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La oposición rompió la mayoría calificada del oficialismo en el Congreso. Ramón Guillermo Aveledo celebra con otros miembros de la Mesa de Unidad Democrática .

VENEZUELA

Victoria pírrica

Aunque Chávez no lo quiera reconocer, las elecciones para la Asamblea Nacional le notificaron que su poder comienza a perder fuerza.

2 de octubre de 2010

El domingo pasado ocurrió algo inédito en Venezuela. Los seguidores del presidente Hugo Chávez, aglomerados frente al palacio de Miraflores, esperaron sus palabras hasta la madrugada del lunes, pero su líder los dejó plantados. No se asomó al "balcón del pueblo" donde suele celebrar sus victorias. Los resultados de las elecciones legislativas lo dejaron sin palabras, a él, que se ha distinguido por su elocuencia en estos 11 años de gobierno, a pesar de que el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) conservó las mayorías. Nunca antes Chávez había dejado de hablar en unas elecciones, ni siquiera en 2007, cuando su propuesta de reforma constitucional salió derrotada en lo que era, al menos hasta el domingo, el gran hito de la oposición venezolana.

Por su parte, la oposición, agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), salió a cantar victoria a pesar de que, en una Asamblea Nacional de 165 escaños, solo van a tener 65, mientras el gobierno se queda con 98 y el partido Patria Para Todos, que se promovía como una alternativa a la polarización, apenas alcanzó dos. Pero los opositores tienen motivos para celebrar: lograron impedir la meta de 110 diputados a la que aspiraba el chavismo, con lo que rompen la mayoría calificada del Psuv y así pueden impedir la aprobación de leyes orgánicas. Y además, según sus cuentas, alcanzaron el 52 por ciento del voto nacional, lo que dejó en evidencia la desproporción del sistema electoral, que sobrerrepresenta los estados menos poblados en los que domina el oficialismo. La reingeniería de los circuitos electorales, denunciada por la oposición, beneficia al chavismo. Con los resultados quedó clara la magnitud de ese sesgo. Y a pesar de la ventaja, no hubo la "demolición" que prometía el líder de la revolución bolivariana.

Chávez rompió su silencio el lunes, cuando negó haber perdido el voto popular. Pero así él considere que los números de la oposición son una "manipulación", no fue capaz de justificar ante los corresponsales extranjeros un sistema que casi nadie entiende y en el cual, entre dos bloques con votaciones casi idénticas, uno termina con 33 diputados menos. Y remató con un desafío: "Como son mayoría, les hago un reto: ¡convoquen ya un revocatorio! ¿Para qué van a esperar dos años para sacarme? Dentro de dos años será más difícil, porque lo que viene es joropo, así que vayan comprando alpargatas".

Como ocurre desde hace 11 años, en Venezuela se vota a favor o en contra del Presidente. "Chávez hizo de la elección parlamentaria un plebiscito, una elección de rango presidencial en la que el único candidato era él: los afiches, las vallas, la publicidad tenían su cara. Era él el candidato del Psuv en todo el país y había una concentración total en su figura -dijo a SEMANA el analista Luis Vicente León, de la encuestadora Datanálisis-. Corría un riesgo: al plebiscitar la elección no se pueden evaluar sus resultados solo en términos de los diputados obtenidos. Hay que revisar entonces cómo votó la población venezolana a nivel nacional, porque es un anticipo de la medición de fuerzas electorales, tanto del Presidente como de sus contrincantes".

"Dicen los escuálidos que ganaron. Bueno, sigan 'ganando' así", escribió Chávez en su cuenta de Twitter. "Está bien, Presidente, se quedó con más diputados, pero hay algo que tiene que entender: usted se está quedando sin pueblo, porque el pueblo se siente engañado", le contestó el opositor alcalde de Caracas, Antonio Ledesma. Y al hacer una mirada panorámica, es evidente que el chavismo ha perdido terreno, mientras la oposición avanza desde cuando, argumentando ausencia de garantías, decidió no presentarse a las elecciones legislativas de 2005. Fue un grave error que le regaló al gobierno la Asamblea Nacional. Pero muchas cosas han cambiado desde entonces.

Como suele explicar Teodoro Pettkof, una de las voces más lúcidas de la oposición, hubo un giro "copernicano" desde 2006, cuando comenzó una estrategia democrática. Para las presidenciales de 2006, la oposición apoyó la candidatura unitaria de Manuel Rosales, el ex gobernador del Zulia asilado hoy en Perú. Chávez ganó por paliza y llegó a su cenit con más de 7 millones de votos y el 63 por ciento de las preferencias, pero la candidatura de Rosales fue un punto de quiebre para agrupar a la fragmentada oposición.

Después, en 2007, Chávez perdió su 'invicto'electoral. La reforma constitucional, que incluía, entre otras, la reelección indefinida, fue rechazada en la urnas gracias, en gran medida, al protagonismo de líderes universitarios que hoy hacen parte de partidos opositores (ver entrevista). Después, en las regionales de 2008, la oposición avanzó: aunque el Psuv ganó 17 de las 22 gobernaciones, sus adversarios se quedaron con cinco, incluidas las más importantes, Zulia, Carabobo y Miranda, y la Alcaldía de Caracas. Chávez, sin embargo, logró aprobar la reelección indefinida el año pasado en un nuevo referendo, un 'repechaje' que desde la otra orilla consideran inconstitucional. También les quitó competencias a los alcaldes y gobernadores opositores. Un análisis de los números gruesos habla del avance progresivo de la oposición: en las regionales de 2008 sacó 4,5 millones de votos; en la enmienda constitucional de 2009 (que perdió), 5,04 millones; y en las legislativas, 5,3. El chavismo ya no tiene las mayorías de otros tiempos.

El escenario parlamentario traerá sus propios pulsos. En principio, el oficialismo no puede tratar a la oposición como un cero a la izquierda y tendrá que negociar cargos claves como el de Fiscal General y los miembros del Tribunal Supremo de Justicia o el Consejo Nacional Electoral, que requieren dos tercios de la Asamblea. Pero el nuevo Congreso se posesiona apenas en enero, y la oposición teme que el gobierno se apresure a aprobar todo tipo de leyes. Especialmente una que incluye un "Parlamento Comunal", en lo que algunos ven un parlamento paralelo. "Lo más probable es que Chávez actúe rápidamente, como lo ha hecho con todas las instituciones elegibles que ha perdido, y trate de minimizar su poder", asegura León.

Al gobierno le pasan factura por los altos índices de inflación y criminalidad, entre muchos otros problemas. Sin embargo, esta vez Chávez repitió su estrategia polarizante y planteó las elecciones como un ensayo de las presidenciales de 2012, a las cuales ya se lanzó. Ahora debe reaccionar ante el mensaje de las urnas. La oposición, por su parte, tiene el reto de mantener la unidad y conseguir un candidato capaz de competirle al Presidente. Ese pulso podría convertirse en la madre de las batallas políticas de la República Bolivariana.