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UN CASO DE NOVELERIA

Rápidamente se desinfló el asunto de las cuentas de Geraldine Ferraro

1 de octubre de 1984

La primera mujer jamás nominada por un partido para la vicepresidencia de los Estados Unidos, Geraldine Ferraro, se vio envuelta en un escándalo publicitario que bien supieron aprovechar los republicanos durante los días de su convención nacional. La candidata demócrata ha tenido que responder muchas preguntas acerca de un error relacionado con sus finanzas y las de su esposo, John Zaccaro, quien es un empresario de finca raíz en la ciudad de Nueva York. Segun la revista Newsweek, la Ferraro y el candidato a la presidencia para las elecciones de noviembre, Walter Mondale, estaban esperando que el asunto empezara a olvidarse una vez presentaran el reporte detallado de declaración de renta y otras finanzas que comprendía el período 1978-84. Pero se presentaron nuevos problemas cuando se descubrió que Geraldine y su esposo habían pagado una suma menor a la que les correspondía por concepto de impuestos sobre sus ingresos. Un asesor de la campaña de Mondale declaró que esa suma, que Ferraro y su esposo dicen no haber pagado por culpa de un error de su contador, puede llegar a ascender a los $ 250.000 dólares incluyendo intereses y multas. Otros asesores calcularon que sólo sería de $ 60.000 y 100.000 dólares.
Además de lo anterior, señala Newsweek, los mismos reportes también descubrieron la participación de Zaccaro en un negocio de propiedad raíz que acarrea nuevas preguntas sobre la financiación de la campaña en que Geraldine Ferraro fuera elegida al Congreso años atrás. Y fue esa misma transacción la que resultó en los problemas que hoy enfrentan Ferraro y su esposo.
Todo empezó con la financiación de su primera campaña para la Cámara, en 1978, cuando el Comité Federal de Elecciones cuestionó la legalidad de unos fondos que la Ferraro obtuvo de su familia. Meses atrás, antes de iniciar la campaña, Ferraro había comprado el 50% de los intereses de un edificio comercial situado en un viejo sector de Manhattan que se conoce por el nombre de Pequeña Italia (Little Italy). Después de pagar 25.000 dólares de cuota inicial, ella vendió su parte al dueño de la otra mitad, Manny Lerman, quien a su vez pagó casi dos veces el precio original, lo que le significó a Ferraro una ganancia de casi 137.500 dólares, y tuvo lugar sólo cuatro meses después de que ella pagara su parte. Según los asesores de Mondale y Ferraro, el contador que entonces tenía la candidata a la vicepresidencia cometió un error al computar intereses sobre una ganancia de 75 mil dólares, no de 137.500.
Pero hay todavía otro ángulo complicado en toda esta historia. A principios de 1979, según informó la revista Newsweek, John Zaccaro volvió a comprar el pedazo de propiedad a Lerman, por la misma suma que éste pagara a la Ferraro cuatro meses atrás. Estas elaboradas transacciones pueden ser interpretadas como una forma de vertir fondos de Zaccaro hacia la campaña de su esposa, ignorando así los límites federales para la financiación de campañas electorales.
El candidato demócrata a la presidencia, Walter Mondale, y sus ayudantes se molestaron mucho al conocer esas transacciones. Sinembargo, mientras esperaba los reportes financieros de su compañera de campaña, Mondale declaró a pesar de todo, "Estoy muy orgulloso de Geraldine Ferraro". Los problemas de la candidata se remontan a su declaración presupuestal para 1983. Allí declaraba ser secretaria tesorera de una de las firmas de su marido, P. Zaccaro Co., cuando en realidad era su vicepresidenta. Finalmente, ha sido inevitable que se sugieran conexiones entre Zaccaro y el "bajo mundo", o sea la mafia italiana, pero en este caso se ha ido muy lejos y sin ningún argumento de peso.
Es muy posible que se le haya querido sacar más provecho al problema de la familia ZaccaroFerraro del que en realidad ofrecía.
De hecho ya desaparecieron los rumores de las primeras planas de los diarios estadounidenses. Geraldine es una novelería y por tanto nada, o casi nada acerca de su vida va a pasar inadvertido, especialmente cuando en tiempos de campaña cualquier irregularidad tiende a favorecer al contendor. Deseosos de enterrar de una vez el escándalo que ha hecho pasar un mal rato a la Ferraro y a su esposo --quienes ya pagaron la suma que debían--, algunos de los asesores de Mondale opinan que por lo menos ella recibió una dosis muy necesitada de humildad, lo que se le olvida a la Ferraro, uno de los asesores concluyó, es que si ella fuera hombre, seríamos mucho más duros".--