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Viraje a babor

Con la proclamación de Néstor Kirchner en Argentina parece confirmarse el giro de los gobiernos latinoamericanos hacia la izquierda.

26 de mayo de 2003

Antes de conocerse la renuncia de Carlos Menem el hoy proclamado presidente de la Argentina, Néstor Kirchner, visitó a Luiz Inacio Lula da Silva en Brasilia y a Ricardo Lagos en Santiago. Esas visitas enviaron un mensaje político contundente. En contraste con Menem, quien le apostó al apoyo de Washington, Kirchner demostró estar sintonizado con sus vecinos y consiguió el espaldarazo de los dos presidentes socialistas.

El desenlace de las elecciones argentinas, con ese apoyo de por medio, pareció confirmar un fenómeno del que se ha venido hablando desde hace algún tiempo: el viraje de los gobiernos latinoamericanos a la izquierda. Mientras en Estados Unidos está en el poder la derecha del Partido Republicano, lo que equivale a la ultraderecha, en Suramérica la tendencia parece ir en contravía. Basta con echar un vistazo al mapa político del continente, y al perfil de algunos presidentes, para darse cuenta de que, a pesar de sus diferentes matices, la izquierda ha ganado terreno durante los últimos años.

Kirchner, miembro de la izquierda peronista y crítico del modelo neoliberal, sólo vino a sumarse a otros gobiernos ya en ejercicio. Brasil eligió el año pasado, después de dos candidaturas fallidas, a Lula, un ex dirigente sindical. En Chile Ricardo Lagos surgió de las entrañas del Partido Socialista y durante su campaña para las elecciones de 1999 dirigió gran parte de su discurso a la clase trabajadora. Un poco más al norte Hugo Chávez y Lucio Gutiérrez, en Venezuela y Ecuador respectivamente, también hacen parte del fenómeno como ex militares golpistas que en las urnas se consolidaron como opciones democráticas de 'izquierda'.

Muchos explican el fenómeno en términos económicos. La mayoría de los países latinoamericanos pusieron en marcha durante los años 90 una serie de políticas reformistas dirigidas a abrirse un espacio en el mercado libre recomendado por Estados Unidos. Este proceso se conoció como el 'Consenso de Washington'. Los resultados fueron prometedores en un principio (las economías comenzaron a crecer y se controló la inflación), pero después de un tiempo las recesiones y crisis financieras cambiaron radicalmente el panorama.

La gente comenzó a preguntarse dónde estuvo el error y muchos culparon a las políticas neoliberales, que dispararon el desempleo, la pobreza y la inequidad. "Aunque no veo una tendencia generalizada hacia la izquierda, sí considero que todas las expresiones políticas en Latinoamérica manifiestan una necesidad de cambio. Todo el mundo hace campaña contra el neoliberalismo porque la gente ve que no le dio los resultados prometidos", dijo a SEMANA José Antonio Ocampo, director de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). El descontento popular se manifestó en las urnas y de ahí el que muchos apunten que Latinoamérica está girando de vuelta al populismo y el nacionalismo de izquierda.

Se trata, sin embargo, de una nueva izquierda, distinta a la que consideraba a la revolución cubana como el faro ideológico que debía guiar a los latinoamericanos. Los ejemplos de Brasil y Chile muestran que se trata de una izquierda capaz de hacer las paces con el capitalismo y convivir con el mercado. "Los movimientos de centro izquierda tienen una perspectiva de triunfo bastante grande y, siendo Brasil el fenómeno modelo, el Partido de los Trabajadores (al cual pertenece Lula) es el ejemplo a imitar", explicó a SEMANA Víctor Bautista, director de la maestría en relaciones internacionales de la Universidad Javeriana.

En el caso de Lula la incertidumbre que generó su elección contrasta con los buenos comentarios que ha despertado la seriedad de su política económica. Así sus críticos afirmen que Lula se está "derechizando", lo cierto es que ha conseguido desactivar los temores internacionales.

Siendo de lejos la principal economía de la región, y la novena del mundo, es precisamente el gobierno brasileño de izquierda el llamado a ejercer un papel de liderazgo en la región y el único capaz de hacer algún contrapeso a la influencia norteamericana. Consciente de su papel, Lula y su equipo han hecho esfuerzos para fortalecer la integración regional autónoma. Mientras Washington promueve la puesta en marcha para 2005 del Area de Libre Comercio de las Américas (Alca), Brasilia le ha apostado a fortalecer el Mercado Común del Sur (Mercosur), del cual Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay son miembros y Bolivia y Chile son socios.

La estrategia apunta a adquirir cierta independencia para negociar en una mayor igualdad de condiciones con la potencia del norte y Lula ha manifestado que pretende que la unión con sus vecinos no sea sólo económica sino también política y cultural.

La gran promesa de Kirchner en sus visitas a Brasilia y Santiago fue apostar de una manera similar por el fortalecimiento de Mercosur, superando la política exterior de "relaciones carnales" con Estados Unidos que dominó la agenda argentina en la década de los 90. El compromiso va tan en serio que brasileños y argentinos ya han discutido medidas para equiparar sus monedas, el peso y el real, y sentar las bases para una moneda común en el Mercosur.

Pero la proyección de la influencia brasileña no para en el Cono Sur. "Chávez y Lucio no tienen una fórmula propia y dependen en gran medida de Brasil", apunta Bautista. Además de sus activas conversaciones con Argentina, Chile y Uruguay, el gobierno brasileño también se percibe cercano a Venezuela y Chávez ha manifestado su deseo de integrarse en algún punto al Mercosur.

Pareciera que todos los caminos conducen a Brasil, y en ese panorama el éxito futuro de los movimientos de este tipo y la viabilidad de propuestas similares en este continente dependen en gran medida de la suerte del país de la samba. "La izquierda se está redefiniendo y para su historia en América Latina va a ser decisivo lo que ocurra con Lula", apunta Ocampo. Todo parece indicar que a los ojos del presidente brasileño la integración regional de este lado de América es la clave.