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"Vivimos una catástrofe": Arafat

Yasser Arafat habló con Adriana Puerta, corresponsal de SEMANA, sobre la situación de su pueblo y las posibilidades de paz con los israelíes.

8 de agosto de 2004

El presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, cumplió 75 años el 4 de agosto. Sus asesores cercanos en Ramala anunciaron que el líder se negó a una celebración con cenas, regalos y canciones. Y no es para menos pues la situación de los palestinos no está para fiestas. Además del ancestral conflicto con los israelíes, la situación en la Autoridad Palestina también está convulsionada. Se piden cambios y reformas, se habla de corrupción, de protestas de grupos como Hamas. El 2 de agosto, Mohammed Dahlan, ex jefe palestino de seguridad y un hombre importante en Gaza, dijo a Arafat que habrá más disturbios internos si no se implementan reformas anticorrupción. "Es hora de que Yasser Arafat castigue a los corruptos", dijo a la cadena de televisión al-Arabiya.

El centro de las miradas está en la llamada Mukata donde vive Arafat, a 30 minutos de Jerusalén. Este lugar, integrado por dos edificios sin aires de palacio. Cuando los hombres de seguridad abren la puerta para dar paso a los escasos visitantes autorizados, se entra a un lugar que parece un museo de guerra, pobreza y destrucción. Hay carros convertidos en chatarra oxidada, edificios destruidos, pedazos de concreto y decenas de canecas llenas con cemento para detener al ejército de Israel, si decide entrar como ya lo hizo en el pasado.

Los guardias de seguridad explican que las ruinas son resultado de la incursión de los israelíes en septiembre de 2002. En aquel entonces y después de un ataque terrorista palestino en Tel Aviv, los tanques bombardearon el edificio y los soldados llegaron buscando un grupo de palestinos acusados de las operaciones terroristas. Las señales inequívocas de los combates desde entonces son cuidadas y permanecen intactas para ser exhibidas por los palestinos a los visitantes internacionales, como testimonio de los ataques de Israel.

Desde entonces Arafat no sale del edificio para evitar un ataque de los israelíes. Arafat se encuentra rodeado de asesores y hombres de seguridad que fuman mientras retienen a la entrada los teléfonos celulares, las grabadoras y autorizan el paso. Las estrechas escaleras que conducen al despacho están llenas de sacos de arena. Pasa sus días en un cuarto contiguo a su despacho. Uno de sus asesores dice que trabaja todo el día. Reza por las mañanas y sólo duerme unas cuatro o cinco horas. Vive sin su familia y ocasionalmente recibe a los activistas europeos que llegan hasta el Oriente Medio exclusivamente para trabajar intensamente por la causa palestina.

Después de unos minutos, Arafat ingresa a su despacho y saluda con besos y apretones de mano al pequeño grupo de personas que le espera. Ahí esta el político y el militar, el hombre que fundó el grupo guerrillero Al Fatah, que perpretó varias ataques contra Israel. Arafat trabajó para obtener el reconocimiento internacional de la Organización para la Liberación de Palestina y se convirtió en el primer representante de un organismo no gubernamental en asistir a una sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ha realizado grandes esfuerzos para desprenderse de su imagen terrorista y sustituirla por la de un estadista moderno. Compartió el premio Nobel de Paz con el primer ministro israelí Yitzhak Rabin, por la firma de un acuerdo de paz en Washington, el 13 de septiembre de 1993.

En su despacho las cosas hablan, como en toda la Mukata. Al fondo se encuentra una foto inmensa de la mezquita dorada de Jerusalén, el tercer lugar más sagrado del mundo para los musulmanes. A la izquierda, una foto de Rachel Corrie, la activista norteamericana que murió cuando trataba de detener la destrucción de una casa palestina por el ejército israelí. Una paloma de metal, enviada por el Centro Shimon Peres para la paz. Hay una vasija con motivos cristianos, enviada por el sacerdote de la iglesia en la que reza George W. Bush. También hay fotografías de palestinos en enfrentamientos con el ejército de Israel.

Arafat habla con las señales del mal de Parkinson que le hace temblar las manos y los labios. Dice que la vida para los palestinos es terrible y seguirá así, mientras haya ocupación del ejercito Israelí en Gaza y Cisjordania. Arafat evade los rumores de corrupción y no habla de quién será su sucesor. Con inteligencia esquiva preguntas y no menciona su responsabilidad en el fracaso de las negociaciones con los israelíes. No habla de sus errores, cargos u opiniones en contra, pero sí de los problemas que los israelíes le causan a su pueblo. No habla de su culpa por la pobreza que viven los palestinos, ni contesta preguntas que lo controviertan. Todos los problemas los atribuye a los israelíes. Dice que al igual que muchos de los palestinos en los territorios, está encerrado ahí en la Mukata, ese sitio que durante la conversación denomina "mi prisión".

SEMANA: ¿Cómo ve la situación actual para los palestinos?

Yasser Arafat: Vivimos en una catástrofe día y noche y las cosas tienden a estar de mal en peor. En este momento Israel está construyendo un muro que será similar al de Berlín y que confiscará un gran porcentaje de nuestra tierra. Después que terminen las obras, los cristianos no podrán ir con facilidad a Belén y en muchos sitios, nuestra gente no podrá ir a rezar a sus mezquitas. En sitios como Kalkilya los israelíes están destruyendo las fuentes de agua y en los puestos de control, les prohíben a las mujeres ir al hospital con sus hijos. Tenemos pruebas que muestran que el ejército de Israel está usando sustancias tóxicas como uranio en las armas que usan contra los palestinos. Los norteamericanos fueron a Bagdad buscando armas atómicas y no las encontraron. Aquí tenemos pruebas de que Israel está usando uranio en las armas que utiliza contra los palestinos.

SEMANA: ¿Qué piensa del gobierno israelí? En varias oportunidades Ariel Sharon lo ha descalificado como homólogo y negociador en las conversaciones de paz.

Y.A.: Sharon está negociando pero sigue la ocupación en nuestros territorios. Los israelíes se resisten a implementar la Hoja de Ruta

SEMANA: ¿Cuál es su opinión sobre la política norteamericana y la relación con Israel?

Y.A.: Sabemos que el lobby israelí es muy fuerte en Estados Unidos y hay intereses de dinero de por medio en ambas partes. ¿De dónde viene el dinero para la construcción de este muro? De Estados Unidos.

SEMANA: ¿Usted reconoce el derecho de Israel a existir?

Y.A.: Sí, entiendo que Israel debe existir como Estado judío, y es importante recordar que como palestinos ya lo aceptamos en 1988, en el Consejo Nacional Palestino, y seguimos pensándolo así. Sin embargo, creo que también es necesario e importante encontrar una solución al problema de los más de 200.000 refugiados que viven en condiciones muy difíciles en el Líbano. Este tema fue discutido en Camp David con el presidente Clinton y con el primer ministro de Israel, Barak, y después de Oslo se llegó al acuerdo de que los refugiados desplazados en 1967 podrían retornar a Palestina si así lo querían.

SEMANA: ¿Cree que es posible que haya paz en un futuro cercano entre palestinos e israelíes?

Y.A.: Nosotros tenemos una buena relación con los grupos pacifistas israelíes. Por ejemplo, tenemos una buena relación como Yossi Beilin, el promotor de los Acuerdos de Ginebra. Nosotros no paramos nuestras relaciones e iniciativas a favor de la paz. El problema es que ahora en Israel está en el poder un grupo extremista, un hombre como ellos fue el que mató a Yitzhak Rabin, el primer ministro israelí. No olvide que con Rabin estuve trabajando para conseguir la paz, con él sí fue posible adelantar conversaciones. No hay que olvidar que para que haya paz en Israel se necesita llegar a un acuerdo con los palestinos. El grupo político en el poder es el que ha ocupado Gaza y nuestras demás ciudades. Y esperamos a que los israelíes se vayan de nuestros territorios, que termine la ocupación y que tengamos a Jerusalén como capital.