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ANDRES, CARNE DE RES

Después de dos meses en el matadero de la opinión pública, Andrés Pastrana regresa al país y pone la cara. Entrevista exclusiva de SEMANA.

26 de septiembre de 1994

ANDRES PASTRANA REGRESO AL PAIS LA SEmana pasada. Y llegó golpeado. Su llegada fue discreta, lo cual le costó duras críticas. Sus apariciones se limitaron a una entrevista con Pacheco, de la cual salió bien librado. Las encuestas demuestran que su increíble resultado del 21 de junio de 3.6 millones de votos puede haberse reducido a la mitad. El nuevo gobierno ya arrancó, con una colaboración conservadora de la cual él no fue ni partícipe ni beneficiario. Las apuestas presidenciales para 1998 giran alrededor de nombres como Noemí Sanín, Juan Manuel Santos y Carlos Lleras de la Fuente.
María Jimena Duzán, en su columna de El Espectador le recomienda a Andrés retirarse de la política y volver al periodismo "de donde nunca debió haber salido". Enrique Santos, un poco más benévolo, concluye que "En política se cometen errores que a veces resultan más graves que lo imaginado. El de Andrés fue costoso, pero no necesariamente irreparable".
En todo esto, hay algo de injusticia. Andrés Pastrana no se merece toda el agua sucia que le ha caído. Se le ha acusado de que, por ser un mal perdedor, le hizo mucho daño a Colombia. Esta es una afirmación simplista, pues al país lo que le hizo daño fue el darse cuenta de que el narcotráfico había infiltrado la sociedad mucho más de lo que nadie se imaginaba.
Probablemente Andrés Pastrana manejó mal su derrota, pero esto sólo lo perjudicó a él. El debate sobre los narcocasetes hubiera sido idéntico si él no hubiera abierto la boca: la cinta ya estaba en poder de los medios de comunicación, y éstos lo iban a divulgar, como de hecho lo hicieron. Pero cometió el error de hablar del tema y pronunció dos frases que se constituyeron en su calvario. El día en que perdió las elecciones, en su discurso, después de aceptar la derrota, dijo "Un presidente que haya recibido dineros del narcotráfico no tiene título moral para conducir a su pueblo". Y tres días después, en la controvertida rueda de prensa que dio, aseguró que "si se comprueba que la campaña presidencial del Presidente electo recibió dineros del narcotráfico él renunciará al mandato del pueblo porque tendrá una credencial viciada".
En ninguna de las dos ocasiones se mencionó el nombre de Ernesto Samper. En ambos casos, la situación fue presentada como un caso hipotético, condicional. Pero Pastrana no tuvo sentido de oportunidad. Y esa frase, transmitida de boca en boca, acabó apareciendo como si le hubiera pedido la renuncia al presidente electo.
Eso lo convirtió en el vocero de una denuncia que trascendió las fronteras, y cuyo contenido parecía confirmar una ola de acusaciones hechas por senadores y representantes del gobierno estadounidense, y que tachaban al país de ser una narcodemocracia. Pero fue el efecto y no la causa, lo que hundió a Pastrana. La gente no le perdonó que, por un episodio sobre el cual él se había pronunciado enérgicamente, el nombre de Colombia fuera tan duramente cuestionado. Una vez más, la imagen era más importante que la realidad. Y la realidad, por su parte, no es que estuviera muy clara, pues el día de las elecciones, cuando el tema fue mencionado, solamente seis personas en todo el país conocían el contenido de las grabaciones.
Tal vez lo que más se le critica a Pastrana es que, a ojos de la opinión pública, las dos campañas tenían rabo de paja en materia de dineros calientes. Por tanto, Andrés no tenía autoridad moral para hacer denuncias sobre el tema. La realidad es que en el narcocasete, aunque las dos campañas aparecían mencionadas, estaba potencialmente más comprometida la de Ernesto Samper. En su referencia a las tesorerías, la grabación hacía alusión a un simple desayuno de Giraldo con el tesorero conservador, pero a unos contactos bastante más profundos en el caso liberal. Sin embargo, hay tantos nombres mencionados de ambos bandos y son tantos los episodios y los cabos sin atar, que es difícil llegar a conclusiones categóricas de inocencia o culpabilidad para cualquiera de las campañas. Andrés tenía una ventaja relativa en lo que se refería al contenido de la grabación. Pero se embarcó en una actitud ambigua de denuncia y no denuncia, la cual no hizo sino confundir a la opinión pública, y eventualmente voltearla contra él.
Pero la reacción de la opinión fue desproporcionada. Hoy por hoy, la gente tiene más sentimientos que razones para explicar su animadversión hacia quien había sido, hasta hace dos meses, el niño mimado de los colombianos. Como este episodio ha afectado tanto la vida política del país y la vida personal de Andrés Pastrana, SEMANA entrevistó al hasta ahora silencioso protagonista de este controvertido episodio.

"DE GREIFF ME DIJO QUE ESTABA IMPEDIDO"

SEMANA: Usted hizo una denuncia gravísima y luego se quedó callado.

ANDRES PASTRANA: Yo no hice ninguna denuncia. Entregué un casete al Presidente de la República como primer magistrado y garante de un proceso electoral. La investigación la abrió el Presidente, al entregarle la cinta a la Fiscalía, y la divulgación de las grabaciones la hicieron los noticieros de la noche y el diario El Tiempo. Los medios allegados a mi familia tenían la información, y nunca mencionaron el tema. Ahora resulta que para algunos aparezco yo como el que primero hizo público el casete.

SEMANA: Entonces, ¿para qué hizo la rueda de prensa?

A.P.: Es importante el orden de los hechos. La rueda de prensa fue el miércoles 22 de junio, y la divulgación de los medios del casete fue el martes 21. Hay que recalcar que el gobierno nacional, a través de un comunicado del Ministro de Defensa, hizo público el hecho de que yo le había entregado, antes de las elecciones, el casete al Presidente de la República. Fueron testigos el Ministro de Defensa y Luis Alberto Moreno. Igualmente mencionó el hecho de que las voces fueron verificadas, y que eran ciertas. Una vez comprobado ese hecho, el casete fue enviado a la Fiscalía, para que iniciara una investigación y fue el presidente Gaviria quien se lo envió a Ernesto Samper.

Ante esos hechos, tanta mi campaña como yo nos habíamos convertido en protagonistas, y por esa razón consideré necesario hacer precisiones a la opinión pública en una rueda de prensa.

SEMANA: Pero el casete en el fondo involucraba a las dos campañas.

A.P.: No señor. La cinta menciona mi campaña, más no la involucra. Por el contrario, lo que se notaba en las expresiones de Alberto Giraldo y los Rodríguez era cierta decepción, y aún resentimiento por la rotunda negativa que obtuvieron en su intento. Concretamente, los Rodríguez le dicen a Giraldo que siga averiguando a ver si me encuentran algo. Y le leo lo que dice la transcripción: "Pero voy a averiguar, hoy nos damos cuenta, para que tengas eso bien clarito y para que les cantes la tabla". Eso lo que es, es una prueba contundente de que mi campaña no recibió un centavo del narcotráfico, y acabó siendo presentado en el sentido contrario.

SEMANA: ¿Por qué no denunció el casete formalmente ante la Fiscalía?

A.P.: No quise hacerlo, por dos razones. En primer lugar porque no tenía pruebas, ni siquiera sabía si las voces eran ciertas. Y yo no acuso a nadie sin pruebas. En segundo lugar porque en mi calidad de rival electoral del doctor Ernesto Samper podía atribuírsele una motivación política a esa denuncia. Por eso tomé la decisión de llevárselo en forma privada al Presidente de la República y no hacer ninguna referencia pública, depositando en él mi plena confianza.

SEMANA: Pero si bien no lo denunció, mandó una carta al doctor Samper diciéndole que debería renunciar si se le comprobaba que había dineros calientes en su campaña.

A.P.: Nunca le pedí la renuncia al doctor Samper. Por el contrario, ofrecí la mía, aun cuando las encuestas nos daban el triunfo, si se comprobaba que a mi campaña había entrado dinero del narcotráfíco. La credencial de cualquier presidente en el mundo al que se le compruebe, y quiero subrayar que se le logre probar, que ha recibido dineros del narcotráfico, es una credencial viciada. Eso lo sigo creyendo.

SEMANA: Pero usted insinuaba que a la campaña de Samper sí habían entrado dineros calientes.

A.P.: Nunca lo insinué. Defendí las actuaciones de mi campaña, y dejé el casete en manos del Presidente de la República para que él hiciera lo que considerara conveniente.

SEMANA: Con todo respeto, le cito lo que usted dijo en la rueda de prensa "Si se comprueba que la campaña del Presidente electo recibió dineros del narcotráfico, él renunciará al mandato del pueblo porque tendría una credencial viciada".

A.P.: Eso no es una insinuación. Es una afirmación y la sostengo. Le voy a dar un ejemplo: el presidente Samper ha denunciado que hay varios congresistas pagados por los carteles de la droga. Si se les llegara a comprobar judicialmente, también tendrían su credencial viciada.

El verdadero problema del casete no es su contenido, sino la realidad que destapó: que en Colombia el problema del narcotráfico está más vigente de lo que se creía. Está presente en la economía, y por ello los gremios le piden al Ministro de Hacienda que tome medidas para contrarrestarlo. Está presente en el Congreso, como el mismo Presidente lo ha denunciado. Ahora bien, hay colombianos que lo aceptan, pero yo no estoy entre ellos. Por eso le entregué el casete al Presidente, y le pedí que investigara todo el contenido de la grabación. Lo que quería era claridad total.

SEMANA: Pero para muchos colombianos, esa actitud le hizo un gran daño a la imagen del país.

A.P.: Eso es buscar la calentura en las sábanas. ¿Quién le hizo daño a Colombia, Andrés Pastrana por dar una rueda de prensa, o el narcotráfico por tratar de infiltrar las campañas?

Yo no creo que estas cosas deban taparse, y creo que, a pesar de los traumatismos que produce el destape, a la larga el resultado es benéfico. No olvidemos que desde hacía varios meses, la revista Time había echado a andar el rumor de que había el intento del narcotráfico de infiltrar las campañas presidenciales. ¿Cómo va a ser que este tema se ventile internacionalmente, y Colombia tengamos la actitud del avestruz? Hay que destapar todo, hay que investigar todo, pero no hay que olvidar que el casete ya lo tenían los medios de comunicación y que fueron éstos quienes sacaron esa grabación -y otras más- a la luz pública. Yo nunca le he temido al debate. Y si algo me ha sorprendido, es que en Colombia el debate se centró sobre Andrés Pastrana y no sobre la penetración del narcotráfico que salió a flote.

SEMENA: ¿Qué le pareció el fallo de la Fiscalía sobre esa investigación?

A.P.: Le confieso que me sorprendí cuando el Fiscal asumió la investigación, pues cuando él se reunió conmigo, al inicio del proceso, me manifestó que él consideraba que, por razones obvias, estaba impedido. Pero creo que todos los colombianos celebramos que no haya evidencia de que las campañas presidenciales hayan recibido dineros del narcotráfico. Ese era el propósito de la entrega del casete.

SEMANA: Mirando las cosas hacia atrás, ¿hubiera hecho algo diferente?

A.P.: No hubiera hecho nada diferente. ¿Qué podía hacer? ¿Una denuncia? No, aunque muchos de mis seguidores creen que hubiera ganado si lo hubiera hecho antes de las elecciones. ¿Guardar el casete en un cajón y no hacer nada? Mi conciencia no me lo hubiera permitido. ¿No haber convocado una rueda de prensa, una vez estallado el escándalo, para aclarar las actuaciones de mi campaña? Hubiera sido reconocer las acusaciones: el que calla otorga. Hice lo que me correspondía hacer como ciudadano honesto colombiano.

SEMANA: Bueno, para terminar, a usted le han dado mucho palo. ¿Se siente golpeado? ¿Cree que su carrera política puede volver a ser la de antes, o que todo esto le puede haber causado un impacto negativo permanente?

A.P.: Yo soy una persona de principios, y creo que eso es lo que funciona a largo plazo. La vida pública tiene muchos altibajos, pero al final, ser consecuente y decir la verdad se impone. Y fue precisamente la verdad la que llevó a tres millones y medio de colombianos a votar por mí. No conozco a la primera persona a la cual le vaya mal por decir las cosas como son.