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UNA FIGURA HISTORICA

La semana pasada estuvo en Bogotá el ex presidente polaco Lech Walesa, figura clave de la <BR>caída del bloque comunista. SEMANA lo entrevistó.

19 de julio de 1999

Lech Walesa es uno de los personajes que ya tienen asegurado un puesto en la historia del
siglo XX. Como líder del sindicato Solidaridad, Walesa extrajo del gobierno comunista polaco concesiones
extraordinarias, como la posibilidad de desarrollar un sindicalismo libre. En 1983, en plena lucha, recibió el
Premio Nobel de Paz y en 1990 se convirtió en el primer presidente no comunista de su país. Sus
actividades, siempre bajo la amenaza de una intervención soviética, fueron el abrebocas de la caída del bloque
comunista que llevaría a la disolución de la Unión Soviética. La semana pasada estuvo en Bogotá, invitado por
Fenalco, para compartir con los colombianos su visión del mundo.
Semana: ¿Cuál es el mensaje que usted propone en las conferencias que ahora dicta alrededor del mundo?
Lech Walesa: Que ya se terminó la utilidad de pensar a nivel de países singulares, hoy debe hablarse a
nivel del continente entero. Procuro encontrarme con los jóvenes y les digo viene el final del segundo milenio
y ni el sistema capitalista ni el sistema socialista son buenos por sí solos, y que tienen que inventar una
solución y dejar la pasividad. También propongo un proyecto del tipo del plan Marshall para que se pueda
promover el desarrollo de los países que están en proceso de modernizar sus sistemas económicos o en
los países en donde hay demasiado desempleo, es decir para estimular el trabajo, porque si no damos
empleo corremos el riesgo de revoluciones. Y yo vaticino que una cosa que se parece al marxismo va a
atacar otra vez al capitalismo.Semana: Ultimamente han surgido críticos a la libertad excesiva del mercado
porque sus efectos son muy duros para las capas menos favorecidas...
L.W.: Es verdad y por eso a mí no me gusta demasiado el sistema capitalista, causa desempleo e
injusticia, pero lo que pasa es que todavía no hemos inventado un mejor sistema. La destrucción del
capitalismo no va a resolver ningún problema, pero hay que corregirlo para que considere más al individuo,
no se puede permitir que la máquina entre en la empresa y eche al hombre a la calle.
Semana: ¿Cuál es su mensaje, usted que fue sindicalista, para los sindicalistas colombianos?
L.W.: Que hay que presionar a los capitalistas al máximo, tanto a propietarios estatales como a propietarios
privados, pero al mismo tiempo ruego a los sindicalistas que se comporten como microbios decentes,
que no destruyan al organismo al que parasitan. Es decir presionar pero no destruir. Si una revolución
ocurre será la culpa de los sindicatos.
Semana: ¿Cómo ve usted la situación en Colombia?¿Como premio Nobel de la Paz qué podría usted hacer
para contribuir a encontrarla en Colombia?
L.W.: Yo he dicho que estoy dispuesto para que se use mi nombre, pero incluso yo como premio Nobel no
puedo intervenir en sus asuntos internos. Pero si me invitan estoy dispuesto a ayudar.
Semana: Es inevitable hablar un poco de su vida. ¿Qué pensaba usted cuando se convirtió en sindicalista?
L.W.: La vida me empujó a hacer muchas cosas que nunca me hubiera imaginado. No estaba preparado para
esa tarea, simplemente entré, y puesto que yo fui un hombre de ambición no pude retirarme .
Semana: Cuando a usted le concedieron el premio Nobel hubo críticas de que era una decisión política para
apoyar a su sindicato Solidaridad, ¿qué opina?
L.W.: Es probable que sí pero logró su objetivo y fue una decisión muy adecuada. Nadie creía, ni
Estados Unidos, ni nadie, que éramos capaces de vencer al comunismo. Y nosotros vencimos entre otras
cosas gracias a ese premio.
Semana: Mucha gente se pregunta que cuánto influyó el Papa en su lucha, hay quienes dicen que el
Pontífice tenía un proyecto de lucha contra el comunismo en combinación con Ronald Reagan.
L.W.: Yo he oído hablar de esa teoría de la conspiración, pero fui yo y no el Papa quien declaró la huelga,
fui yo quien firmó todos los acuerdos en que Solidaridad consiguió imponer la demo-cracia en Polonia.
Ocurre en la historia de la humanidad que en muchos lugares la gente coincide en hacer la misma cosa,
incluso sin comunicación directa, y así ocurrió precisamente. Y claro que sin la persona del Santo Padre no lo
hubiera podido lograr. Antes de la visita del Santo Padre a Polonia yo tenía como 10 personas en lo que
llamábamos el Sindicato libre de la Costa Báltica y después se unieron 10 millones. El Santo Padre
simplemente cumplía con su deber. Coincidieron los deberes, por eso resultó la victoria.
Semana: ¿Qué queda hoy del obrero metalúrgico en el Walesa personaje que anda por el mundo?
L.W.: Hoy siento más nostalgia precisamente por los tiempos en que era simplemente un obrero. Esos
fueron mis mejores días. Cuando fui subiendo veía la gente cada vez más intrigante porque el mundo de la
política y de las altas decisiones no es un mundo bueno. El mundo del obrero es mucho mejor.