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Águilas Negras: ¿estructura criminal o sólo un nombre para cometer delitos?

La Policía niega este grupo como banda organizada y dice que es más un mito que una realidad. Sin embargo, los hechos dicen otra cosa: hay presencia de Águilas en 107 municipios y varios pobladores hablan de ellos.

17 de mayo de 2011

Las Águilas Negras fue la primera de las llamadas “bandas emergentes” que identificaron las autoridades después de la desmovilización del Bloque Catatumbo, a finales del 2004. Empollaron en abril y mayo del 2006 en Norte de Santander y fueron la primera señal de terror que dejó la desmovilización mal hecha de las AUC. Eran un híbrido de entre desmovilizados, paramilitares que no se acogieron al proceso de desmovilización, y reclutados.
 
Un bloque de búsqueda al año siguiente intentó acabarlas para siempre y las borró del mapa de las hoy llamadas bandas criminales, de las cuales, según la Policía, solo hay siete organizaciones. Sin embargo, desde hace dos años han venido apareciendo en varios departamentos del país con homicidios, extorsiones y amenazas. Pero las autoridades niegan que sean las Águilas, como estructura, y dicen que son unos desordenados sociales que utilizan su valorado nombre para cometer delitos.
 
Si bien es cierto que la Policía ha encontrado grupos delincuenciales que nada tienen que ver con las bacrim que chantajean con panfletos a nombre de las Águilas Negras, nombre que usan como una marca de alto valor en el mundo criminal, hay evidencias palpables de que este grupo, con mando, uniforme y armas, ha llegado a 107 municipios en 19 departamentos para sembrar el terror, según la Defensoría del Pueblo.
 
Es más, Acción Social, la agencia del Estado que les hace seguimiento a los desplazados en Colombia, tiene en sus registros que el año pasado las Águilas provocaron seis desplazamientos masivos después de los Rastrojos, que fue el que más desplazamientos causó en el país, aunque ellos aclaran que las Águilas pueden estar asociadas a bandas como Renacer, los Urabeños o grupos de la Alta Guajira. Por otro lado, la unidad contra las Bacrim de la Fiscalía General no tiene investigaciones contra las Águilas. Según ellos, estas se convirtieron en los Urabeños.
 
Pero este confuso panorama tiene otra dimensión en la realidad. Pobladores en distintas zonas de riesgo hablan de la amenaza latente de este grupo emergente. A mediados del año pasado, los habitantes del corregimiento de Montelíbano, en Córdoba, vieron con sus ojos cómo un grupo que se hacía llamar las Águilas Negras llegó hasta su vereda. Según testigos, vestían overoles negros, llevaban radioteléfonos y llegaron amenazando a todo el mundo.
 
“Eran unos 15. Se identificaron como las Águilas Negras y dijeron que, de ahora en adelante, ellos iban a tener el manejo de esa zona, que no querían ver ni un paisa por ahí (haciendo referencia a la banda los Paisas) y que la comunidad tenía que escoger las mujeres que les iban a entregar a ellos para someterlas sexualmente”, dijo a SEMANA el representante de una ONG en Montería que pidió la reserva de su nombre, por seguridad.
 
Después, el 29 de junio a las 7 de la noche, unos 30 hombres con armas largas, llegaron al corregimiento de Los Córdobas de Montelíbano y mataron a cinco personas. “Llegaron a la cancha de fútbol de la vereda y eran las mismas Águilas que habían venido semanas atrás. Hicieron poner boca abajo a los muchachos que estaban jugando ahí y dispararon al azar. Después se fueron a la única tienda del lugar y mataron al dueño. A uno que se asomó para ver lo que ocurría, también le dispararon. Dejaron cuatro heridos”, agrega el funcionario de la ONG.

Hechos de violencia así han ocurrido en departamentos como Antioquia, Atlántico, Bolívar, Caldas, Caquetá, Cauca, Cesar, Chocó, Cundinamarca, La Guajira, Magdalena, Meta, Nariño, Norte de Santander, Quindío, Santander y Sucre, según el Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría.
 
En el sur de Bolívar se sabe de las Águilas desde el 2008. Según autoridades locales, en su mayoría son desmovilizados de las AUC y están bajo el mando de alias ‘Don Leo’ y ‘Pablo Angola’, presos en la cárcel de Valledupar y quienes obedecieron a Carlos Mario Jiménez, ‘Macaco’, extraditado jefe paramilitar.
 
Aun así, la Policía Nacional se niega a reconocerlos como organización. “Las Águilas son un mito, más que una realidad. Tenemos identificados 80 modelos de panfletos diferentes en todo el país, desde el 2007, de grupos que dicen ser las Águilas Negras. Esto no nos lleva a una banda estructural, sino a un fenómeno meramente nominal”, dijo a SEMANA un investigador de la Policía que ha seguido de cerca el fenómeno de las bandas criminales en Colombia.
 
Es verdad que en muchos lugares, como Arauquita, Tame, Bucaramanga, Girón, Barranquilla, Malambo y varias poblaciones del Magdalena Medio, las amenazas de las Águilas llegan a través de correos electrónicos contra ONG, sacerdotes, prostitutas, drogadictos y líderes regionales con figuras variopintas de animales de rapiña o humanos con alas enormes (ver fotos). Sin embargo, es una realidad que en poblaciones remotas, donde no hay presencia del Estado y la estela de miedo que dejaron los paramilitares aún no se diluye, los colombianos tengan identificadas a las Águilas Negras como sus verdugos.
 
Una de las consecuencias de estas diferencias de concepto y de la negación de su existencia como organización es la desconfianza que se está generando en la población hacia la fuerza pública. Según conoció SEMANA, la gente no denuncia los delitos de este grupo porque al negar las autoridades su presencia, piensan que hay complicidad de unos con otros. Por ejemplo, se sabe que en Cúcuta hay varios casos de niñas menores de 18 años que son utilizadas sexualmente por miembros de Águilas Negras, pero no hay una denuncia formal por la desconfianza que hay de la población hacia las autoridades.
 
“A la gente no le ponen atención cuando denuncia cosas que hacen las Águilas. Incluso yo una vez fui a decirle a un inspector de una vereda que el problema de las amenazas en San Jorge (sur de Córdoba) era de estas, y él me dijo: ‘No, mano, pero es que la orden es que Águilas Negras no existen’”, dijo una fuente a un investigador en el sur de Córdoba.
 
En últimas, el problema del nombre es insignificante al lado del daño que están haciendo los 3.000 hombres que, se calcula, tienen las bandas criminales en todo Colombia. Lo grave no es que se llamen Machos, Rastrojos o Águilas Negras. Lo grave es que al no nombrar un grupo como tal, este haga de las suyas aprovechando que nadie los identifica, ni los busca, ni los combate.