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¿ UNA BROMA DE REAGAN ?

Argentina ya no sabe donde ubicarse.

5 de julio de 1982

El día del aniversario de la revolución de mayo el presidente Ronald Reagan envió a Buenos Aires un Telegrama de felicitación "cálido y sincero", en el que recordaba los "intereses y valores comunes que unen a la Argentina con los Estados Unidos" En Buenos Aires fue el chiste de la semana. Las relaciones entre los dos países habían caído a su nivel más bajo de los últimos años y Costa Méndez las calificó de "congeladas y muy malas" Galtieri, considerado como un pronorteamericano y prorreaganista a ultranza, respondió al mensaje con una palabra clave "incomprensible" En Buenos Aires se creyó que el telegrama de Reagan había sido un fallo de la computadora, una "broma" de mal gusto de algún burócrata travieso, de un secretario nuevo mal informado. ¿Perdonará a los Estados Unidos por el apoyo a la Gran Bretaña en el conflicto? le preguntaron a Costa Méndez en los pasillos de la ONU, "Perdonar sí olvidar no" respondió el ministro de relaciones exteriores argentino.
"A largo plazo me decía un funcionario de la cancillería argentina, la indignación contra los Estados Unidos puede ser superior a la que este país sienta por la Gran Bretaña"
Las consecuencias sin duda, van a ser más profundas, incalculables. Desde los primeros momentos del deslizamiento norteamericano hacia Londres, en el plano militar y diplomático, se buscaron las razones: se iba hacia el establecimiento de una base militar conjunta britániconorteamericana en las Malvinas. ¿Podría Reagan creer que el apoyo a Londres era compatible con un compromiso con Buenos Aires sin tener en cuenta las pasiones reales, no sólo argentinas, sino latinoamericanas de los pueblos? El mensaje de Reagan era o un error o como escribió el "Buenos Aires Herald" se debía a una decisión "impolítica y necia" El diario en lengua inglesa lo comparaba al hecho de entrar sin invitación en casa de un vecino acompañado de un amigo violento "metiéndose dentro sin llamar y ayudando al tosco acompañante a destrozar los muebles y la cristalería, incendiar el lugar y después ofrecer cálida y sinceramente al propietario así agredido los mejores deseos de buenas relaciones vecinales. Semejante comportamiento es pura demencia" De pronto el país se vió en una crisis de identidad occidentalista. sin saber en qué mundo insertarse, bloqueado desde Europa y combatido con los misiles norteamericanos lanzados desde las baterías británicas. Surgió así desde el vértice de la dictadura militar una tentación del este y hubo el deshielo de las relaciones con Cuba a través de un intercambio de mensajes, entre Fidel Castro y el presidente de una junta militar responsable de quince mil desaparecidos.
Aunque era imposible desviar los hechos (invasión argentina a las Malvinas) de sus consecuencias (el envío de la fuerza naval británica) la real política argentina se colocó al borde de una petición de ayuda a la Unión Soviética. Un observador tan poco sospechoso como Bernardo Neustadt escribía "yo perteneceré a occidente le guste o no a Mrs. Tacher o a Mr. Haig. Sé que no quiero ligarme a Rusia. Sé que detesto el totalitarismo que no quiero, ser feliz en la Habana ".
La junta militar, salvo la anglofilia del almirante Anaya, miraba al pentágono como hacia la Meca. Los políticos elegidos para la gestión del poder eran todos representantes de las multinacionales abogados o economistas al servicio de los grandes, desde Costa Méndez al ministro de economía Alemann, pero en rápida evolución de los acontecimientos la junta y sus ministros civiles se vieron con amargura ante la disyuntiva de: "perdido Dios a elegir al diablo".
El ex-presidente general Roberto Levinston señaló que la Argentina, debe recurrir a la ayucta necesaria porque las potencias occidentales fueron aliadas de Rusia en la segunda guerra mundial y no por eso se hicieron comunistas Muamar el Gadafi ofrecía también su ayuda militar.
Del corresponsal de Semana en Buenos Aires.