La ira rusa

5 de mayo de 2007

El traslado de un monumento ruso en Estonia despertó la indignación de Moscú.
 
Las represalias rusas contra una de sus ex repúblicas por retirar símbolos de la Segunda Guerra Mundial se han comenzado a sentir. La decisión del gobierno de Estonia de trasladar un monumento en memoria de los soldados del Ejército Rojo caídos en la lucha contra el nazismo ocasionó violentas protestas frente a su embajada en Moscú, bloqueada desde el 27 de abril ante la mirada pasiva del Kremlin.

El soldado de bronce, que disfrutaba de un lugar privilegiado en el centro de Tallin, la capital, fue reubicado en un cementerio militar. Con ello, el gobierno, que tiene ingratos recuerdos de cinco décadas de ocupación soviética, ofendió a los cerca de 100.000 residentes rusos de este pequeño país báltico de un millón y medio de habitantes, en donde un tercio de la población es ruso hablante. "Son elementos de un mismo ataque ideológico contra Rusia, una falta de respeto hacia la historia y la memoria de quienes liberaron esos países", declaró Serguei Mirónov, presidente del Senado en Moscú.

Para empeorar la situación, el suministro de petróleo a Estonia se va a ver afectado por las reparaciones que se llevan a cabo desde el primero de mayo en las vías férreas. Aunque la agencia gubernamental de noticias rusa aseguró que el problema era temporal y no tenía connotaciones políticas, el hecho es entendido como una de las primeras consecuencias de este insulto al orgullo ruso.