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¿A QUE JUEGA GAVIRIA?

Por buscar su pedestal en la historia, el Presidente está arriesgando la suerte del Partido Liberal.

10 de junio de 1991

EL PUESTO DE CESAR GAVIRIA EN LA HISTORIA dependerá de la Asamblea Constituyente. Esto lo sabe él y lo sabe el país. Y la forma como se desarrollen los acontecimientos y el resultado final de este proceso determinarán si ese puesto es con pedestal o sin él.
En Colombia no había antecedentes sobre una Constituyente elegida por voto popular. Por esto ha habido mucha improvisación y tal vez por lo mismo cada semana ha habido una gran sorpresa. Pero pocas semanas van a ser tan cruciales y tan determinantes para el futuro de Colombia como lo fue la pasada. Y por lo tanto, pocas coyunturas serán tan definitivas en la carrera de César Gaviria como la que está atravesando en la actualidad.
¿Qué fue exactamente lo que sucedió la semana pasada? Que la Constituyente le notificó al país que no tiene que rendirle cuentas a nadie por ninguna de sus decisiones y que no admite controles posteriores. En otras palabras, que no podía haber ningún malentendido acerca de que la Constituyente era omnipotente, omnímoda y soberana.
El grito de independencia se hizo a través de un acto de malabarismo jurídico, sobre el cual hay hoy mucha controversia. El conflicto comenzó cuando el Consejo de Estado calificó el reglamento interno de la constituyente como un simple acto administrativo. El pronunciamiento significaba que ese organismo no considerada a la Constituyente tan omnipotente como ella creía.
Y ahí fue Troya. La Constituyente reaccionó como león enjaulado y, de la mano de un categórico Carlos Lleras de la Fuente, los delegatarios apoyaron una proposición mediante la cual ese organismo rechazaba cualquier clase de control jurisdiccional al elevar a carácter constitucional el reglamento.
Las dos partes, echando mano de tecnicismos jurídicos, asumieron posiciones estrictamente políticas. Todo esto hizo realidad una crisis institucional sobre la cual se venía hablando, pero que no se había presentado. Frente a esto, el Congreso, sintiendo pasos de animal grande, decidió, a su turno, dar su propio grito de independencia. Entendió que detrás de todo lo que estaba sucediendo estaba la intención de revocar el mandato de los congresistas y por eso declaró que, indepedientemente de las determinaciones de la Constituyen te en su contra, el 20 de Julio estaría en el Capitolio iniciando su período regular de sesiones.
En otras palabras, en este momento en Colombia hay un pulso entre los poderes públicos. Pero la situación está tan empantanada, que se hace necesaria la presencia de un árbitro. Este no es otro que César Gaviria y la pregunta que todo el mundo se hace es de qué lado está.
En un comienzo, el Gobierno manifestó su intención de mantener una posición estrictamente jurídica. Esto significaba defender el fallo de la Corte Suprema de Justicia, que establecía unas limitaciones a la Constituyente, entre ellas la de la no modificación del período de los elegidos. En plata blanca era estar del lado del Congreso en el espinoso tema de la revocatoria del mandato. En varias oportunidades, el Presidente y su ministro de Gobierno, Humberto, de la Calle, reiteraron el compromiso con el fallo jurídico. Primero fue el 23 de octubre. Gaviria expidió un comunicado que recogía los planteamientos que había expuesto en ese sentido en la sesion de clausura del Congreso e hizo suyas las palabras de la Corte al declarar exequible el decreto de convocatoria de la Asamblea. Posteriormente, y pocos días después de la elección de la Constituyente, asistió a dos desayunos, el 15 y el 16 de diciembre, con los senadores y representantes liberales. Allí sin dar lugar a equívocos les aseguró que no permitiría la modificación del período de su elección.
En enero y febrero, el Ministro de Gobierno hizo, por lo menos, otros tres pronunciamientos en contra de la revocatoria del mandato del Congreso y de la extralimitación de la Asamblea. El momento clave fue el pasado 17 de abril, cuando en medio de la creciente polémica se anunció que el Presidente se dirigiría a la Asamblea Constituyente para hablar específicamente sobre el tema. Ese día, en medio de una gran expectativa, el Presidente habló por cerca de una hora. Inicialmente su intervención fue considerada demasiado conciliatoria, como si hubiera querido prenderle una vela al Congreso y otra a la Constituyente. Sin embargo, palabras más palabras menos, lo que había dicho Gaviria era que si la Asamblea resolvía revocarle el mandato al Congreso, tendría que ser mediante un acuerdo de las fuerzas políticas y el Gobierno. En su segunda intervención ante la plenaria de la Asamblea, el Primer Mandatario dijo que esc organismo no era omnipotente, que el decreto 1926 estaba vigente y que por tanto la Constituyente no podía extralimitarse en sus funciones.