Abrazos de doble filo

30 de junio de 2007

El escudo antimisiles en Europa oriental y las intenciones separatistas de Kosovo son los temas más difíciles de la reunión en la que el presidente George W. Bush recibe en la residencia familiar de Kennebunkport, Maine, a su colega ruso, Vladimir Putin.

El asunto de Kosovo, la región serbia de mayoría étnica albanesa, enfrenta a las dos potencias. Bush fue aclamado en la visita a Albania hace tres semanas cuando reiteró su apoyo a la independencia de Kosovo. Pero Putin, a su vez, ha prometido a los serbios que no permitirá que su país pierda esa región, de gran importancia histórica para ellos. Esa diferencia promete un duro tire y afloje. Rusia ya no es la potencia debilitada que lideró Boris Yeltsin en los 90. Putin está empeñado en recuperar el peso político del Kremlin y en lo que respecta a reclamos separatistas, la defensa de los intereses serbios demarca su posición frente a su propio problema separatista en Chechenia. Las cartas de Putin muestran también un ejército poderoso y varios países de la comunidad europea preocupados por su dependencia del suministro energético ruso. Así que detrás de los abrazos, habrá más de un dedo cruzado.