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Hillary ha podido superar los estereotipos que la describen como una mujer calculadora y capaz de todo para llegar al poder

ESTADOS UNIDOS

Todos contra Hillary

A pocas semanas de las primarias, la ex primera dama sigue liderando la carrera por la Casa Blanca, pese a los misiles de sus adversarios de ambos partidos.

24 de noviembre de 2007

La carrera preelectoral en Estados Unidos tiene una protagonista incuestionable. La posibilidad de que la ex primera dama Hillary Rodham Clinton regrese a la Casa Blanca, pero como Presidenta, copa el debate en la campaña que, como los observadores se encargan de recordar todos los días, será la más larga y costosa de la historia. La hoy senadora por Nueva York no ha hecho otra cosa que consolidar su papel de favorita. Durante casi todo el año ha tenido 20 puntos de ventaja sobre su más cercano competidor demócrata, Barack Obama, mientras en la otra orilla los republicanos se disputan ser el más apropiado para enfrentarla.

Y es que el candidato que salga investido por los demócratas partirá con ventaja. Por cuenta de los numerosos escándalos del Partido Republicano y la impopularidad del presidente George W. Bush, el escenario parece servido para ellos. Según las encuestas, tres de cada cuatro estadounidenses piensan que el país va en la dirección equivocada y culpan a los republicanos. Bush ha demostrado que el país necesita un político experimentado, realista y competente.

Hillary, amada y odiada, ha sabido sortear obstáculos como su alto nivel de rechazo. Aborrecida por los conservadores, de ella se ha dicho que es calculadora y que polariza a los votantes. A sus puntos vulnerables se suman dos votos polémicos en el Senado. El primero, de hace años, a favor de la guerra en Irak; y el más reciente, a favor de declarar a la Guardia Republicana Iraní una organización terrorista en lo que muchos consideran un movimiento para ambientar un ataque a los ayatollas. Algunos señalan que, en caso de ganar, se completarían 24 años del país en manos de dos familias, y que eso pesaría mucho en la conciencia democrática de los norteamericanos a la hora de votar.

Pero Hillary ha logrado resistir los ataques de lado y lado. Es una candidata consistente que se ha preparado por años para dirigir el país y ha dedicado todo tipo de sacrificios para lograrlo. "En el Senado, su reputación no es de una figura que divide, sino de una política talentosa que muchas veces ha cruzado las líneas partidistas. No creo que sea justo etiquetarla como una figura divisiva", dijo a SEMANA Barbara Kellerman, de la escuela de gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Por si fuera poco, Hillary es la candidata que más dinero ha recaudado, está respaldada por una aceitada maquinaria política y tiene en su esposo, Bill Clinton, un telonero de lujo.

En la prueba de fuego de los debates televisados se defendió bien, aunque el del 30 de octubre, en el que fue el centro de los ataques, fue su peor noche. Por momentos lució vulnerable. John Edwards, el tercer demócrata en disputa, fue incisivo. En el último debate, en Las Vegas, Hillary contraatacó. "A mí no me importa que critiquen mis posiciones o mi programa, pero cuando alguien empieza a tirar barro, espero que al menos esté bien fundamentado y que no haya salido del guión de los republicanos", dijo.

El hecho de que Hillary se pueda convertir en la primera presidenta de Estados Unidos no deja de ser una novedad en la campaña. El reto para sus competidores es atacarla con dureza sin quedar como unos machistas o unos misóginos. Desde la campaña de la ex primera dama amagaron con jugar la carta del género. La candidata dijo estar enfrentándose al 'club de varones' que aspira a la Casa Blanca y hasta Bill Clinton echó mano de la victoria de Cristina Fernández de Kirchner en el Cono sur para decir que "es difícil creer que Estados Unidos sea más machista que Argentina". Hillary después aseguró que creía que los ataques se debían a que lideraba las encuestas, y no a su condición de mujer, pero el tema podría volver a surgir más adelante.

En cualquier caso, la candidatura de Hillary no está garantizada. En el complicado sistema de primarias en Estados Unidos, donde cada estado tiene reglas de juego distintas, los primeros que voten pueden alterar la ecuación. Por eso, las elecciones de Iowa y New Hampshire, los primeros estados en el calendario, son la gran oportunidad para descarrilar la locomotora de los Clinton.

En estas elecciones en particular, los estados han peleado por ubicarse primero en el calendario y así cobrar relevancia. Iowa y New Hampshire, ambos con poblaciones pequeñas y blancas, han tenido tradicionalmente una desproporcionada influencia en el proceso. Otros, como Michigan, abogaron por anticiparse, a pesar de la amenaza de sanciones de los partidos, con el argumento de que su población es más diversa y representativa. Ha sido toda una batalla que terminó con un calendario inusualmente apretado en las primeras semanas de 2008 (ver infografía). Más de 20 estados decidieron tener sus primarias el 5 de febrero en lo que ya llaman el 'mega martes'. Su propósito era disminuir el protagonismo de los primeros, pero muchos analistas apuntan que parecen haber conseguido lo contrario.

Al final, Iowa es el primero con su 'caucus' del 3 de enero, y New Hampshire el segundo, con su primaria del 8. De acuerdo con el promedio de encuestas que publica el portal Real Clear Politics, Hillary puntea con el 42 por ciento, Obama le sigue con el 23 y después está Edwards con el 12 por ciento. Pero los últimos datos han encendido las alarmas de Clinton, pues aunque rezagado en el nivel nacional, Obama la empata en Iowa. Incluso hubo una de The Washington Post que lo ubicaba 4 puntos por delante. Y en New Hampshire la ventaja no es tan holgada. Como afirmaba The Economist, "Si él se apunta una victoria en Iowa, la ventaja de la señora Clinton en New Hampshire se podría derretir como un hielo en primavera". Después, el voto negro en Carolina del sur podría inclinar la balanza a favor del carismático Obama. El recuerdo de cómo se hundió la candidatura de Howard Dean está fresco. En noviembre de 2003 era el favorito y John Kerry tenía un solo dígito, pero sorprendió al ganar en Iowa y terminó como rival de George W. Bush en 2004.

También hay que contar los votos de Edwards. Si éste se retira, Obama podría capitalizarlos, aunque algunos apuntan que el ex candidato a vicepresidente es un serio aspirante, pues a pesar de marchar tercero en los sondeos, es el candidato masculino y de raza blanca mejor posicionado para un cargo que siempre ha sido ocupado por un hombre blanco. Pero, como asegura la analista Kellerman, "enfocarse en Edwards es simplemente perderse la gran historia. Y esa historia es que los candidatos más fuertes son una mujer y un afroamericano". Punto.