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UN PRIMER PASO

Irlanda del Norte inicia el camino de la paz tras la declaración conjunta de Major y Reynolds

17 de enero de 1994

AUNQUE AUN ESTA BAStante lejana, la paz nunca había estado tan cerca de los habitantes del Ulster (Irlanda del Norte), que se ve afectado desde hace décadas por una violencia civil -sólo superada en los últimos tiempos por la de la desintegrada Yugoslavia- y protagonizada por la mayoría protestante, que quiere seguir perteneciendo a Gran Bretaña, y la minoría católica, que prefiere unirse a la República de Irlanda, cuyo territorio ocupa el resto de la isla. En efecto, el miércoles pasado el primer ministro de Gran Bretaña, John Major, y su homólogo de lrlanda, Albert Reynolds, dieron a conocer una declaración conjunta que busca solucionar el conflicto religioso de Irlanda del Norte.
El documento, de siete páginas, es una reafirmación de la voluntad de los dos gobiernos para respetar el derecho a la libre autodeterminación de los habitantes del Ulster sobre la base del consenso. Además, abre la posibilidad de realizar conversaciones de paz con el Ejército Republicano Irlandés (IRA, de origen católico) a través de su brazo político, el Sinn Fein.
El proceso para lograr la declaración comenzó hace más de dos años. Inicialmente se estableció un diálogo entre el gobierno de Gran Bretaña y el de Irlanda. Sin embargo, la posición de Gran Bretaña era clara en el sentido de que no negociaría con una organización terrorista como el IRA. Para obviar esa situación, los representantes de Sinn Fein pidieron al gobierno de la República de Irlanda que fuera su emisario ante los ingleses. Este proceso produjo los primeros resultados en el encuentro que sostuvieron Major y Reynolds en Dinamarca el mes pasado, donde aceptaron las conversaciones y se comprometieron a producir un acuerdo conjunto.
Por fin, la semana pasada los primeros ministros se reunieron en el despacho de Major, en el numero 10 de Downing Street, en Londres, y luego de 40 minutos de discusión anunciaron el acuerdo al que llegaron.
La declaración refleja la flexibilidad exhibida por los dos gobiernos. Gran Bretaña se compromete a respetar la voluntad de los habitantes del Ulster, incluso en caso de que deseen unirse a Irlanda. Por su parte, el gobierno de Dublín se compromete a modificar la Constitución en los apartes que hablan de la unidad irlandesa en un solo Estado, y a respetar los derechos civiles y constitucionales de los habitantes del Norte, sin importar su credo. Pero la conclusión más importante del acuerdo tiene que ver con la posibilidad expresa de negociar la paz con el IRA dentro de tres meses si, a cambio, este cesa los ataques terroristas y la violencia en la provincia.
Para Albert Reynolds el acuerdo "es una oportunidad historica para la paz. Esperamos que todo el mundo la aproveche". A su turno, John Major expresó que la declaración "coloca el veneno de la historia detrás nuestro. No hay excusa, no hay justificación y no hay futuro para el uso de la violencia en Irlanda del Norte".
La reacción más importante corresponde al IRA y al Sinn Fein. Un vocero del grupo extremista dijo que "la puerta está abierta para ellos (Major y Reynolds). No tendrán una mejor oportunidad y no tienen una mejor opción" al hacer alusión a la "victoria", del IRA para que lo tuvieran en cuenta a la hora de firmar el acuerdo. Mitchel McLaughlin, uno de los principales directivos dc Sinn Fein, dijo que "la reacción general entre muchos nacionalistas es que es decepcionante", pero aclaró que el partido podría estudiar la declaración en profundidad.
Belfast, capital norirlandesa, es la ciudad más sombría de Europa Occidental donde los católicos y los protestantes viven separados por muros, en barrios diferentes. Por eso falta aún demostrar si las facciones en conflicto están en capacidad de dersarmar los corazones, para ver si Irlanda del Norte volverá a ser el lugar de paz que algún día fue.