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AL BORDE DE LA MESA

A pesar de que la guerrilla arreció sus ataques, el ELN y el gobierno están a punto de empezar a dialogar.

26 de junio de 1995

EL FINAL DE LA SEMANA PAsada se vio marcado por el hecho de que el gobierno, el ELN y la fracción disidente del EPL por fin se sentarían a dialogar. El anuncio, hecho por el alto comisionado para la Paz, Carlos Holmes Trujillo García, tomó a muchos por sorpresa, ya que los últimos días habían presenciado el recrudecimiento de los ataques guerrilleros. Tanto las Farc como el ELN arreciaron sus ataques, pero sólo con el segundo se consiguió, por fin, un principio de acuerdo para, al menos, sentarse a dialogar.
No habían dejado de sonar las campanas de paz lanzadas por el gobierno en Bucaramanga cuando la Coordinadora Guerrillera mostró sus dientes en buena parte del territorio nacional. Pocas horas después de que Trujillo dijera en esa ciudad que el gobierno estaba dispuesto a iniciar las conversaciones de paz con la Coordinadora Guerrillera, un frente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -Farc- incursionó en el municipio de Ubaque (Cundinamarca) y asesino a un oficial y a un agente de Policía.
El Ejército de Liberación Nacional -ELN- también marcó tarjeta y 48 horas después del anuncio presidencial asesinó a cinco campesinos en el corregimiento de Pueblo Nuevo, jurisdicción de Majagual (Sucre). La misma organización guerrillera en un comunicado reconoció que en los últimos meses ha venido asesinando a niñas en el municipio de Saravena (Arauea), a quienes sindican de ser auxiliadoras del Ejército en esa región del país. Y eso no era todo. El miércoles, el mismo grupo volaba por enésima vez el oleoducto Caño Limón Coveñas. El atentado dejó como saldo el derrame de 3.000 barriles de crudo y multimillonarias pérdidas para la empresa estatal Ecopetrol.
Para cerrar una semana sangrienta, otra cuadrilla del ELN, asesinó a un soldado y dejó heridos a otros dos en el sur del departamento de Bolívar.
De acuerdo con varios expertos consultados, las acciones de las Farc tendrían su explicación en que esa organización no está interesada en adelantar diálogos con el gobierno en las actuales circunstancias. "Las Farc están interesadas en un tratado de paz duradero y no en unos encuentros casuales para tratar de cumplir con un plazo fijado por el gobierno de Samper. Por eso a las Farc ni les interesan puestos en una comisión de reforma de los partidos políticos, ni hablar de humanización de la guerra para eternizar el conflicto. Y el ELN habla de paz porque sabe que sin las Farc en la mesa nunca habrá acuerdos reales", dijo a SEMANA un experto en ese grupo.
El proceso de paz, en todo caso, se muestra más complicado de lo que parece. A pesar de la voluntad expresada por el ELN en el sentido de que se sentará a la mesa, lo cierto es que sus acciones violentas no se diferencian en nada de las de las Farc ni en intensidad, ni en sevicia. Por eso hay observadores que piensan que detrás de esa voluntad manifiesta se esconde el interés único en elevar a Francisco Galán a la categoría de prisionero de guerra.
Las campanas de paz del gobierno siguen sonando, aún en medio de los morteros lanzados por los grupos subversivos. La paz es uno de los propósitos del gobierno. Y aunque el propio Samper ha dicho que el gobierno no tiene afán de llegar a la mesa de negociaciones (ver SEMANA #679), lo que algunos analistas sospechan es que en el proceso de paz que apenas comienza un sector del gobierno empieza a ensillar, aun sin tener las bestias.