UN SIMPLE CAMBIO DE GUARDIA
Magaña inicia un mandato sin esperanzas.
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Con el nombramiento de Alvaro Magaña como presidente interino de El Salvador, efectuado el 28 de abril por la recién elegida Asamblea Constituyente de ese país, se resuelve momentáneamente la crisis de poder que estallara días antes entre el alto mando del ejército salvadoreño y la coalición ultraderechista que encabeza el mayor retirado Roberto d'Aubuisson, ahora presidente de la citada asamblea.
D'Aubuisson había acusado el día de la instalación de la constituyente al general Jaime Abdul Gutiérrez, miembro de la junta cívico-militar, de intentar imponer sus decisiones personales al nominar a Alvaro Magaña para la presidencia de la República, cuando él y sus amigos de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) preferían para dicho cargo al saliente ministro de Relaciones Exteriores Fidel Chávez Mana, o al coronel Fidel Nicolás Carranza, presidente del sistema de comunicaciones del Estado.
Durante la instalación, que tuvo que ser aplazada un día por la ausencia de toda la bancada demócrata cristiana, un helicóptero de la Fuerza Aérea salvadoreña pasó rozando, en forma amenazante, los techos del palacio legislativo, blandiendo sus ametralladoras, lo que también fue visto por los constituyentes de "Arena" como amenaza de golpe militar.
Magaña, 56 años, es un político demócrata cristiano de segunda fila y economista de profesión. Ha sido durante más de 17 años el gerente del Banco Hipotecario Nacional de El Salvador y se le atribuyen estrechos lazos con la embajada norteamericana y los jefes del ejército salvadoreño.
Sumamente cauteloso si se trata de dar a conocer sus puntos de vista políticos, nació en el seno de una familia de cafeteros de la provincia de Ahuchapán. Posee allí más de 40 hectáreas en una granja que visita los fines de semana, y admite que es amigo de Guillermo Manuel Ungo, líder de la oposición izquierdista en armas. Afirmó que sólo abriría un diálogo con la guerrilla si todos los dirigentes de la asamblea constituyente estuvieran de acuerdo en ello, a lo que ha respondido d'Aubuisson con un rotundo no.
Termina así el gobierno de la junta cívico militar encabezada por Napoleón Duarte, que dirigió al país desde el golpe militar de octubre de 1979, en medio de la guerra civil que ha causado la muerte a más de 30.000 civiles y la huída del país a más de 300.000 salvadoreños.
Magaña se convirtió en la carta política de Napoleón Duarte y del alto mando del ejército cuando la coalición dirigida por d'Aubuisson hizo saber que vetaría a Duarte para cualquier puesto en el gobierno. El partido de Duarte no había logrado una mayoría convincente en las pasadas elecciones del 28 de marzo. Conquistó sólo 24 escaños de los 60 de la constituyente, quedando en minoría cuando la ultraderechista "Arena", con 19 puestos, se unió al PCN, con 14, reuniendo entre sí 33 escaños de dicha corporación.
Esta mayoría le hizo pensar a d'Aubuisson que podría convertirse él mismo, o uno de sus seguidores, en presidente del país. Pero el exmayor es la figura más controvertida de El Salvador. Expulsado del ejército en octubre de 1979 por sus métodos brutales y extremistas, ha sido acusado por el propio exembajador norteamericano en ese país, Robert White, de ser el caudillo de las bandas paramilitares y estar relacionado con el asesinato de monseñor Romero en 1980. D'Aubuisson ha explicado que la solución de los problemas de El Salvador requiere la masacre de una amplia sección de la población del país.
Para Duarte y los mandos militares, no menos derechistas, un presidente como él o controlado por él, atraería la hostilidad del congreso norteamericano, quien a través de una delegación que visitó el país el 17 de abril, expresó ese punto de vista. A Washington le interesa más un gobierno que responda a su línea de reformas cosméticas, como el de Duarte. Combinando a éstas altas dosis de acción militar contra los rebeldes izquierdistas.
Viendo peligrar tan vitales suministros, los mandos del ejército salvadoreño después de las elecciones no vacilaron en intervenir dentro de la disputa por el poder entre d'Aubuisson y Duarte. Llamaron a cada político del PCN para proponerles que aceptaran -y lo aceptaron- un presidente "moderado" propuesto por ellos. Exigieron, además, que la asamblea constituyente diera a las fuerzas armadas el control de tres ministerios: defensa, del interior y economía. Tal pedido, que aislaba a d'Aubuisson, fue calificado por éste como un "elegante golpe de estado".
La constituyente también se dotó de amplios poderes, dictando un decreto que le permitirá nombrar a la corte suprema de justicia y a los ministros de la rama ejecutiva. También podrá revisar los planes económicos y sociales del gobierno saliente.
Por su parte las guerrillas del "Frente Farabundo Martí", se aprestaban para desatar una ofensiva ahora en mayo. Debido a sus últimos ataques en la provincia de Morazán, donde Radio Venceremos reportó la muerte de 76 soldados del régimen, fue restablecido a finales de abril el estado de sitio en todo el país. "Los muchachos están más fuertes ahora" dijo recientemente el sacerdote del pueblo de Santa Helena, en la región de Usulután, a un corresponsal del "Washington Post". "Ellos están en todas partes ahora, e inclusive gente que rechazaba la idea de lo lucha armada hace un año, hoy, nos está prestando ayuda".