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Unión penosa

En medio de la crisis económica, y sin saber quién la gobernará Alemania conmemora los 15 años de su unificación.

2 de octubre de 2005

El muro de Berlín cayó, pero 15 años después de la unificación, Alemania sigue dividida entre 'wessis' y 'ossis'. Los primeros son los habitantes ricos y arrogantes de Alemania occidental, y los segundos son los pobres y humildes vecinos de la antigua y ex soviética República Democrática Alemana (RDA), que son vistos por aquellos como ciudadanos de tercera que sólo 'saben vivir' de las ayudas de sus 'hermanos' ricos y que están lastrando el avance de la tercera potencia económica del mundo.

Alemania ha invertido casi 100.000 millones de euros para modernizar el este, pero el abismo social y económico entre los dos lados sigue siendo enorme. Los 'wessis' aseguran que Alemania del este es un "pozo sin fondo" que los llevará a la ruina, y la situación de desengaño es tal, que, según encuestas, uno de cada cinco alemanes desearía que hoy existiera un nuevo muro entre el este y el oeste del país.

Pero la frustración también cunde en el este, donde la tasa de desempleo supera el 18 por ciento (el doble de Alemania del oeste) y por ello muchos 'ossis' han optado por migrar. En 1989 vivían en la RDA 15 millones de personas y ahora sólo hay 13,4 millones. "El sueño de la Alemania unida, rica y poderosa, que anunció el canciller Helmut Kohl hace 15 años, se ha convertido en una pesadilla para el oeste y el este, porque en lugar de crecer, Alemania se ha estancado económica y socialmente, los políticos y las gentes de ambos lados se echan la culpa mutuamente y nadie ve un futuro promisorio", dijo a SEMANA el historiador germano-francés Alfred Grosser, del Instituto de Estudios Políticos de París.

Esta pugna entre este y oeste ha sido determinante en las últimas elecciones, que dieron como resultado un empate técnico entre los conservadores de Angela Merkel y los socialdemócratas de Gerhard Schröder. Pocas semanas antes de la votación, uno de los jefes de la Unión Cristiano-demócrata (CDU), Edmund Stoiber, resumió los desengaños de los 'wessis' con estas palabras incendiarias: "No puede ser que el este decida quién es el canciller de Alemania. No acepto que los frustrados determinen el destino de Alemania".

Stoiber, quien perdió ante Schröder la cancillería hace tres años, reflejaba así su propia inquina contra Angela Merkel, quien le arrebató el liderazgo de su partido CDU. Pese a que nació en el oeste, Merkel se crió en el este y es percibida como la líder de los 'ossis'. Por eso, muchos expertos atribuyen a este ingrediente el hecho de que Merkel no haya conseguido la victoria que esperaba el 18 de septiembre.

Lo que más duele a los alemanes occidentales es no ver resultados con el 5,5 por ciento de su impuesto a la renta que destinan a apoyar al este. Por esta vía está previsto que llegarán hasta el año 2019 más de 150.000 millones de euros a la antigua RDA, pero en los últimos años han comenzado a presentarse desvíos de dinero por las administraciones públicas del este. Los estados germano-orientales han usado estos fondos para tapar agujeros fiscales, restándoles poder a las inversiones prioritarias en infraestructura, lo cual ha generado roces y polémicas.

Los políticos del este han pedido flexibilizar el destino de estos recursos, pero Berlín se ha negado a ceder, sobre todo después de que el Instituto de Investigaciones Económicas de Halle (IWH) publicó un estudio que confirma el altísimo costo de la unificación: las transferencias al este previstas hasta 2019, aunque se destinen a inversión, no alcanzarán para nivelar la infraestructura de ambos lados de Alemania.

Uno de los principales obstáculos a la verdadera unificación, para ciertos especialistas, radica en que los alemanes occidentales no han querido ni quieren perder sus privilegios. De hecho, las desigualdades se mantienen. Los desempleados del oeste reciben un subsidio de 345 euros mensuales y el Estado les paga el arriendo, la calefacción y otros gastos básicos. En cambio, los 'ossis' desempleados sólo reciben 331 euros sin más prebendas.

Contra los reclamos del este, el presidente federal, Horst Köhler, ha insistido en que los ciudadanos deben tomar conciencia de que las condiciones de vida no pueden ser las mismas en todo el país y asegura que "pretender eliminar las diferencias cimienta el Estado subvencionador y echa encima de las generaciones venideras una carga insoportable".

Los expertos sostienen que Alemania cometió dos grandes errores al emprender la reunificación. "Primero, los políticos se confiaron en que el crecimiento de Alemania a comienzos de los 90 iba a financiar este proceso, pero enseguida vinieron la globalización y el progresivo declive de nuestra economía, y segundo, no permitieron al este un proceso de saneamiento y desarrollo propios, sino que la forzaron a asumir las estructuras occidentales, sin evaluar si eran mejores o peores", dijo a SEMANA el economista y profesor de ciencia política de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Berlín Bernd Reissert.

Al parecer, la clase política, al mando de Kohl, se vio tan cegada por el entusiasmo, que creyó que podía fusionar en tiempo récord dos sistemas políticos y económicos diferentes. Todos los partidos, a lo largo de estos 15 años, se han culpado mutuamente por abusar de este entusiasmo para ganar más votos en las elecciones.

Actualmente faltan médicos en Alemania del este porque todos se han ido a Inglaterra y Suecia, donde les ofrecen mejores sueldos. Un ejemplo es la ciudad de Eisenhütten, que ha perdido 16.000 habitantes desde 1990 y los pocos jóvenes que quedan quieren marcharse a estudiar profesiones lucrativas, no para ejercerlas en su país, sino en las naciones nórdicas, donde los sueldos son más altos. Las universidades son gratuitas y con el éxodo de profesionales el país está perdiendo miles de millones de euros.

"Aquí no vemos futuro, hay mucho desempleo, los del este tenemos más oportunidades en otros países de la Unión Europea que en Alemania del oeste, llevamos más de un año sin trabajo y hemos decidido hacer lo que han hecho nuestros vecinos, irse de aquí; nos vamos a Irlanda", dijo a SEMANA el ingeniero Volker Hauff, de Rostock (noreste del país), quien parte con su esposa Marion y su pequeño hijo a Dublín, donde ha conseguido un empleo.

Curiosamente, el este es el lado de Alemania que ha logrado un mayor avance económico en estos años. En 2003 su economía creció 0,2 por ciento y superó por primera vez en este siglo el crecimiento del oeste, que ha sido casi nulo. En 1991.el este tenía 4.000 empresas privadas, pero estas han crecido a 250.000, de las cuales 40.000 fueron creadas en 2003. En efecto, los resultados de las transferencias al este, que representan 4 por ciento del PIB alemán, son positivos, pero la lentitud con que se moderniza este lado del país resulta exasperante para los 'wessis'.

Los expertos coinciden en que se necesitará aun más dinero y años para nivelar a las dos Alemanias y, por eso, muchos aplauden el 'Frente Nacional' que están a punto de constituir los conservadores de Angela Merkel y los socialdemócratas de Gerhard Schröder, pues esta alianza garantiza no sólo que el flujo de dinero continúe, o quizás aumente, hacia el este, sino un apoyo mayoritario para realizar los recortes sociales que afectarán sobre todo a los ciudadanos del oeste.

Con más de cuatro millones de desempleados y la economía estancada, Alemania marcha pesadamente y ahora le apuesta a crecer expandiendo sus empresas y sus exportaciones hacia los 10 nuevos países de la UE y hacia China. La 'locomotora alemana', que representa un tercio de la economía de la UE y del euro, se niega a detenerse a pesar del 'lastre' de los 'ossis'.