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Terminada su luna de miel, Corazón Aquino viaja a Washington a pedir ayuda

20 de octubre de 1986

Como todo buen hijo mira a su padre cuando después de terminada su luna de miel se encuentra en problemas, Corazón Aquino tuvo también que voltear los ojos y hasta extender la mano hacia los Estados Unidos, siete meses después de llegar al poder. "Cory", como la llaman cariñosamente quienes la eligieron, se mantiene aún con un alto nivel de popularidad entre los filipinos.
Pero, a pesar de su innegable sinceridad y buenas intenciones, la euforia de la "revolución del pueblo" que la llevó a la Presidencia ha ido cediendo terreno para dejar entrar una cierta oleada de pesimismo acerca de la forma como está manejando los asuntos de Estado.
Dejando atrás un país prácticamente en quiebra tras el saqueo de que fuera objeto bajo la presidencia de Marcos, enfrentamientos con la guerrilla comunista, un gabinete de 26 miembros de gran heterogeneidad, cuyas diferencias son más que evidentes, y hasta el rumor de un golpe de Estado, Corazón Aquino viajó a los Estados Unidos en su primera visita oficial de 9 días. Allí, con su paquete de problemas bajo el brazo, empezó a entrevistarse uno tras otro con todos aquellos que pueden "darle una mano": el presidente Reagan, el vicepresidente George Bush, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, banqueros e inversionistas privados, y hasta las Naciones Unidas. El tema: básicamente los 26 mil millones de dólares de deuda externa que Filipinas debe pagar y cuyo servicio de la deuda representa anualmente más del 50% de los ingresos por exportaciones. Con la imperiosa necesidad de una renegociación, la Aquino se fue dispuesta a todo. Y algo consiguió.
Pero obtener del gobierno de los Estados Unidos un crédito de 100 millones de dólares a los cuales se suman 50 millones en ayuda militar y 20 millones en suministros médicos, tuvo su precio. Después de haber respondido con un enfático "soy yo quien decide lo que se hace en este país" a las presiones indirectas de la administración Reagan para que tome una acción más determinante contra los 20 mil miembros del llamado "Nuevo Ejército del Pueblo", de tendencia comunista, la Aquino tuvo que bajar la guardia y dejar de lado la altivez antes de llegar a los Estados Unidos. Convencida de que el enfrentamiento de 17 años llegaría a su fin si se pudieran realizar las reformas políticas y económicas necesarias, la Presidenta terminó, sin embargo, aceptando el reforzar las Fuerzas Armadas, actitud que contó con la inmediata complacencia de los Estados Unidos. Del mismo modo renovó su compromiso de respetar el acuerdo por el cual los norteamericanos pueden mantener sus bases en las Filipinas hasta 1991, obteniendo a cambio una invitación de boca del propio Reagan a que los estadounidenses inviertan en las islas.
La ayuda económica proporcionada por los Estados Unidos, sin embargo, dista aún mucho de ser la solución para los problemas de "Cory", necesitada también de una buena dosis de confianza y respaldo en el terreno político. La Aquino ha tenido que enfrentarse a los mismos miembros de su gabinete, en varias oportunidades. Las mayores diferencias se han dado, sin duda, con el ministro de Defensa Juan Ponce Enrile, cabeza de la cruzada anticomunista, y quien abiertamente ha hablado de perpetrar un golpe en el futuro, si se ve necesario. "Si Cory Aquino es demasiado suave con los comunistas, hasta el punto en que ellos se fortalezcan, va a tener que vérselas muy seguramente con los militares", aseguró un miembro de las Fuerzas Armadas perteneciente al ala reformista que peleó contra Marcos. Pero además de Ponce Enrile, Augusto Sánchez, el ministro del Trabajo, también representa un dolor de cabeza para la Aquino.
Desde su nombramiento, se han registrado 428 huelgas, la mayoría promovidas por el sindicato 1° de Mayo, de tendencia comunista. Y como si fuera poco, la comisión de 48 miembros que designara para elaborar la reforma constitucional se ha visto demorada en su trabajo por dificultades para llegar a acuerdos sobre algunos temas. El acto de gobierno que más malestar ha causado, sin embargo, es al parecer el nombramiento de "oficiales a cargo" para remplazar los 74 gobernadores, 60 alcaldes mayores y 1.520 alcaldes de pequeñas poblaciones y villorrios elegidos o nombrados bajo el gobierno de Marcos. Los nombramientos, responsabilidad del ministro de Gobiernos Locales, Aquino Pimentel, han sido considerados parcializados por los miembros de otros partidos.
Pendiente aún la renegociación de la deuda externa con las entidades internacionales de crédito, la Aquino, a pesar de sus infulas de independencia, dista, pues, todavía mucho de poder gobernar, como quisiera, sin el gran "Tío Sam"--