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¿A QUE JUEGA VENEZUELA?

Para algunos analistas, los incidentes con los barcos de Vikingos serían una demostración de que Venezuela está aplicando la teoría de la costa seca.

23 de octubre de 1995

LAS RELACIONES ENTRE Colombia y Venezuela se parecen cada día más a aquellas telenovelas que se cocinan con una buena dosis de amor y de desamor. Hay amor cuando los gobiernos de ambos países hablan de integración económica y de intercambio comercial, y desamor cada vez que se pone sobre el tapete el tema del diferendo limítrofe entre los dos países.
La semana pasada el episodio que produjo titulares de primera página, no solo en Venezuela sino también en Colombia, fue el ataque y retención de un barco pesquero de la empresa Vikingos, la nave Redes 9, que de acuerdo con la versión de las autoridades venezolanas se encontraba en aguas de ese país, violando así su soberanía. Los cinco tripulantes de la embarcación negaron en todo momento su presencia en aguas venezolanas y, por el contrario declararon que su actividad pesquera la hicieron siempre en aguas colombianas.
De acuerdo con la versión del Ministerio de Defensa de Venezuela, el barco fue detenido "en aguas territoriales venezolanas" por la patrullera Victoria. Las autoridades venezolanas no suministraron detalle alguno acerca de la ubicación de la embarcación en el momento de la captura, y en especial, se abstuvieron de mencionar las coordenadas en que se produjo la retención. Ello originó una nota de protesta del embajador de Colombia en Venezuela, Francisco Posada de la Peña, en la que pedía que se precisaran esos datos y expresaba las inquietudes del gobierno colombiano por el incidente. A partir de entonces, el gobierno de Venezuela trató, por boca del ministro de Defensa, general Moisés Orozco Graterol, de restarle importancia al incidente al descartar la posibilidad de una agresión o provocación. "Lo que sucede -dijo el Ministro- es que muchas veces esas naves no tienen los instrumentos necesarios que les dan la ubicación".
Este no es el primer episodio en el que aparece comprometida una nave de la empresa Vikingos en las últimas semanas. El 31 de agosto, a pocos días de haberse publicado el mapa oficial de Colombia elaborado por el Instituto Agustín Codazzi, fue atacado por patrulleras venezolanas el barco pesquero Redes 3. La versión colombiana es que la embarcación recibió 30 impactos de bala antes de ser detenida, y la versión venezolana es que sólo recibió un disparo que afectó la proa. Al igual que en el suceso del Redes 9, Caracas jamás informó sobre las coordenadas de la retención.
Ninguno de los dos incidentes ha sido aclarado aún y lo único que resulta evidente es que Venezuela sostiene, pero no demuestra, que las detenciones se produjeron en sus aguas territoriales. Colombia tiene dudas y la empresa Vikingos asegura que sus naves cumplían faenas de pesca en aguas colombianas.

LA COSTA SECA
Los incidentes con los pesqueros de Vikingos llevaron a varios analistas a preguntarse sobre lo que en realidad está sucediendo entre Colombia y Venezuela en materia de límites marítimos. Varios internacionalistas consultados por SEMANA coincidieron en afirmar que lo que está en juego, más allá de la retención de unos barcos pesqueros, es la soberanía de Colombia en su propio territorio. "Los barcos de Vikingos fueron agredidos y retenidos en territorio colombiano por la Armada de Venezuela. Ellos estaban pescando a 4,5 millas de Punta Espada, que es Colombia. Lo que está pasando es algo bien grave. Es algo así como si una persona no pudiera comerse los mangos que hay en el patio de su casa porque el vecino dice que son de él", dijo a SEMANA un experto en el tema.
De acuerdo con la versión de varios especialistas, lo que ha venido sucediendo es que desde hace algunos años Colombia ha dejado de hacer presencia en el mar territorial comprendido entre Punta Espada y Castilletes en La Guajira. Son cerca de 30 kilómetros, que según un internacionalista colombiano, "están desprotegidos". "Después del famoso incidente de la corbeta Caldas durante el gobierno de Virgilio Barco -anota la fuente- las autoridades colombianas dejaron de hacer presencia en la zona. Esa vez el tiro nos salió por la culata: quisimos asustar a los venezolanos y los que terminamos asustados fuimos nosotros".
Para muchos de estos expertos, fue precisamente el episodio de la corbeta Caldas el que más ayudó a despertar el nacionalismo venezolano y a reafirmar en algunos sectores de la población su sentimiento anticolombianista. El incidente hizo que tomara mucha más fuerza la tesis conocida en Venezuela como la de los 'integralistas', considerada como la más radical de todas (ver mapa). Los defensores de esta teoría sostienen que el golfo es una especie de mar interior de Venezuela y que las playas colombianas sobre ese golfo, que van desde Castilletes hasta Punta Espada, en el departamento de La Guajira, constituyen una 'costa seca" es decir, una costa cuyas playas son colombianas, pero cuyas aguas son venezolanas.
Los especialistas colombianos aseguran que esta teoría es descabellada. Pero por muy loca que parezca, e incluso si ningún funcionario venezolano la ha planteado recientemente de modo oficial, lo cierto es que los últimos incidentes parecen apuntar hacia que todo barco colombiano que se acerque a los límites que supondría la aplicación de la teoría de la costa seca, debe ser detenido. El ex canciller Alfredo Vázquez Carrizosa, una de las personas que más conoce del tema en Colombia, escribió en su columna habitual del diario El Espectador del viernes pasado que "año tras año, la comedia continúa y, mientras tanto, Venezuela nos elimina del Golfo al cual tienen acceso las costas colombianas de La Guajira".
Y el ex canciller puede tener razón: desde hace varios años los hechos han venido demostrando que la teoría de la costa seca parece estar dictando las decisiones de la Armada venezolana. En varias oportunidades el ex cónsul en Maracaibo y Caracas, José Jorge Dangond Castro, debió apersonarse de casos de colombianos que habían sido retenidos en las costas de La Guajira y que después fueron trasladados a Venezuela acusados, presuntamente, de violar la soberanía de ese país.
Aunque como lo aclara Dangond, "en Colombia no tenemos frente a estos temas la sensibilidad que expresan los venezolanos", lo cierto es que los indicios de que Venezuela puede estar aplicando los principios de la teoría de la costa seca deben llevar a la Cancillería colombiana a examinar el asunto con bastante cuidado.
En los últimos años las autoridades colombianas han preferido eludir cualquier confrontación y, en cambio, impulsar el crecimiento del intercambio comercial entre los dos países -que en poco menos de cuatro años se quintuplicó hasta llegar a los 1.700 millones de dólares en 1994-. Esta estrategia ha demostrado sus virtudes, pero a juzgar por los últimos episodios frente a las costas guajiras, no debe excluir el análisis del alcance de incidentes como los que se presentaron con las dos naves de Vikingos. Si bien el gobierno venezolano sigue hablando de negociar en forma directa con Colombia el diferendo con base en teorías distintas a las de la costa seca, más allá de esas expresiones están los recientes hechos. No vaya y sea que así como sucedió con los buques de la Armada Nacional -que después del episodio de la corbeta Caldas no volvieron a recorrer las costas guajiras al sur de Punta Espada- ahora resulte que tampoco pueden aproximarse a esa zona los barcos pesqueros colombianos.-