UN PREMIO MUY ESPERADO
El Nóbel de la Paz para Walesa tendra implicaciones políticas en toda Europa del Este
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No siempre los Premios Nóbel de la Paz son acogidos con beneplácito por la opinión internacional. Tal cosa ocurrió, por ejemplo, cuando el codiciado galardón fue dado a Begin y Sadat hace unos años, o cuando fue otorgado a Kissinger -que hizo a Oriana Fallaci exclamar: "Pobre Nóbel. Pobre paz"-. Pero esta vez, al dárselo a Lech Walesa el regocijo ha sido general en Occidente y en Polonia, sin incluir, claro está, al grupo del general Jaruzelski que, pese a su poder provisional, es una minoría en ese país.
Para el bloque soviético este premio fue también un revés político. Walesa es justamente el fundador y dirigente máximo de un movimiento que involucra a millones de trabajadores polacos y que terminó forjando el primer, y único hasta ahora, sindicato independiente en toda Europa Oriental.
Aunque disuelto, y en la clandestinidad,Solidaridad continúa hoy su lucha por la reforma del llamado "socialismo real". Una de sus dirigentes, la abuela operadora de una grúa en los astilleros de Gdansk, Anna Walentynowicz, lo explicaba así, durante su reciente viaje a España: "Yo pienso que, al igual que existe un capitalismo como el de Suecia, con su democracia y bienestar, y otro como el de Chile, también puede haber un socialismo democrático. Pienso que eso deben entenderlo los gobernantes, que es algo que tarde o temprano llegará hasta ellos, porque el pueblo polaco ya no está dispuesto a arrastrarse más".
De todas maneras este año ha sido uno de los más duros para Walesa. El desempleado líder de Solidaridad, encara en estos momentos una sofisticada campaña de descrédito, montada por las autoridades de Varsovia. Esta, en las últimas semanas incluyó rumores de diverso tipo. Un día se adujo que Walesa estaba pidiendo a la dirección clandestina de Solidaridad que abandonara la lucha, versión que circuló ampliamente hasta que él mismo la desmintió . El último "round" de esta campaña cobró la forma de un programa de televisión titulado "Dinero". Allí el actor central, por supuesto, es Walesa, aunque no aparecía en directo. Los autores del programa -ampliamente difundido en Polonia- pasaron una grabacion poco audible en la que el líder polaco, con un lenguaje soez, instruía a un hermando suyo, Stanislaw, para escapar a Occidente con un millón de dólares y se quejaba de que Juan Pablo II estaba tratando de evitar que le dieran a él el premio Nóbel de la Paz.
El efecto que pudo tener esa intriga entre el pueblo polaco quedó visto al otro día, cuando Walesa fue a ver un partido de fútbol en el estadio de Gdansk. La gente al reconocerlo prorrumpió en aplausos.
El premio Nóbel de la Paz para Walesa, es sin duda un reconocimiento a los esfuerzos de él por las libertades democráticas y sociales en Polonia, a su "considerable sacrificio personal para asegurar el derecho de los trabajadores a establecer sus propias organizaciones, como dijera el Comité Noruego del Nóbel de la Paz, en su declaración oficial. Pero también ha sido visto como un aval para los cientos de miles de luchadores antitotalitarios en Polonia. Pero eso no es todo: para algunos analistas, la escogencia del líder polaco para dicho premio podría ser también una velada respuesta -una más entre las muchas ya proferidas- ante el abatimiento por Moscú del avión surcoreano.
Obviamente, el premio a Walesa es de hecho una presión más sobre el general Jaruzelski para que dé pasos concretos hacia una "normalización" de la situación, accediendo a dialogar con Solidaridad. El mandatario polaco deberá reunirse con Andropov el 20 de octubre y un poco antes asistirá al pleno del gobernante POUP.