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Aguas que lloviendo vienen...

Crónica de una semana política golpeada por los vientos cruzados de la para-política y la fara-política.

3 de marzo de 2007

El aguacero de noticias que esta semana continuó cayendo sobre la política produjo una creciente que presagió nuevas catástrofes. Al Polo lo golpeó la tormenta más fuerte, con rayos y centellas enviadas por el gobierno; el liberalismo mantuvo la alerta roja por la embestida del 'huracán' Horacio, y en Palacio llegaron las corrientes heladas de los demócratas que auguran un posible congelamiento del TLC en Estados Unidos.

El clima político tiene a todos los protagonistas con dosis extra de cuidados para protegerse de las bajas temperaturas de la para-política o de la fara-política.

El lunes, la relación entre el gobierno y su bancada en el Congreso presentó síntomas de maluquera. El ministro Carlos Holguín insistió en la insatisfacción del Presidente con su bancada y sobre su soledad en el poder. Dilian Francisca Toro cobijó a su Congreso y respondió al Ministro que las culpas son compartidas y que están trabajando para sacar adelante los 22 proyectos que les metieron en las extras. Luego convocó a una caravana hacia La Picota para visitar a sus compañeros detenidos y hacer un gesto de solidaridad, pero la asistencia fue escasa.

Mientras Dilian Francisca ejercía su presidencia, sus colegas alternaban la asistencia a las comisiones con la contabilidad electoral. Pegados de la página web de la Registraduría revisaban municipio por municipio cada uno de los votos que obtuvieron en las elecciones, sumaban el total por departamento y le sacaban el porcentaje sobre el censo electoral y el número de votos depositados. Al final suspiraban y gritaban a los cuatro vientos que no habían encontrado votos atípicos.

Ese primer día de la semana empezó la peor pesadilla para el Polo Democrático. Una noticia sobre la vinculación del ex gobernador del Tolima Guillermo Alfonso Jaramillo con las Farc puso a revolotear a la izquierda. De inmediato arrancó el debate interno que concluyó con la certeza de que les tocó sacar músculo y defenderse. Decidieron apoyar a Jaramillo con todo. La Fiscalía parecía darles la razón el jueves aduciendo que no hay investigación en curso, pero el viernes se avecinaba un ciclón. La existencia de documentos que aún no llegan a manos de los fiscales deja dudas sobre el comportamiento del ex gobernador, su asesor de Paz y posibles pactos con las Farc.

La angustia del Polo contrastó con la vehemencia del uribismo, que se recargó de baterías y salió en defensa de su caudillo. Los ministros Andrés Felipe Arias, de Agricultura, y Diego Palacios, de Protección Social, arremetieron contra Jorge Robledo por encabezar la retirada de una comisión del Congreso y luego el mismo ministro Holguín despertó una especie de ira, calificando de "infame" al senador polista. El Polo se negó a ir a una reunión en la que el gobierno hablaría de las elecciones de octubre y en la que el vicepresidente, Francisco Santos, aseguró que arreglaría cualquier amenaza contra la democracia en cinco minutos.

El martes los liberales llegaron a la conclusión de que hay una herida que le duele a Horacio Serpa y que no sanará fácilmente. El ex candidato fue al tribunal ético del partido y propuso que le reabrieran el proceso de su vinculación al 8.000. Se lo negaron, pero esto no impidió que se concretara su candidatura a la Gobernación de Santander. Será con el aval del partido. Al día siguiente trascendía la captura contra Horacio Duque, un ex asesor de Serpa que resultó acusado de guerrillero. El jueves, el liberalismo se volcó por el arte y el ex presidente César Gaviria inauguró su galería en Bogotá y en el acto todos decían que se sentía un olorcito a campaña.

El gobierno inició la semana con un inventario de reformas políticas que no lograron posicionarse como tema de discusión y la terminó con la noticia de la orden de captura contra Álvaro Araújo Noguera, cacique y padre de la ex canciller y del senador.

Una semana más de estremecedores truenos sobre el cielo de la política que hacen pensar que lo que viene aguas arriba, más que una simple tormenta, es el descongelamiento del iceberg.