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UN PASO ADELANTE

A tiempo con el cambio de gobierno en Venezuela, las comisiones binacionales reportan avances que darán mucho de qué hablar.

7 de marzo de 1994

LA TOMA DE POSESION DEL nuevo presidente de Venezuela, Rafael Caldera, fue un ejemplo de austeridad como para hacer más evidente el contraste con la ceremonia fastuosa que recibió a Carlos Andrés Pérez. Pero ese despliegue de modestia no garantiza que los venezolanos aplaquen su furia ante la difícil situación del país.
La situación social se comenzó a deteriorar desde el fracaso del plan de transformación de Carlos Andrés Pérez y de la baja del petróleo, pues el país tuvo que soportar una fuerte devaluación, el producto disminuyó y la quiebra de empresas trajo la doble consecuencia de incrementar el desempleo y trasladar la crisis al sector bancario y financiero, que está en incapacidad de recibir el importe de sus créditos.
Todo ello tiene hoy más que nunca influencia sobre las relaciones colombo-venezolanas, porque los acuerdos integradores se debilitan y deterioran sobre todo por la devaluación del bolívar, que favorece las exportaciones venezolanas y desestimula la importación desde Colombia. Eso deberá llevar a un reacomodo de los acuerdos para ajustarlos a las nuevas circunstancias.
En medio de ese panorama, una pregunta pertinente es hasta qué punto han llegado las gestiones de las comisiones binacionales creadas en tiempos de Virgilio Barco y Carlos Andrés Pérez.
En cuanto a fronteras, la Comisión sigue trabajando con el mismo entusiasmo del primer día, con la mira de lograr soluciones concretas a la mayor brevedad posible. Ese cuerpo está integrado por la parte colombiana por Pedro Gómez Barrero, como presidente, Cornelio Reyes y Orlando Fals Borda, y por la venezolana por Reinaldo Leandro Mora, como presidente, y Pompeyo Márquez (recién nombrado Ministro de Fronteras) e Hilarión Cardozo, quienes han trabajado desde 1990 con muy bajo perfil para no entorpecer las negociaciones.
Con ocasión del cambio de gobierno, la Comisión presentó en el mes de enero un informe conjunto tanto a Caldera como al presidente César Gaviria, del que no se conocen detalles pero que señaló tres puntos muy positivos.
Primero: que la Comisión considera que el proceso es realmente idóneo para solucionar los problemas de las relaciones fronterizas.
Segundo: se reseñó el éxito de la estrategia de la globalidad, propuesta por Venezuela para que los cinco aspectos de negociación (migraciones, cuencas hidrográficas, delimitación de áreas marinas y submarinas, y reconstrucción y densificación de hitos) se traten separadamente, según sus propios modus operandi, pero con simultaneidad de propuestas y estudio. Y tercero: la delimitación de las áreas marinas no se ha logrado, pero está en la vía para el muy pronto éxito definitivo, con detalles que todavía permanecen en reserva.
En cuanto al tema terrestre, existe un comité técnico que se convertirá en Comisión Mixta de Demarcación de Fronteras, que terminará los trabajos pendientes desde 1941, cuando se firmó el Tratado sobre Delimitación Fronteriza y Libre Navegación de los Ríos. En forma paralela, sobre el tema de las cuencas hidrográficas se está trabajando en las cuencas del Catatumbo y el Orinoco, así como en la del Paraguachón. En este tema está por fin en marcha el tratado de 1982, celebrado con participación de la OEA, y que se encontraba nrácticamente archivado.
Lo que produce en los comisionados más optimismo es la forma como los respectivos presidentes recibieron el informe. Caldera manifestó su voluntad de llegar a acuerdos definitivos en su mandato, y en el mismo acto de presentación ratificó a sus delegados. En Bogotá el respaldo del presidente Gaviria también fue absoluto. Falta ver si la crisis venezolana, que por lo visto apenas comienza, no le daña la buena voluntad al presidente Caldera, quien tiene en casa un problema que podría dañarle el caminado a nivel internacional.