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Andrés Pastrana junto a la líder de oposición venezolana María Corina Machado, mientras acompañan a la esposa de Leopoldo López, Lilian Tintori (derecha). | Foto: AFP

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La sonora visita de Pastrana a Venezuela

Nunca antes, desde cuando abandonó el poder, había tenido tanto respaldo como ahora, cuando su presencia en el vecino país causa polémica.

25 de enero de 2015

De los cinco expresidentes vivos de Colombia, Andrés Pastrana ha cargado con el lastre de haber sido el de peor popularidad. Al terminar su gobierno sólo tenía el 21 % de aprobación. Incluso, su mayor contradictor, Ernesto Samper, lo superaba, pues a pesar del escándalo del proceso 8.000 se marchó con el 30 % de favorabilidad.

Para buena parte del país, Pastrana fue un presidente muy bien intencionado, pero se dejó engañar fácilmente por las FARC. El fracaso del proceso de paz del Caguán le costó políticamente. Aunque el expresidente ha reclamado haber sido quien desenmascaró a la guerrilla ante el mundo y quien consiguió el Plan Colombia, que puso los recursos y la tecnología de Estados Unidos para que, posteriormente, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos dieran los mayores golpes al secretariado de esa guerrilla, Pastrana no ha podido librarse de ser señalado como el responsable de una de las mayores frustraciones del país en la época reciente.

Quizá por esas circunstancias, Pastrana ha sido el expresidente que más influencia ha perdido desde cuando salió de la Casa de Nariño.

A diferencia, César Gaviria, quien salió con el 53 % de popularidad, fue secretario de la OEA, jefe del Partido Liberal y ha sido muy influyente en el continente en el cambio de las políticas contra las drogas. Eso sin contar que sigue siendo quien maneja los hilos del liberalismo.

Y ni qué hablar de Álvaro Uribe. Se fue de la Casa de Nariño -tras ocho años de gobierno- con el 75 % de popularidad, y en los cuatro años que lleva de expresidente ha sido el más activo que se recuerde. En ese tiempo se fue a la oposición, montó un partido político, estuvo a punto de ganar las elecciones a Congreso, fue elegido senador y tiene como objetivo recuperar el poder. Quizás es el expresidente más activo que se recuerde.  

Pastrana, en cambio, ha sido desautorizado con frecuencia hasta por su propio partido, el Conservador. Aparece y desaparece fácilmente del radar de los medios. Sus frases no dejan de ser sonoras, y sus apariciones públicas, muchas veces se convierten en titulares que pronto se olvidan. Pastrana sólo ha sido centro de atención por revivir episodios del pasado, ha reiterado sus denuncias contra Samper, ha revelado episodios desconocidos de la política nacional. Y cuando hace críticas del proceso de paz, la opinión pública no para de descalificarlo. 

Ahora Pastrana está en el centro de atención en el continente. Junto a otros tres expresidentes, el chileno Sebastián Piñera y el mexicano Felipe Calderón (otros dos expresidentes que no terminaron de la mejor forma sus respectivos gobiernos), se encuentra en Venezuela para participar del Foro ‘El poder ciudadano y la democracia de hoy’, organizado por la dirigente de oposición María Corina Machado.

Aprovechando su estada, y en medio de la mayor crisis de legitimidad que atraviesa el presidente Nicolás Maduro, Pastrana y Piñera decidieron visitar este domingo al líder de la oposición Leopoldo López, detenido hace más de un año, de forma injustificada, según la ONU.

Maduro había cuestionado la presencia de los expresidentes, a quienes incluso acusó de estar confabulando un golpe de Estado en Venezuela y hasta de ser financiados por dinero del narcotráfico.

La tensión entre Maduro y los expresidentes aumentó este domingo. La caravana en la que se movilizaban Piñera y Pastrana fue obstaculizada y se les impidió la visita al penal para entrevistarse con López. “Impedirles a los presos su visita no es de un país demócrata”, aseguró Pastrana.

Quizá nunca antes Pastrana había tenido tanto respaldo. Primero porque el expresidente Álvaro Uribe fue el primero en arroparlo. “Risible la dictadura Maduro que acusa al expte Pastrana de apoyar golpe de Estado. Cortinas para disimular fracaso”, escribió en su Twitter.

Luego, el jefe único del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, se sumó a las voces de respaldo: “La forma de derrotar los dictadores como Maduro es con presidentes demócratas. Valiente visita del expresidente Pastrana. Todo nuestro apoyo”.

Y hace mucho tiempo que el Partido Conservador no emitía una declaración tan contundente para respaldar a Pastrana. David Barguil, presidente del partido, no sólo aplaudió la visita de Pastrana, sino que la calificó como una “actitud coherente con sus principios y los de su partido” .

Además Barguil defendió a Pastrana de las acusaciones de Maduro al señalar que “el cinismo del régimen chavista de Maduro, vociferando y calumniando al expresidente por su apoyo a la oposición legítima y democrática venezolana, mientras en Colombia nos ha tocado tragarnos el sapo del apoyo de Maduro a la guerrilla”.

El gobierno colombiano aún no se ha pronunciado sobre las acusaciones de Maduro a Pastrana. Todavía no se oyen voces en el santismo que lo respalden. Tampoco ha existido un pronunciamiento del secretario de la Unasur, Ernesto Samper. De hecho, el uribista Édward Rodríguez, públicamente instó al presidente Santos y a la canciller María Ángela Holguín a pronunciarse por las acusaciones de Maduro contra Pastrana y los otros dos expresidentes latinoaméricanos.

Pastrana, hasta ahora, sólo tiene el respaldo de dos partidos políticos fuertes, y quizás este episodio lo pueda posicionar para cuestionar las relaciones entre Colombia y Venezuela. Y, probablemente, si en estos días se hiciera una encuesta sobre la presencia de Pastrana en el vecino país, la opinión pública sea más favorable con él. Tal vez como nunca lo ha sido.