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El Gran Foro Colombia 2019 de Semana analizó los principales desafíos que este año tienen la economía, la política, la seguridad, el sector social y Venezuela. | Foto: guillermo torres-semana

INTRODUCCIÓN

2019 para dónde va el país

Alejandro Santos Rubino, director de SEMANA, plantea cómo se ve Colombia este año.

2 de febrero de 2019

Difícil encontrar un mejor lugar para empezar 2019 que Cartagena. La brisa todavía nos trae la sinfonía perfecta del Festival de Música Clásica y ya se respira el ambiente intelectual del Hay Festival. Dos ambientes que alimentan el espíritu, alivianan el peso de la cotidianidad y nos despejan la mente para pensar quiénes somos y para dónde vamos. Es un paréntesis ideal para tratar de entender qué va a pasar en Colombia en 2019, después de un comienzo de año que no dio tregua y nos recordó que la realidad estaba ahí, para sacudirnos e indignarnos, con el atroz atentado del ELN, el asesinato de líderes sociales o la agonizante crisis venezolana.

En Colombia nunca ha sido fácil mirar hacia adelante. Un presente convulsionado y un pasado lleno de lastres, prejuicios y dogmas han impedido mirar el futuro de una manera auténtica y desprevenida. Por eso la importancia de este ejercicio de prospectiva, muy común en el mundo anglosajón, pero donde siempre es difícil trascender los diagnósticos, ser concretos y asumir riesgos. Nos obliga a despojarnos de los avatares de la coyuntura, alejarnos de las pasiones, entender el contexto y detectar los factores reales que nos impiden avanzar.

En los anteriores foros de ‘Para dónde va Colombia’, ha quedado claro cómo los árboles no dejan ver el bosque. Bombardeados por titulares, inmersos en el fragor de campañas electorales o atemorizados por las redes sociales, es difícil hoy tener un criterio informado y objetivo.

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Claro, hay que reconocer que en el mundo las cosas no están color de rosa. El mundo conocido desde la posguerra está cambiando a grandes velocidades. El multilateralismo está en entredicho y organismos como la ONU, la OEA o la OMC están en jaque. La Unión Europea se juega su futuro después de siglos de guerra y confrontación. La supremacía de Estados Unidos se desdibuja, mientras China asume un nuevo protagonismo global. La migración cambia el ajedrez político y, ante el vacío de una clase dirigente creíble y eficaz, el populismo y el nacionalismo amenazan el liberalismo económico y los valores democráticos.

Uno se pregunta si, frente al ascenso del populismo caudillista con tintes autoritarios que hoy se toma el poder, aparecerá un nuevo liderazgo ético que reivindique el valor de la libertad y la razón, y proteja las conquistas que a la humanidad le costaron siglos de guerra.

Las redes sociales se convirtieron en caldo de cultivo de las noticias falsas y la manipulación política y psicológica. Fenómenos electorales como el de Trump, Bolsonaro o los movimientos Cinque Stelle o la Liga del Norte, entre muchos otros, son la respuesta a un liderazgo político tradicional que hizo agua. El espectáculo del brexit es el retrato más palpable y doloroso del impacto de las redes, la mentira y las pasiones políticas. Y las protestas de los ‘chalecos amarillos’ en Francia, que tienen contra las cuerdas a Macron –irónicamente un outsider de la política– son la expresión violenta de un sector social indignado que se siente excluido. Todas estas fuerzas confluyen y amenazan las libertades civiles, los derechos políticos y la libertad de expresión. Es el epílogo de la incapacidad de una clase política que no ha podido resolver problemas estructurales como la desigualdad, la seguridad y la corrupción.

Frente a esta crisis de liderazgo, la sociedad le pasa factura al sistema democrático. Uno se pregunta si, frente al ascenso del populismo caudillista con tintes autoritarios que hoy se toma el poder, aparecerá un nuevo liderazgo ético que reivindique el valor de la libertad y la razón, y proteja las conquistas que a la humanidad le costaron siglos de guerra.

Colombia no es ajena a estas tendencias mundiales que sacuden el siglo XXI como un mar embravecido. Los colombianos sentimos de tiempo atrás los vientos huracanados de una realidad que nos ha enseñado a enfrentar la adversidad y a defender la democracia. Y hoy, cuando despunta 2019, podemos decir que tenemos una nación fuerte, quizá más fuerte de la que estamos dispuestos a reconocer. Una nación que va mucho más allá del Estado y la política, y que se ha fortalecido a pesar de la debilidad de las instituciones públicas y la miopía o mezquindad de muchos de sus representantes.

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Tenemos un país que sigue en el radar internacional, con una clase media sólida y creciente, una fuerte estructura empresarial, unas ciudades llenas de vigor y dinamismo, un turismo en franco ascenso, una infraestructura en pleno desarrollo, una economía que ha demostrado ser robusta y una capacidad emprendedora líder en América Latina, entre muchos otros factores de modernización.

Pero los problemas y desafíos del país no son menores, y no es fácil contestar si 2019 será un buen año. Por ahora, me atrevo a esbozar en brevísimas líneas los que considero algunos de los temas cruciales de este año.

Economía. Más allá de lo que pase con la guerra comercial entre China y Estados Unidos o la volatilidad de los precios del petróleo, es imprescindible empezar a hacer las reformas económicas estructurales –como la pensional– para afianzar el equilibrio fiscal. Sin duda, las grandes inversiones de las ciudades y regiones ayudarán a mover la aguja del crecimiento, en particular en Bogotá. Una pregunta: ¿será que este año si podremos mejorar la productividad, estancada hace diez? ¿Podremos empezar a reducir el nefasto lastre de la informalidad? Y un desafío: el rápido envejecimiento de la sociedad colombiana traerá grandes retos económicos y sociales que nos obligan a prepararnos desde ya.

Política. Cómo lograr el santo grial de gobernabilidad sin mermelada en un sistema político clientelista y de transacciones oscuras. La bandera de la nueva política que ha enarbolado Duque es necesaria, popular, pero muy riesgosa si no se cumple. El año electoral que se avecina moverá el mapa político y generará tensión en las regiones. El liderazgo presidencial será esencial en la estabilidad y paz política del país.

Colombia tiene que saber asimilar la migración, aprovechar sus beneficios y luchar contra la xenofobia y estigmatización. Clave saber aprovechar el bono demográfico de este fenómeno.

Seguridad. Colombia tiene un nuevo enemigo, el ELN. El atentado terrorista que segó la vida de 21 jóvenes le dio al Gobierno una nueva bandera que cohesiona: la lucha contra la inseguridad y el terrorismo. Pero no será una tarea fácil. El ELN es un movimiento social y político mimetizado en muchos sectores sociales, con un brazo terrorista que puede hacer mucho daño. Además, tiene su retaguardia en Venezuela y cuenta con el apoyo del régimen de Maduro. Para hacerles frente serán cruciales la inteligencia y la efectividad de la justicia.

Narcotráfico. Volverá la aspersión aérea para erradicar las más de 200.000 hectáreas de coca que inundan el país y financian los grupos armados ilegales. Aunque muy polémica, la fumigación se ve como el instrumento más efectivo contra los cultivos ilícitos. Pero generará sin duda una fuerte conflictividad social sobre todo en el sur del país.

Venezuela. Todo dependerá de si cae Maduro, cuya dictadura está en sus estertores. Mientras tanto, Colombia tiene que saber asimilar la migración, aprovechar sus beneficios y luchar contra la xenofobia y estigmatización. Clave saber aprovechar el bono demográfico de este fenómeno.

Deforestación. Sin duda es el gran problema ambiental de Colombia. Nuestros bosques son arrasados a gran velocidad por varias mafias y con ello está desapareciendo nuestra fuente de riqueza ambiental y biotecnológica. El Gobierno tiene que volverlo este año una prioridad nacional.

Protesta social. Las marchas estudiantiles de final de año fueron la antesala de una movilización social que seguirá en 2019.

Economía naranja. Aunque como bandera de gobierno suena difusa, como política de Estado es estratégica para el desarrollo económico de largo plazo y esencial para la generación de empleo y construcción de tejido social.

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Desafíos como la lucha contra la corrupción o la búsqueda de la igualdad siempre estarán ahí como prioridad en la agenda. O el valor económico del turismo en los territorios que requieren desarrollo con legitimidad. O la innovación y el emprendimiento como una manera de reinventarnos frente a la llegada imparable de la IV revolución industrial.

En el fondo, estas corrientes son el pulso de una nación que busca modernizarse a pesar de sí misma, citando al colombianólogo David Bushnell: una nación que aún con tanta violencia y polarización en su camino republicano ha tenido una de las democracias más estables en América Latina. Sí, una democracia imperfecta y muy precaria en muchos rincones del territorio, pero que con todos sus defectos tenemos que defender y fortalecer, como nos lo recuerda a diario la tragedia de nuestros hermanos venezolanos. Una lucha cuyo sentido cobra este año más valor con la celebración del bicentenario: cuando la gesta libertadora y la edificación de nuestro país nos recuerdan cómo ha sido el difícil camino de construir la personalidad histórica de Colombia. 

El Gran Foro Colombia 2019 fue posible gracias al apoyo de Ecopetrol, Esenttia, United Health Group – Colmédica – Clínica del Country y el Hotel Intercontinental Cartagena de Indias; con el apoyo de Allianz, Surtigas, Grupo Ortiz, Matrix Consulting, ISA, KMA Construcciones y la Cámara de Comercio de Cartagena.