre de 1981, el antiguo embajador libio en India, Mohamed Youssef el Mashiriaf.
En este sentido, el diario Sundays Express había afirmado el 25 de marzo que los opositores a Khadafi habían hecho explotar el más importante depósito de municiones en Benghazi, provocando la muerte de varios centenares de militares. Por su parte, el Washington Post anunciaba casi al mismo tiempo otro atentado fallido contra una personalidad próxima al líder libio.
El complot del 8 de mayo, dio a entender Khadafi en una entrevista concendida al diario Le Monde, contó con la ayuda de numerosos cómplices en Libia. Esta versión parece coincidir con los análisis de algunos periodistas en Trípoli quienes no comprenden cómo 15 personas venidas del extranjero pretendían tomar o penetrar al cuartel del estado mayor, protegido por un inmenso muro y cuyos alrededores están vigilados por cámaras electrónicas.
Las explicaciones suministradas por el responsable de la revolución libia parecen, en cambio, poco convincentes. Según él, tres miembros del comando interceptados el 6 de mayo mostraron pasaportes del Sudán, con visas inglesas y norteamericanas y afirmaron ser palestinos. Tenían listas de sus cómplices, según la misma fuente, con sus números de teléfono así como instrucciones precisas sobre los atentados que debían cometer. ¿Pero un comando profesional -se pregunta el enviado especial de Le Monde- cómo podía ignorar que Sudán y Libia no tienen relaciones diplomáticas? ¿Cómo podrían declararse palestinos para pasar inadvertidos en un momento en que Khadafi considera a Yasser Arafat como un enemigo jurado?
Como quiera que sea, el hecho es que ese complot logró paralizar la capital libia durante unas ocho horas y las autoridades respondieron ordenando el arresto de unas 200 personas entre las cuales se encontraban algunos militares funcionarios y estudiantes. El dirigente libio sabe que, además de su poder "tiránico", según sus propias palabras, y los métodos expeditivos utilizados tanto en Libia como en el extranjero contra los disidentes, la oposición puede explotar las dificultades económicas que empiezan a golpear el país como consecuencia de la reducción de las cuotas petroleras que han bajado de 22 mil millones de dólares, en 1983, a 11 mil millones de dólares el año pasado.
Otro signo alarmante para el coronel Khadafi es que el Congreso General del Pueblo, el parlamento libio, rechazó cuatro proyectos que él habia presentado para reducir de 25 a 14 el número de municipalidades en el país y establecer la igualdad entre el hombre y la mujer mediante la concesión del derecho de perseguir al marido en caso de adulterio o de poder entablar un proceso de separación. Otros proyectos pretendían suplir la falta de profesores obligando a las madres a ocuparse de la educación primaria de los hijos e instituir el servicio militar obligatorio para los dos sexos. Este último proyecto es particularmente importante para Khadafi pues sueña con poder prescindir del ejército que él considera como "potencialmente fascista".
En el plano exterior su situación tampoco es halagueña. Después de haber reducido el conflicto de Chad a una simple guerra civil y negado que sus tropas combatían al lado de los hombres de Gukuni Ueddei, el jefe del Estado libio reconoció, el 30 de abril ante la televisión francesa, la "presencia" de su ejército en el norte de Chad y se declaró dispuesto a negociar con París para retirarlo. Khadafi busca salir honorablemente de ese atolladero en el cual se ha metido sin obtener los resultados esperados. Su intervención, lejos de haber despertado el nacionalismo árabe o africano contra "el imperialismo francés", ha aumentado la desconfianza que muchos regímenes demostraron al impedirle a Khadafi convertirse en presidente de la Organización de la Unidad Africana. Mas aun, el jefe libio tuvo que comprometerse a suspender su ayuda militar al Frente Polisario para evitar que Hassan II enviara sus soldados a apoyar a Hissen Habré.
Khadafi reprocha a Argelia haber apoyado a Yasser Arafat, haber normalizado sus relaciones con Francia tras la visita del Presidente Chadli a París en noviembre pasado y no haber incluido a Libia en el Tratado de Fraternidad y Concordia firmado con Túnez en marzo de 1983 y al cual se adhirió Mauritania el 13 de diciembre pasado. En el plano militar, el dirigente libio no pudo superar la "zona roja" impuesta por Francia entre los paralelos 15 y 16 ni logró desestabilizar el régimen de Hissen Habré desde el interior, gracias a algunas acciones militares efectuadas en el sur de Chad. Además, el estacionamiento de sus tropas en el norte de Trípoli suscita, según varios periodistas europeos que han viajado a Trípoli, una viva inquietud en la población que no ha olvidado que entre 1980 y 1982 unos 1500 soldados libios perdieron la vida en ese desierto. El semanario Jeune Afrique señala en su número del 16 de mayo, los desacuerdos que separan en el norte de Chad a los libios y los partidarios de Gukuni Ueddei. "Sin contar -escribe esa revista- las manifestaciones hostiles de la población civil que comienza a reaccionar contra una ocupación que toma la forma de una verdadera anexión".
Por todos esos motivos, sin duda, el coronel Khadafi propone a Francia buscar una fórmula de compromiso en torno a "un tercer hombre". Por lo mismo, quizá, el líder libio habría decidido declarar una tregua a sus opositores en el extranjero. Arabia Saudita, que aceptó ocuparse de los intereses libios en Inglaterra tras los acontecimientos que desembocaron en la ruptura de relaciones diplomáticas, habría supeditado su acuerdo a la promesa de que los Comités Revolucionarios dejarían de ordenar el asesinato de los opositores al coronel libio.
En Francia, el gobierno ha saludado el cambio operado por Khadafi sobre el problema chadiano. En realidad, París pretende utilizar la apertura de Trípoli para negociar el fin de una intervención militar que además de cara es impopular.