Home

Nación

Artículo

AL ESTILO GAVIRIA

En los próximos días se demostrará si el nuevo esquema político de Gaviria es un acierto o un fracaso.

10 de agosto de 1992


LA NOCHE DEL VIERNES DE LA SEMANA ANtepasada, cuando el presidente César Gaviria, el ministro de Gobiemo, Humberto de la Calle, y algunos de los asesores más cercanos al primer mandatario todavía se devanaban los sesos tratando de configurar la nómina de los ministros del nuevo gabinete, en la opinión pública había la sensación de que se estaba desarrollando un proceso que tenía muy poca o ninguna presentación.

Lo que para el ciudadano corriente estaba pasando era que durante los días previos al momento de la decisión final sobre quienes serían sus nuevos ministros, el Presidente estaba negocíando con las distintas agrupaciones políticas hasta los más pequeños detalles de un asunto que hace parte de las atribuciones exclusivas del jefe del Estado. Las camaras de televisión de todos los noticieros, apostadas en las puertas de la Casa de Nariño, registraron durante varios días la romería casi interminable de jefes políticos de las más diversas pelambres hacía el despacho presidencial, con listas que contenían los nombres de quienes a juicio de cada dirigente eran auténticamente representativos del respectivo sector. Y como si lo anterior fuera poco, se convirtió en un hecho público el que a elevadas horas de la noche de ese viernes el Presidente había conformado un determinado gabinete sobre la base de que Antonio Urdinola o Mauricio Cabrera aceptarían el Ministerio de Minas y que al día siguiente a Gaviría le había tocado volver a barajar. Algunos de los que la vispera habían figurado para una cartera resultaron al día siguiente en otra, dejando la impresión de que en el proceso de selección de la nómina de colaboradores del Presidente hubo más de transacción política que de calidad administrativa.

CINCO EN UNO
Con la conformación del nuevo gabinete el presidente Gaviría estaba tratando de solucionar no uno sino varios problemas políticos. Uno era el de la relación del Gobierbno con el Partido Liberal, en regular estado debido a la poca representación que los distintos sectores decían tener en la admiriistración. El segundo era decidir la preferencía entre los conservadores independientes y el grupo de Andrés Pastrana en matería de presencia en el gabinete. Desde el punto de vista del respaldo político a cada una de las dos opciones el asunto no era nada fácil, pues se tratabba de escoger entre un grupo parlamentario relativamente pequeño, como el de Pastrana, o mucho mayor como el de los independientes. El tercer problema era preservar la presencía política de Ernesto Samper en los ministerios, bajo el criterio de que es hoy por hoy la carta más fuerte del liberalismo para las próximas elecciones presidenciales. El cuarto asunto era si el M-19 y el Movimiento de Salvación Nacional se quedaban o salían del gabinete. Y el último punto, pero no el menos importante de todos, era que ese rompecabezas político encajara con la principal responsabilidad del Presidente, que es la de gobernar bien con personas capacitadas para hacerlo. Fue en ese proceso de hacer combinar la representatividad política con la calidad personal que se presentó el espectáculo de las listas de candidatos.
"Entramos de nuevo en la república clientelista", escribio alarmado Plinio Apuleyo Mendoza en su columna de El Tiempo. Algunas personas cercanas al Presidente lo defendieron afirmando que se trataba simplemente de hacer por escrito lo que siempre se había hecho por teléfono, o se había hecho por escrito pero más en privado.
Lo cierto es que hubo un aspecto mal manejado de trámite en todo esto que dejo la sensación en la opinión pública de que había algo de clientelismo y chamboneo.

¿QUE HAY DE NUEVO?
Pero aún a estas alturas, cuando han pasado dos semanas del cambio de gabinete, el país no se ha percatado bien de que en el proceso de integración de la nomina de colaboradores de Gaviria hubo cambios políticos fundamentales que tendran no pocas repercusiones en el futuro del país. La forma en que el Presidente abordó el tema hizo recordar el mecanismo que utilizo en las épocas prevías a la convocatoría de la Constituyente, antes de integrar su primer gabinete. En ese entonces el Presidente busco un acuerdo político sobre unas bases que llenaran las expectativas que tenía el Gobierno sobre la reforma constitucional, antes de proceder a integrar su gabinete. Ahora, Gaviria redactó un documento base que contenía los temas que el Gobierno considera fundamentales para el manejo del país en el futuro próximo, y comprometió a los distintos sectores en el apoyo a ese enfoque específico. Esto, que parece una jugada facil, garantiza un control bastante fuerte del Ejecutivo sobre buena parte de los asuntos que va a abordar el Congreso en los próximos meses, y asegura compromisos escritos sobre temas que, como el orden público, los diálogos de paz y las relaciones con Venezuela, necesariamente van a estar en el primer plano de la actividad nacional en los tiempos que vienen. Mediante este mecanismo se entro en una nueva etapa de la política colombiana que es el de las coaliciones de gobierno. Aun es muy temprano para evaluar la eficacia práctica de esta nueva coalición, pero lo cierto es que es un nuevo esquema.
El comportamiento en el Congreso de todas las fuerzas políticas que estan en el Gobierno y las que quedaron por fuera en el desarrollo de la declaratoria de conmoción interna va a ser un termómetro interesante de los efectos concretos de la nueva fórmula para gobernar.

Otro aspecto fundamental en el análisis de la conformación del nuevo gabinete es el de las nuevas relaciones del Ejecutivo con las otras ramas del poder público tras la reforma constitucional. La nueva Constitución fortaleció notablemente al Congreso entregandole funciones de control al Gobierno y limitó la capacidad de maniobra de este frente al Legislativo al introducir la elección popular de gobernadores y al prohibir el nombramiento de parlamentarios en cargos como ministerios o embajadas. Esta nueva realidad tiene que producir un cambio en el comportamiento del Gobierno, al rebajar su autonomía de vuelo en esta materia. Algunos observadores estan empezando a decir que podemos estar frente a un sistema semiparlamentario en el que la integracion del gabinete de los gobiernos de coalición tienen obligatoriamente que hacerse de común acuerdo con las fuerzas más importantes del Congreso. Esta lectura de los episodios que rodearon la integración del nuevo gabinete convertirían lo que parecia una burda transacción clientelista en un mecanismo político más civilizado y elaborado que los que el país ha visto hasta el momento.

HABRA FUTURO
¿Pero de todos los objetivos que se había trazado el Gobierno, cuántos llegaron a feliz término? Sin lugar a dudas, el presidente Gaviria mato varios pajaros de un tiro. Por una parte, el Gobierno quedo ligado a todas aquellas fuerzas que, al parecer, seran las que manden la parada en el futuro político en el país.
Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Antonio Navarro son las cabezas de los nuevos grupos representados en el gabinete y en la decisión del presidente Gaviria acerca de quienes serán sus compañeros de viaje en el tren que acaba de arrancar, está claro que el primer mandatario le apostó al futuro, sin importar cual sea su costo político.

Por otra parte, quedaron satisfechas varias exigencias políticas. En el nuevo gabinete estan representados el M-19, a través del ministro De Roux, asi no sea un antiguo guerrillero del "eme"; esta presente Andrés Pastrana, quien apoyó al Gobierno en la controvertida reforma tributaria antes de que estar a favor o en contra del Gobierno implicara una mejor presencia en el gabinete, y quien propuso que el rediseño del Gobierno se planteara sobre la base de un acuerdo programático a partir del nuevo gabinete. Y asi se hizo. Estan diversos matices liberales y esta, en una categoria que va mucho más allá de su propia participación personal, la ministra de Relaciones Exteriores, Noemí Sanín. Quedaron por fuera los conservadores independientes, aunque con una independencia tal que incluso algunos de ellos estaban firmando el texto del acuerdo político redactado por el Gobierno. Y quedó por fuera el Movimiento de Salvación Nacional, que es en este momento el único sector sobre el cual se puede decir, definitivamente, que le hara oposición al Gobierno.

El innegable acierto de Gaviria esta en que logró elaborar un gabinete que satisface a varios de los distintos grupos políticos, combinando la representatividad política de las personas que nombró con el hecho de ser de su entera confianza. Independientemente de las críticas a la forma en que Gaviria tramitó la integración de su equipo, lo cierto es que nadie puede afirmar que las personas que reemplazan a los ministros salientes sean simplemente cuotas políticas de los sectores que logran influir en el Gobierno.
Es muy posible que al presidente Gaviria le este resultando la fórmula de conciliación entre sus dos necesidades más apremiantes: la política y la administrativa.

Lo que falta por establecer es si el resultado que se busca va a ser el mismo que se logra. Hay quienes aseguran que Gaviria dejó contentos a los liberales pero creó el gérmen de la división en el M-19 y entre los conservadores, y que eso significa consolidar una posición que puede llegar a resultar muy difícil de controlar. Otros piensan que se esta fortaleciendo demasiado a Andrés Pastrana, que es el único político que según las encuestas está en capacidad real de derrotar en elecciones a un candidato liberal. Lo cierto es que en plena mitad de su gobierno, el presidente Gaviria ha movido las fichas de tal manera que el resultado, para bien o para mal, va a significar un cambio profundo en el esquema político colombiano. -