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Juan Manuel Santos. | Foto: León Darío Peláez

POLÍTICA

Acusación desconcertante contra Robledo

El gobierno acusa al senador de estar detrás de las protestas de cafeteros y mineros, algo que puede ser contraproducente.

20 de julio de 2013

La última intervención del presidente Juan Manuel Santos contra las protestas cayó como una bomba. Así como a todo mundo le pareció relativamente normal que acusara a la guerrilla de estar detrás de algunas de las protestas que están incendiando el país, desconcertó que hubiera incluido en esa responsabilidad al senador Jorge Robledo. El propio presidente hizo la denuncia: “Tenemos información precisa de un senador de la República que se muestra como el defensor de los campesinos y de la protesta social y lo que quiere es violencia”. Pero el primer mandatario no mencionó el nombre.

Minutos después el ministro del Interior, Fernando Carrillo, convocó a una rápida rueda de prensa concretando la acusación. Textualmente dijo: “Se evidencia una relación directa y clarísima de dos agitadores de Quinchía con Óscar Gutiérrez, quien es el líder de Dignidad Cafetera, según se dice, con el Polo Democrático Alternativo en el departamento de Caldas”. 

Sin embargo, al final remató agregando: “Estamos por determinar si el vínculo entre Gutiérrez y el senador existe. Hay que clarificar y establecer los vínculos de Gutiérrez con el Polo y con el senador Robledo”.

Aunque la acusación se hizo gradualmente y por etapas nadie podía ignorar de qué se trataba: el gobierno estaba responsabilizando a Robledo directamente de ser uno de los instigadores de los paros cafetero y minero e indirectamente asoció su nombre a hechos violentos relacionados con las protestas. 

Una acusación de esa gravedad, contra quien es considerado el líder de la oposición en el Congreso es un asunto muy delicado. Las redes sociales explotaron inmediatamente con una intensidad 
inusitada a tomar partido sobre el tema. La mayoría, incluidos los uribistas, condenaron categóricamente la actitud del presidente y del gobierno como una andanada contra la oposición para desprestigiarla vinculándola a la gravísima situación de orden público que vive el país.

Los defensores del gobierno afirman que Santos y su ministro jamás habrían soltado semejante bomba si no tuvieran información privilegiada y convicción sobre la misma. Independientemente de cuál de los dos bandos tiene la razón es indudable que al gobierno le ha hecho mucho daño formular una acusación en ese sentido en este momento. Robledo no solo se ha posicionado como el contradictor de más peso contra el gobierno después de Álvaro Uribe, sino que ha tenido una tradición política de rechazo al uso de la violencia.

Sus debates políticos con frecuencia están cargados de retórica y de exageraciones que le han dado grandes réditos políticos a tal punto que fue incluido en una lista publicada por el portal La Silla Vacía sobre los diez más poderosos de la opinión pública en el país.

Esa preeminencia no ha hecho sino aumentar la polarización que despierta entre quienes creen es una de las pocas voces independientes en Colombia que dice la verdad, y quienes consideran que es un dialéctico brillante que apela al sofisma y a la descontextualización para lograr impacto mediático.
Esos dos lados no se van a poner de acuerdo. Pero en lo que ambos coinciden es que la oposición que Robledo siempre ha hecho ha estado dentro de las reglas del juego y no por fuera de ellas, como lo señala el gobierno. Ni corto ni perezoso el senador reviró en términos igual de agresivos: “Ante su fracaso cafetero y minero, Santos recurre a la bajeza contra mí y el Polo”. 

En todo caso en momentos en que el gobierno está asediado por decenas de protestas como es el caso en la actualidad, señalar a uno de sus principales opositores como responsable puede acabar siendo una estrategia contraproducente.